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La colaboración y la interdisciplinariedad en la academia

Colaborar interdisciplinarmente no es “encerrar” a un grupo de personas para que piensen en torno a un mismo problema, es pensar y actuar, desde la diferencia de visiones y saberes, para la resolución de un determinado problema.

Diciembre 11, 2015

Uno de los grandes retos que tiene la ciencia es la generación de un ambiente que garantice la colaboración efectiva de actores vinculados a proyectos de investigación. Todo ello con el propósito, no solo, de garantizar el cumplimiento de los objetivos propuestos, sino trascender los marcos de acción de la investigación planteada para que llegue a la sociedad.

A lo largo de más de 10 años de experiencia que tengo a cuesta a nivel académico, muchos hablan de interdisciplinariedad, pero pocos cuentan con competencias o deseos reales para ejercerla a cabalidad. Colaborar interdisciplinarmente no es “encerrar” a un grupo de personas para que piensen en torno a un mismo problema, es pensar y actuar, desde la diferencia de visiones y saberes, para la resolución de un determinado problema. Todo, desde la conciencia de que todos no deben hacer todo, sino que cada actor hace parte de una meta-estructura de trabajo que requiere del trabajo articulado de todos los actores para la concreción de los fines propuestos. Lo aquí expuesto, desde el respeto y la transparencia.

Uno de los aspectos que hacen difícil la colaboración científica está en la capacidad que tiene el líder de un grupo de trabajo de “sumar esfuerzos” alrededor de un determinado tema. Muchas veces no se requiere de un líder muy brillante en el área de trabajo, sino que esté muy consciente de sus fortalezas y, en especial, sus debilidades, al momento de gestionar la búsqueda de actores clave que ayuden a convertir al equipo de trabajo en garantía de éxito.

¨ La investigación, no solo es un acto intelectual, exige mucha atención a los diferentes aspectos vinculados con la gestión del conocimiento y de conciliación personal de los diferentes actores que hacen parte de todo proyecto¨.

Pero el problema no se centra únicamente en la cabeza visible de cualquier equipo de trabajo, sino en la capacidad de luchar con los diferentes egos existentes al interior de los miembros de éste, a través de la búsqueda de mecanismos de reconocimientos de cada uno de ellos; así como en la promoción de principios transparentes de comunicación que ayude a dejar claro a todos el valor que tienen.

¿Todo suena muy bonito no? Pues sí, aunque en la práctica es muy difícil de concretar.  Como bien decía alguien cercano a mí, “cargos son cargas” y no todas las personas están llamadas a liderar o fomentar escenarios de colaboración interdisciplinar, que ayuden a la ciencia a trascender los espacios donde se generan. La academia, como cualquier otro escenario social, está integrada por una amplia diversidad de actores, con capacidades individuales, que no necesariamente logran colaborar significativamente fuera o al interior de sus áreas disciplinares.

La investigación, no solo es un acto intelectual, exige mucha atención a los diferentes aspectos vinculados con la gestión del conocimiento y de conciliación personal de los diferentes actores que hacen parte de todo proyecto. Se necesita, por tanto, la generación o promoción de un entorno institucional que garantice el contacto orgánico de actores individuales. No hablo de directrices dadas por cada institución, sino de un entorno que tenga en cuenta, no solo los títulos o cargos que cada persona tenga, sino la promoción de escenarios de reconocimiento, entre actores que hacen parte de cada institución, de las diferentes competencias requeridas a lo largo de cualquier trabajo: visión estratégica, rigurosidad, flexibilidad en el manejo de situaciones, capacidad crítica y relaciones públicas, y toma de decisiones en ambientes de alto estrés, entre otros aspectos.

Insisto, todo suena muy bonito, pero no resulta fácil. Sobre todo, cuando se confunde todo lo dicho aquí con “gerenciar” o “administrar efectivamente la academia”. Mi interés no es corporativizar los espacios académicos, sino a reconocer que todos no somos buenos en todo y en admitir públicamente que, para sacar adelante los mejores proyectos, se necesita siempre del trabajo de muchos agentes que no hacen las mismas funciones, sin dejar de ser menos importantes.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Profesor titular de la Facultad de Educación de la UNIR (España).
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