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Un salón dedicado a la memoria en Ciudad Bolívar, Bogotá

Conozca la historia de un espacio para perdonar liderado por el profe Wilson Muñoz, donde estudiantes y familias víctimas del conflicto armado se encuentran para construir paz desde la escuela.

Mayo 2, 2016

En el colegio Antonio García, de la localidad de Ciudad Bolívar, hay un salón exclusivamente dedicado a la memoria. Así como los estudiantes van a estudiar química al laboratorio e informática en el salón de sistemas, van al salón ‘Evaristo Bernate Castellanos’ a construir paz. A relatar para reconciliarse. 

El profesor Wilson Muñoz, docente de filosofía y humanista consagrado, dirige ‘Caminos y Generación de Paz’, un experimento pedagógico, reflexivo y de convivencia que invita a niñas y niños del colegio a que sanen las heridas a través del poder del relato y la palabra.

Un espacio para desahogarse de las cargas del alma y para encontrar apoyo en otras personas que, como ellos, fueron víctimas de la violencia y el conflicto. Un lugar donde se conjugan el pasado y el presente y se construye una nueva historia a partir de los relatos del barrio, de la escuela y de la familia. 

En este salón, ubicado en el segundo piso del colegio, amplio e iluminado, la historia y los recuerdos tienen un lugar muy especial. ‘El que no conoce su historia está condenado a repetirla’ se lee en letras gigantes de colores en una de las paredes. Aquí cada frase tiene una reflexión, cada fotografía tiene una historia. Es un lugar consagrado a la memoria, a la historia viva del colegio, de los miembros de la comunidad, de los fundadores del barrio y de todos miembros de una larga cadena que finaliza en las niñas y niños del presente.

El salón de la memoria ‘Evaristo Bernate Castellanos’ fue bautizado así en honor a un educador de la localidad, al fundador del Instituto Cerros del Sur, una escuela de puertas abiertas creada para empoderar a los habitantes de la localidad a través del conocimiento, un amigo personal del profe Wilson y líder social cuya vida fue cegada por los violentos en 1991 por luchar por el agua, el techo y la alimentación de la comunidad.

Una historia de dolor, como la que muchos colombianos cargan a sus espaldas, pero también una historia de esperanza, ya que el legado de este educador vive en la memoria y en la obra de maestros como Wilson, que desde su aula trabajan para educar a una nueva generación de paz sobre la base del perdón y la reconciliación.

‘Caminos y Generación de Paz’ es una iniciativa que en los últimos siete años se ha dedicado a construir memoria y tejido social con los estudiantes más pequeños del colegio, pero también con sus padres, sus abuelos y todos los miembros de la comunidad que estén dispuestos a compartir un poquito de su historia.

Hay tres tipos de personas en Colombia: las víctimas, los victimarios y los espectadores, los que miran sin inmutarse atrocidad tras atrocidad en las noticias. La indiferencia es el problema más grande que tenemos como sociedad”, dice el profe Wilson, un hombre corpulento que siempre carga una gran sonrisa y una energía incontenible.

Casi todos los caminos conducen al perdón

La iniciativa ‘Caminos y Generación de Paz’ nació de una inquietud que le surgió al profe Wilson Muñoz cuando llegó al colegio Antonio García, en el año 2008. Un sinfín de historias de dolor y un panorama de indiferencia total, lo motivaron a dar un paso adelante y poner su granito de arena en la construcción de un país en paz.

Cuando llegué al colegio me encontré con un diagnóstico muy desalentador. Muchas niñas y niños eran víctimas del conflicto armado y estaban en condición de desplazamiento y estaban muy solos, muy aislados. Yo ya conocía las historias de los verdugos, ahora quería conocer la de las víctimas. Entonces empecé a invitar a los más pequeños para reflexionar sobre las violencias que los aquejan, la violencia social, la violencia económica, a invitarlos a hablar para que cuenten sus historias”, dice el profe Wilson, quien lleva 25 años trabajando en la formación de los estudiantes de Ciudad Bolívar.

Poco a poco los niños respondieron al llamado del profe Wilson, y de su mano se separaron del odio y de la rabia y empezaron a caminar por el sendero de la paz y el perdón. Fue difícil, ya que para que un niño hable de las heridas que le han dejado la guerra y el dolor es necesario crear un ambiente propicio para que ‘abran sus corazones’ y se desahoguen de agobios y preocupaciones. 

Con ayuda de sus colaboradores, se las ingenió para crear ambientes de confianza y seguridad para que los niños se sientan cómodos compartiendo su historia.

La paz se construye adentro y afuera de la escuela

La familia, las raíces y la historia popular también tienen su espacio en ‘Caminos y Generación de Paz’. A través de los ‘Chocolates de la memoria’, los padres, los abuelos, y los miembros de la comunidad acuden al colegio para compartir sus relatos de vida, para contarle a estudiantes cómo era el barrio cuando ellos eran niños, a qué jugaban, a dónde se iban de paseo.

Nosotros somos presente, pero en nosotros está el pasado de nuestros papás y de nuestros abuelos”, repite con insistencia el profe Wilson.

De esta manera, los estudiantes conocen esos relatos que confluyen para hacer de ellos quiénes son actualmente. Esas historias de lucha, de vida y de esperanza que son el legado que dejan sus padres y abuelos para ellos, y que les dan significado a sus vidas lejos del conflicto y la violencia.

El profe Wilson se ha vuelto un experto historiador de su localidad y de su colegio. Con su memoria prodigiosa y su voz profunda, el maestro invita a los integrantes del grupo a que construyan su propio relato, para que sumando todos los relatos se arme la gran historia de Ciudad Bolívar contada por sus habitantes.

Así, entre todos los miembros de la comunidad van construyendo esos relatos inéditos del barrio y del colegio que no se encuentran en los libros, historias que subyacen en el corazón de sus protagonistas, y que brindan una explicación para el presente y una esperanza para el futuro.

Los caminos de paz empiezan en el pasado, se construyen en el presente, y se proyectan hacia el futuro.

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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.