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Empoderamiento femenino a través de los procesos de ciudadanía e igualdad en el bicentenario

Análisis de discursos obtenidos de seis jóvenes universitarios en torno a las rupturas o disminución de la dominación patriarcal colonial y los avances del empoderamiento femenino.

Junio 7, 2020

Introducción

En Colombia, según M. Velásquez (1995), el modelo europeo de dominación patriarcal que concibió al hombre como superior a la mujer fue impuesto por los españoles desde la Colonia y, posteriormente, legitimado desde la ley civil y eclesial en los sucesivos períodos de la Independencia y la República. Así, se validó la superioridad, dominio y abuso del hombre blanco de clase alta sobre las mujeres y los hombres aborígenes, negros, mulatos y mestizos; de la misma forma, se impuso el dominio y abuso de estos hombres sobre las mujeres de su misma raza o etnia. No obstante, según esta autora, desde la primera mitad del siglo XX, la mujer colombiana ha venido en un paulatino alcance de derechos ciudadanos igualitarios a los hombres.

Desde este contexto, esta investigación analizó cualitativamente las rupturas o disminución de la dominación masculina patriarcal impuesta desde la Colonia y los avances del actual empoderamiento femenino con seis jóvenes de clase media en torno a cuatro ejes de análisis: profesionalización de la mujer, proyección familiar, sexualidad y afectividad y violencia contra la mujer. Por tratarse de una investigación cualitativa, los resultados del análisis no son generalizables a toda la población, pero si logran ofrecer elementos significativos que contribuyen a una mejor comprensión social y académica de los factores claves del empoderamiento femenino, desde la experiencia personal y la perspectiva generacional de los jóvenes participantes en el estudio.

Contexto histórico del problema de investigación

La población objeto de esta investigación corresponde a jóvenes universitarios de clase media, por lo cual el contexto histórico que se expone brevemente a continuación solo alude a las condiciones de las mujeres de clases altas y medias desde el período de la República. En este sentido, de acuerdo con Velásquez (1995), aunque las mujeres de clase alta y media en el periodo de la República compartieron los privilegios económicos de su clase, no gozaron de los mismos derechos de ciudadanía de los hombres: no tenían autonomía para elegir a su pareja (Beck & Beck-Gernsheim, 2001), ni autonomía sobre su propio cuerpo, sexualidad y proyecto de vida y realización personal (Collignon & Rodríguez, 2010). Así, sobre la vida de estas mujeres se ejerció un fuerte control que limitó sus opciones de vida entre: la educación para el hogar o para trabajos feminizados como la docencia, el secretariado o la enfermería, el matrimonio indisoluble, el convento o la desvalorada soltería. Además, siguiendo a Velázquez (1995) de nuevo, hasta mediados del siglo XX este colectivo de mujeres eran dependientes jurídicamente del varón, padre, hermano o esposo. 

Desde el anterior contexto, esta investigación se planteó la siguiente pregunta: ¿qué factores, desde el contexto del ejercicio de la ciudadanía femenina, han sido claves en la ruptura o disminución de la dominación masculina patriarcal y el aumento del empoderamiento femenino en seis jóvenes universitarios de clase media?

Dado que la respuesta a esta pregunta investigativa está determinada por el contexto del ejercicio de la ciudadanía femenina, según Velásquez (1995), en Colombia el modelo excluyente de los derechos ciudadanos de la mujer, desde la Independencia, siguió imponiéndose hasta mediados del siglo XX. Solo fue hasta 1945, debido a las presiones de los movimientos de mujeres, en el país se reconoció legalmente por primera vez la ciudadanía de la mujer. Posteriormente, en 1954 se logró el derecho al voto femenino. Además, se alcanzaron avances significativos en el libre acceso de la mujer a la educación superior (1934) y al desempeño en cargos públicos (1936).

Asimismo, de acuerdo con Bonilla & Rodríguez (1992), a partir de la Constitución Política de 1991, en Colombia se prohibieron y eliminaron los derechos ciudadanos discriminatorios en virtud del género; aunque en el campo de la vida cotidiana, aún no sean una realidad vivida para la diversidad de mujeres en Colombia. Finalmente, la revolución sexual de la década de los sesenta marcó una gran ruptura impulsada por la masificación de los métodos anticonceptivos que desligaron la sexualidad femenina de la maternidad, cambiando paulatinamente el escenario de la prohibición y la vigilancia en la sexualidad femenina por un nuevo escenario de mayor libertad y autonomía de las mujeres para decidir libremente sobre su proyecto de vida. Del mismo modo, de acuerdo con Bonilla y Rodríguez (1992), L. G. Luna (1985) y N. Villarreal Méndez (1994), desde inicios del siglo XX la mujer colombiana ha venido en un proceso de afirmación igualitaria de derechos que le ha posibilitado un creciente empoderamiento femenino, fuertemente influenciado por el acceso al mercado laboral y la proveeduría compartida en el hogar.

Antecedentes 

En primer lugar, se toma como antecedente de este trabajo las investigaciones realizadas por M. Díaz-Aguado (2003 y 2013) y Sánchez et al., (2011), en los cuales usaron grupos de discusión y entrevistas en profundidad para analizar cómo en las creencias, actitudes y comportamientos de los grupos de jóvenes estudiados persisten micromachismos propios de la cultura patriarcal, pese a los actuales cambios socioculturales que han llevado a las mujeres jóvenes a un mayor empoderamiento femenino. Del mismo modo, M. Vélez et al., (2010) en entrevistas realizadas con jóvenes, llegaron a concluir que esta población ha sido socializada -por la familia, la escuela y los medios de comunicación- en un contexto cultural reproductor de ideas, valores y modelos patriarcales que favorecen conductas controladoras, dominio y violencia contra la mujer. Esta investigación presenta tensiones con los hallazgos encontrados en el presente trabajo, básicamente porque entre los grupos focales de jóvenes participantes se encontró que son mayores las transformaciones favorecedoras del empoderamiento, que de la persistencia de patrones de pensamiento y actuación propios de la cultura patriarcal.

Por otra parte, en este trabajo fue de gran relevancia la investigación realizada por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2010), sobre el Índice de Desigualdades de Género en Latinoamérica.  Según el informe publicado por esta entidad, las desigualdades históricas entre hombres y mujeres se han ido superando significativamente en torno a dos indicadores básicos para la disminución de las brechas de género en Colombia: primero, un mayor acceso de las mujeres a la educación y, segundo, el acceso a los espacios sociopolíticos. Con lo cual, se logran romper paulatinamente otras brechas como el acceso al trabajo cualificado, el acceso a mejores salarios y bienes materiales, así como a la mayor participación cultural de las mujeres.

En Colombia, según el informe Índice de Desigualdades de Género(IDG, 2010), no solo se logró equiparar el acceso de mujeres y hombres al sistema educativo, sino que incluso la finalización de estudios secundarios y universitarios de las mujeres ahora los superan. No obstante, la brecha aún persiste en torno a la empleabilidad, las brechas salariales y el acceso a carreras de mayor remuneración y prestigio. Con respecto al acceso de la mujer colombiana a espacios sociopolíticos, el IDG (2010) afirma que las mujeres aumentaron su participación política en un 20,9 % en 2014 gracias a acciones afirmativas como la ley de cuotas. Lo cual es un aumento significativo, aunque no suficiente.

El anterior antecedente presenta una correlación positiva con esta investigación en torno a los hallazgos obtenidos en los grupos de discusión de los jóvenes participantes, para quienes la profesionalización de la mujer, así como su incursión en el mercado laboral y en el campo político y cultural, se concibe de manera igualitaria a los hombres. De tal manera que las brechas de género en torno a los dos indicadores señalados por el Indice de Desigualdades de Género no son significativas entre los jóvenes que participaron del presente estudio.

Marco teórico

Desde el plano epistemológico, el enfoque desde el cual este trabajo interpreta la construcción de la realidad sobre el empoderamiento femenino corresponde al enfoque de género. Según J. Scott (1996), el género constituye una de las bases fundamentales desde la cual se percibe una realidad diferente, según se vivencia el hecho de ser hombre o mujer, en un entramado de situaciones socioculturales e históricas cambiantes. Además, desde diversos movimientos feministas, este enfoque también posibilita reconocer la existencia histórica de inequidades hacia la mujer, las cuales han obstaculizado el desarrollo humano global.

En segundo lugar, esta investigación se fundamenta en otro concepto central que es la dominación patriarcal, la cual se concibe como un modelo cultural hegemónico y milenario, sostenido en la creencia naturalizada de la superioridad del hombre sobre la mujer (Bourdieu, 2000). En este sentido, para G. Lerner (1986), las mujeres históricamente han sido desempoderadas por ser consideradas inferiores a los hombres; han permanecido subyugadas y subvaloradas como seres débiles, incapaces e inferiores; cosificadas como objetos de reproducción o placer sexual y; finalmente, violentadas de múltiples formas a través de la historia.

Así, desde este contexto toma un lugar central la expresiónempoderamiento femenino, la cual hace referencia al proceso de lucha milenaria de las mujeres para alcanzar la igualdad en términos de redistribución de los bienes y de reconocimiento social, cultural, político, económico, etc. (Fraser, 1997). Por lo cual, según Young (1997), el empoderamiento femenino altera radicalmente los procesos y estructuras reproductoras de la posición subordinada de las mujeres, no solamente a nivel individual, sino también en el ámbito público y político. No obstante, M. León (1999) afirma que es un error decir que la mujer ha carecido completamente de poder, sino que lo que ha sucedido es que el rol social de la mujer expresa poco poder (un poder restringido tradicionalmente al ámbito familiar), dado dentro de límites sociales muy rígidos.

Por esta razón, para N. Kabeer (2000), el empoderamiento femenino debe concebirse desde el concepto de agencia, entendida como la capacidad de decidir y tener sentido de control sobre la propia vida, expandir las habilidades para hacer elecciones vitales y estratégicas en contextos sociales donde tales habilidades antes habían sido negadas o coartadas a las mujeres.

Marco metodológico 

La presente investigación se enmarcó en una metodología de análisis cualitativo, mediante datos obtenidos de un corpus de discursos orales de tres hombres y tres mujeres universitarias, egresados de la institución de educación media Comuna 17, ubicada en la ciudad de Cali. La técnica de recolección de datos corresponde a los grupos focales de discusión, la cual fue complementada a nivel analítico con la recolección de un archivo de investigaciones que dieran cuenta de los posicionamientos y conquistas civiles de la mujer desde el período de la República hasta hoy. Los seis jóvenes participantes pertenecen a familias de clase media, con edades entre 20 y 25 años, y padres profesionales. Los estudiantes pertenecen a diferentes carreras que cursan en la Universidad del Valle, sede Meléndez-Cali.

Conclusiones

Como resultados del análisis se obtuvieron las siguientes conclusiones en torno a las rupturas o disminución de la dominación masculina patriarcal y los avances del actual empoderamiento femenino, en los siguientes ejes analizados:

Eje 1: profesionalización de la mujer: en los grupos de discusión, la profesionalización y posterior desempeño laboral femenino no es solamente el principal eje del proyecto de vida personal, sino también la condición que se espera de la futura pareja estable tanto en hombres como mujeres, para quienes, según su propia experiencia, las brechas de género en torno a la educación y profesionalización no son visibles.

Eje 2: proyección familiar: en torno a este eje, los seis jóvenes coinciden en proyectarse a futuro con una pareja estable de su mismo nivel académico y social, con proveeduría compartida. Pero, no ven el matrimonio tradicional como una opción, sino que aluden a otro tipo de uniones libres, pero con compromiso mutuo. Respecto con la futura tenencia de hijos, ésta es una opción deseable para los tres varones y una de las mujeres, pero no deseable (por los compromisos que implica) para las otras dos jóvenes.

Eje 3: sexualidad y afectividad: todos los jóvenes participantes coinciden en la aceptación y validación de la libertad, autonomía y disfrute sexual femenino en condiciones igualitarias en la pareja, de tal modo que la experiencia sexual de la mujer es valorada positivamente, pero se rechaza enfáticamente la infidelidad en una relación estable. Del mismo modo, consideran que la expresión del afecto en la pareja se debe dar de forma igualitaria y compartida por hombres y mujeres.

Eje 4: violencia contra la mujer: todos los jóvenes participantes reconocen que el maltrato verbal recíproco está naturalizado en sus relaciones de pareja, pero establecen límites claros para evitar que escalone a maltrato físico. Además, reconocen en su relación algunos micromachismos como los celos, ante los cuales consideran que cuando son corroborados con una infidelidad, en lugar de escalonar a la violencia física, han optado por finalizar la relación. De tal manera que el rechazo hacia la violencia contra la mujer es una constante en sus relaciones de pareja.

En síntesis, tanto hombres como mujeres consideran que en sus experiencias de vida son mayores los alcances del empoderamiento femenino que los influjos de la dominación patriarcal tradicional heredada desde la Colonia. Además, resulta notorio en todos los participantes el posicionamiento crítico y de rechazo a las ideas patriarcales latentes en la cultura colombiana y en las generaciones de sus abuelos porque consideran que sus padres son más igualitarios. Del mismo modo, se observa que las jóvenes se sienten en igualdad de derechos civiles y constitucionales a los hombres y viceversa. No obstante, tales logros aparecen fuertemente regulados por el desarrollo científico, tecnológico y las lógicas propias del mercado y la sociedad red, las cuales han contribuido con el empoderamiento femenino, pero a la vez han producido paradojas que se reflejan en la dificultad para relacionarse y negociar equitativamente entre sujetos iguales en una relación de pareja.

Referencias

  • Beck, U. & Beck-Gernsheim, E. (2001). El normal caos del amor: las nuevas formas de la relación amorosa. Barcelona: Paidós.

  • Bonilla, E., & Rodríguez, R. (1992). Fuera del cerco: mujeres, estructura y cambio social en Colombia. Bogotá: Presencia.

  • Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.

  • Collignon, M. & Rodríguez, Z. (2010). Afectividad y sexualidad entre los jóvenes: tres escenarios para la experiencia íntima en el siglo XX. En R. Reguillo (Coord.), Los jóvenes en México (pp. 262-315). México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.

  • Díaz-Aguado, M. (2013). Sexismo en adolescentes y su implicación en la violencia de género. Boletín criminológico, 4(144). Recuperado de: http://www.boletincriminologico.uma.es/boletines/144.pdf

  • Díaz-Aguado, M. (2003). Adolescencia, sexismo y violencia de género. Papeles del psicólogo, 23(84). Recuperado de http://www.achm.cl/file_admin/archivos_munitel/infa/infa12.pdf

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  • Young, K. (1997). El potencial transformador en las necesidades prácticas: empoderamiento colectivo y proceso de planificación. En M. León (Comp.). Poder y empoderamiento de las mujeres. Santafé de Bogotá: Tercer Mundo.

 


Imagen Gordon Johnson en Pixabay

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Doctora en Humanidades con énfasis en estudios de género, Magíster en Lingüística y Licenciada en Lengua Castellana con 25 años de experiencia docente e investigativa en niveles de básica primaria y secundaria.
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Jaqueline Cruz Huertas
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