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El impacto infinito de un maestro - Juegos tradicionales de Caldas
La meta: hacer divertidas las actividades que se desarrollan en el mundo del trabajo y/o el estudio.
Llegar a un pueblo, una oficina, un centro de desarrollo infantil, una institución educativa en donde todo el personal, llámense adultos, adolescentes, niños, directivos, mandos medios, personal de aso y cafetería, etc., están jugando, es algo que llama inmediatamente la atención por una razón: todos, al parecer, se divierten y son felices.
Hoy en día se usa para el juego un término más sofisticado que es el de la gamificación y/o aprendizaje divertido, que consiste en tomar aspectos y mecánicas de los juegos para hacer divertidas las actividades que se desarrollan en el mundo del trabajo y/o el estudio.
“Este es el impacto de un maestro que llego un día a un salón de clase a motivar y orientar a sus estudiantes.”
Pues una situación como la descrita anteriormente fue la que vive en el municipio de Caldas ubicado en el Departamento de Antioquia en Colombia, donde todos los años se celebra el festival de los tradicionales Juegos de la Calle, donde niños, jóvenes y adultos se apuntan a los torneos de yoyo, catapis cuerda, perinola, lazo, canica, golosa, ronda, zancos, carritos de balineras o rodillo, vara de premios y el infaltable trompo. Todos los nativos y visitantes tanto nacionales como extranjeros se divierten, nadie tiene tiempo de aburrirse bien sea como espectador o como participante, nadie se aburre en especial los niños y adolescentes a pesar de que no hay cabida para los video juegos.
Los juegos tienen la capacidad de modificar nuestras conductas y más cuando se hacen con el propósito de jugar por jugar, de pasar un buen rato. La competencia se deja a un lado y no importa quien gane o pierda, pues todos son ganadores por la simple razón de participar.
Lo simpático de toda esta historia es que la implementación de los juegos comenzó en una institución educativa con escaso espacio para el número de estudiantes que tenía y un promotor que le dio vida a esta tradición que ya va por los 31 años, él se llama José Humberto Gómez, quien en 1981 llegó como profesor de educación física a una de las instituciones educativas municipales y al ver la pasividad de los jóvenes se sorprendió pues no hacían nada por lo que les llevo los juegos tradicionales al aula de clase, hoy en día el festival tiene un reconocimiento municipal, nacional y mundial. Este es el impacto de un maestro que llego un día a un salón de clase a motivar y orientar a sus estudiantes.
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