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El arte como recreación del presente
Entrevista con Maripaz Jaramillo, una de las principales representantes del movimiento expresionista colombiano.
Egresada de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes y dueña de un estilo pictórico inconfundible, es una convencida de que el arte debe salir de los recintos privilegiados y convertirse en un medio de realización y de reconciliación para todos. Un puente hacia la felicidad cuyos cimientos se levantan en la escuela.
Sandra Patricia Ordoñez: ¿Cuándo descubriste tu vocación artística?
Maripaz Jaramillo: Yo creo que desde niña. Recuerdo mi niñez con una gran alegría, porque lo pasé muy bien y me hicieron un ambiente muy interesante en la casa. Imagínate que el que pintaba en mi casa era mi hermano mayor y a él le compraban los óleos y todas las cosas. Él pintaba con Luis Caballero en la casa cuando estaban en el colegio, y yo lo que hacía era que me metía allá y les revolvía los colores. Esa fue mi primera acción con la pintura. Y desde ahí empieza mi amor por ella y esa inquietud de querer ser pintora.
S.P.O.: ¿Por qué te expulsaban de los colegios?
M.J.: Es que eran unos colegios muy estrictos. Hay un estudio que hizo García Márquez sobre gente que se ha destacado, y resulta que la mayoría de la gente que se había destacado, la habían echado del colegio. Porque eran ambientes muy estrictos en donde no se entendía la forma de ser de uno. Entonces yo era muy necia y muy… fuerte…Y esa fue la razón por la que me echaron de dos colegios.
S.P.O.: ¿Cómo fue el tránsito al ámbito universitario?
M.J.: Bueno, para mí fue muy importante la universidad porque en esa época tenían maravillosos profesores. Estaba Antonio Roda, Santiago Cárdenas, Umberto Giangrandi… entonces teníamos un grupo muy bueno de artistas y eso me ayudó mucho. Así como fui tan mala estudiante en el colegio, en la universidad fui buena (mi tesis fue laureada). Yo creo que allá cambió todo, fundamentalmente, porque en eso, en el arte, yo sí estaba muy interesada...
S.P.O.: ¿Cómo describirías tu estilo pictórico?
M.J.: Yo creo que tiene mucho de expresionismo y tiene mucho de pop. Están metidas esas dos líneas. El expresionismo con la forma del dibujo, que no es un dibujo exacto, no es un retrato, es muy expresionista. Y el pop, porque está muy basado en lo popular, en lo que sucede continuamente, en todas la actualidad del país. Yo creo que ahí entra el pop a funcionar muy bien.
S.P.O.: Dentro de eso ha sido muy importante y muy característico tuyo el manejo del color...
M.J.: Sí. El color siempre ha sido para mí muy importante. La academia dice que uno debe trabajar con colores afines, pero yo siempre trabajo con colores contrastantes. Mi paleta está llena de colores fuertes, ácidos... Allí radica gran parte de la fuerza de mi trabajo: con este manejo del color se logra un impacto importante dentro de la obra.
S.P.O.: ¿Qué lugar tiene la pintura en tu vida?
M.J.: Llevo cuarenta años trabajando y siempre he estado muy interesada en el tema de la pintura. No he dejado de pintar ni un solo año, ni meses. Siempre estoy trabajando. Y eso lo hace tan importante para mi vida. Siempre he estado muy metida dentro de mi pintura y siempre he estado muy disciplinada trabajando. La pintura es mi vida, es mi forma
S.P.O.: ¿Cómo es tu proceso creativo?
M.J.: Yo no soy como otros artistas que dejan de pintar por tiempos, porque no les llega la musa. Yo trabajo todos los días con un horario que es casi de oficina: de 9 a 1 y de 3 a 6 (por la noche no trabajo casi porque el color se distorsiona con las luces). Y como siempre estoy trabajando por series, primero hago un estudio sobre la serie que voy a trabajar y eso hace que sea “más fácil” poder pintar después. Recorto fotos de revistas, periódicos, veo la televisión y a través de todo eso enriquezco el concepto y puedo luego entrar en el proceso concreto de creación con relativa fluidez.
S.P.O.: ¿De alguna manera podríamos hablar entonces de una integración multimedia que atraviesa tu obra, desde el proceso mismo de su concepción… una re-asimilación de las imágenes que ofrece el mundo mediático?
M.J.: Sí. Eso es muy importante. Mi obra se alimenta de todas las imágenes que ofrece el mundo como discurso sobre sí mismo. Y por eso, otra cosa que considero característica de mi obra es el sentido del humor. Me gusta que al ver la obra la gente se sonría, se sienta agradada y por eso el humor es algo muy importante dentro de mi obra.
S.P.O.: Sentido del humor que en algunas ocasiones ha sido interpretado como sátira…
M.J.: Sí. Pero eso responde más a una interpretación. Por ejemplo cuando hice las reinas de belleza, la gente pensó que yo me estaba burlando de los reinados. Pues claro que me siento un poquito afectada por cómo tratan a estas niñas en los reinados, pero lo que hice fue ponerle humor al momento del reinado en una aproximación espontánea, bastante desprejuiciada. Lo lindo es que en el arte tú puedes tener tu discurso, pero luego la gente ve la obra y elabora sus discursos propios y hace sus propias aproximaciones.
S.P.O.: ¿Cuál es tu perspectiva de la realidad cuando pintas?
M.J.: Mi obra siempre está referida a la realidad y a la actualidad en particular. Yo siempre he trabajado mirando revistas, mirando el periódico, mirando los noticieros… siempre estoy muy informada para ver la realidad de lo que está sucediendo y de eso se trata mi obra. Pero al mismo tiempo mi trabajo supone una mirada personal de esa realidad… Por ejemplo, en alguna oportunidad hice una serie muy interesante que se llama Diciembre en Cartagena, en la que mostraba cómo Cartagena se estaba deteriorando, sin que eso fuera precisamente un tópico en cada cuadro. El asunto es que de alguna manera la realidad siempre está presente, y diría que en todas mis series hay un poquito de denuncia. No pienso que la mía sea una obra política como la de Beatriz González, pero sí está muy metida dentro de la realidad del país.
S.P.O.: ¿Consideras que el arte tiene una responsabilidad social?
M.J.: Pues sí. Yo sí creo que el arte tiene una responsabilidad social. Pero hay artistas que trabajan otras cosas, como el arte abstracto, otro tipo de cosas que también son muy válidas dentro de la historia del arte colombiano. Sin embrago, ese vínculo con la sociedad y con la actualidad es lo que hace que sea interesante lo que yo hago.
S.P.O.: Hay temas recurrentes en tu trabajo, como por ejemplo, la mujer…
M.J.: Sí. Sin que yo sea feminista, el tema de las mujeres ha sido muy importante para mí. En estos cuarenta años, me he aproximado a la mujer en diferentes formas. He trabajado el maltrato a la mujer y cómo la mujer ha surgido en estos últimos años y ha ido ocupando un lugar diferente en la sociedad. En este momento no se puede decir que estamos divinamente, pero sí creo que hemos avanzado muchísimo, y ustedes, las jóvenes, están haciendo una labor muy importante para la que nosotros abrimos el camino. La mujer joven ya mira la vida y su trabajo de una forma diferente. A nosotras nos tocó una lucha grande para lograr el reconocimiento… por ejemplo, ahora hay muchas pintoras, pero antes no había tantas… lograr reconocimiento en ese ámbito implicaba mucha lucha y mucha consagración.
S.P.O.: Sin embargo, tú lograste ya desde tus primeros años de estudiante incursionar en los espacios reservados para los grandes de la pintura ¿A qué atribuyes ese éxito?
M.J.: Sí. No me puedo quejar. Siempre tuve bastante reconocimiento. Cuando estaba en la universidad, siendo muy joven, me gané el Salón Nacional. Y desde ahí empezó a funcionar conmigo una forma muy interesante de reconocimiento y de aceptación. Y eso que era una obra diferente, porque en esa época existían muy buenos dibujantes, como David Manzur, Luis Caballero, los maestros Santiago y Juan Cárdenas… Yo no soy excelente dibujante, sino que soy muy expresionista y ahí creo que se libró una gran lucha que le abrió camino a muchos otros artistas jóvenes que trabajaron en mi línea. Pero siempre tuve mucha acogida y tuve con los críticos de arte muy buena relación.
Lea la entrevista completa en la página del IDEP.
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