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Enseñando la verdad: investigación y apoyo de la Comisión de la Verdad a través de las perspectivas de rectores colombianos

La enseñanza de la verdad en el marco del conflicto armado es un proceso complicado, dinámico y que requiere atención a los educadores, administradores, estudiantes, familias, comunidades, y sociedades.

Septiembre 26, 2020

La enseñanza es una actividad intrínsecamente conectada con el contexto social en que se encuentran las personas que conforman la comunidad educativa. Las perspectivas y las acciones de los docentes, estudiantes y rectores forman parte de la formación y la educación de los niños y niñas, adolescentes y jóvenes en cada institución educativa.

En colaboración con la Fundación Compartir y Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia, y la No Repetición (en adelante Comisión de la Verdad) hemos aplicado este marco teórico a una investigación de varias perspectivas sobre la enseñanza de la verdad en el marco del conflicto armado en Colombia. Empezamos con una encuesta para docentes en la que capturamos y analizamos las perspectivas de más de 100 participantes por diferentes partes del país. Luego de esta, seguimos con una encuesta de rectores para comparar y entender sus perspectivas, con el fin de informar el desarrollo del trabajo pedagógico de la Comisión.

A continuación, presentamos los resultados de la segunda etapa de este proyecto iterativo. Nuestra meta es incluir las voces de un rango diverso de educadores y alumnos para presentarlos a la comunidad educativa de Colombia, esperando sus reacciones e invitándolos a participar y conectarse con nosotros.

Etapa dos del proyecto: Encuesta de rectores

Para esta segunda fase, desarrollamos una encuesta parecida a la que usamos para solicitar las perspectivas de los docentes. En este proceso incorporamos las metas y las sugerencias de la Comisión para poder mejor ayudarles con los resultados. El proyecto amplio está basado en apoyar sus esfuerzos para desarrollar una estrategia y apoyos pedagógicos para complementar el informe que va a publicar la Comisión. Usando preguntas cerradas y abiertas, les preguntamos a los rectores sobre su conocimiento de la Comisión, su misión y su trabajo, cómo entienden la verdad en el marco del conflicto armado, el contexto de su comunidad educativa (pensando en la seguridad y en las actitudes de estudiantes, docentes y padres y madres de familia) y sus pensamientos sobre el papel y el proceso de enseñar sobre la verdad.

La muestra no era representativa a una escala nacional, pero incluyó un rango de voces provenientes de contextos diversos. Usamos las redes de la Fundación Compartir y la Comisión para invitar a los rectores de varias instituciones educativas a participar. La encuesta estuvo disponible para diligenciar entre diciembre de 2019 y marzo de 2020 y durante estos meses recogimos las respuestas de 74 rectores. Casi dos tercios eran hombres y tenían entre 39 y 70 años (con un promedio de 55). El número más grande se ubica en la región sur andina (17), pero también tuvimos una representación considerable de Antioquia y la región cafetera (13), la región caribe (11) y la región central (11). La mayoría se identificó como mestizo/a, pero casi el 15% como afrocolombiano/a o negro/a.

Por lo general, esta muestra mostró interés y motivación en promover la enseñanza sobre la paz, la memoria histórica y la educación. Sus respuestas indicaron niveles altos de eficacia, especialmente pensando la posibilidad de apoyar la paz a través de instituciones educativas. Todos menos uno, indicaron que sentían que pueden ser constructores de paz en su institución educativa mientras casi todos estaban de acuerdo o muy de acuerdo con la declaración de que pueden aportar a que el conflicto no se repita.

Cuando comentaron sobre las comunidades en que se encuentran sus instituciones educativas, muchos notaron varios desafíos que se tienen que enfrentar. Más de sesenta rectores respondieron que su comunidad había sido afectada por el conflicto armado y varios notaron que las comunidades alrededor de sus instituciones educativas todavía están en contextos de inseguridad.

Casi la cuarta parte mencionaron el desplazamiento como un desafío en la comunidad, tanto porque viene gente desplazada de otras partes, como porque la gente de la comunidad ha tenido que desplazarse. Muchos notaron que esta experiencia trae una variedad de otros desafíos, por ejemplo, uno respondió que su comunidad ha sido afectada por muchos problemas, como “Desplazamiento, deserción escolar, violencia intrafamiliar, desarraigo, presencia de cultivos ilícitos.” Otro tema sobresaliente y a veces conectada con el desplazamiento, es el de los desafíos económicos.

Pero la violencia y los efectos físicos o materiales no fueron las únicas maneras en que indicaron que su comunidad había sido afectada. Hablaron también de los obstáculos psicosociales en la comunidad, que tienen sus raíces en la experiencia de violencia y el conflicto armado. Expresaron que en su comunidad luchan con el miedo, la desconfianza, la indiferencia y la desinformación y estos son retos para el colegio y para la enseñanza de la verdad.

Fortalezas y Desafíos Notables

A través de sus respuestas, los rectores mostraron fortalezas y desafíos en la enseñanza de la verdad en el marco del conflicto armado. Un primer patrón fueron las actitudes de los estudiantes. Estos rectores no solo expresaron que los chicos y las chicas de sus colegios pueden apoyar la paz, sino que también les interesa el tema. Al mismo tiempo, sus respuestas destacaron una diferencia entre interés en la paz y en la enseñanza del conflicto armado. Aunque más de 90% respondieron que a sus estudiantes les interesa cuando se les enseña sobre la paz, solo el 70% respondieron así cuando se les enseñan sobre el conflicto armado.

Esta diferencia está reforzada por las respuestas frente a la frase ¨los estudiantes de mi institución educativa se han vuelto indiferentes ante las problemáticas del conflicto armado¨. Solo tres rectores estaban muy de acuerdo y 42 (57 % de la muestra) indicaron que estaban en desacuerdo.

En comparación con la encuesta de docentes, menos rectores notaron la falta de recursos materiales como un desafío y una necesidad para enseñar sobre la verdad. Ante la pregunta de qué requieren para enseñar el informe de la Comisión, hablaron de la necesidad de tecnología (como videobeam) y recursos pedagógicos (como textos).

Por lo general, esta muestra de rectores consideró a los docentes de sus colegios como comprometidos y con actitudes positivas con relación a la enseñanza de la paz y la memoria histórica. Sin embargo, casi un tercio de ellos mencionaron obstáculos en las actitudes y las orientaciones de los docentes. Algunos notaron que parecen indiferentes, mientras otros hablaron del miedo y la incertidumbre de los docentes por la situación del país o su comunidad en referencia a la violencia o su falta de conocimiento sobre los temas.

Un rector mostró el impacto del contexto actual en la mente y la motivación de los docentes notando ¨A su vez en el país subsiste en la aulas un sentido de desesperanza, pues el poder está contaminado por la corrupción y no se ven acciones claras para mermar la inequidad y el narcotráfico que son los grandes motores de la violencia.¨ Las palabras de otro refleja la idea de que estos temas puede ser arrolladores: ¨Temerosos, porque muchos de ellos no son del todo conscientes de todo lo que ha pasado en el país, entonces enseñar [lo que no sabemos claramente] y que no es difícil.¨

Los obstáculos emocionales y mentales se conectan con el contexto comunitario; es evidente en estas respuestas que la comunidad y su relación con violencia pasada y actual influyen en los pensamientos de los rectores y sus docentes sobre estos temas. Para algunos, las comunidades donde están sus instituciones educativas todavía tienen una relación con el conflicto armado, lo que hace difícil enseñar sobre el pasado (o desarrollar una educación académica efectiva por lo general).

Muchos sufren todavía de violencia por varios grupos armados, otros de una indiferencia o antagonismo sobre temas de la verdad y memoria histórica, y aun otros de una falta de confianza en el estado y sus organismos (incluyendo la Comisión). Así que, muchos rectores hablaron de la necesidad de no solo trabajar un currículo o hacer programación (actividades, asambleas, charlas, foros, etc.) con los estudiantes, sino también de sensibilizar y fomentar más confianza y conexión con la gente de las comunidades. Esta falta de conexión los incluyó a ellos mismos porque muchos admitieron que no se han conectado con las familias o hecho programación para involucrarles a ellas en los temas de la paz y la verdad en el marco del conflicto armado.

Entendimiento de la ¨verdad¨

En sus definiciones de la verdad, muchos contaron que su idea de la verdad es aquello que es objetivo. Así, hablaron de la verdad como lo que actualmente pasó en el pasado o los hechos que ocurrieron. Casi la mitad de los participantes expresaron esta actitud, como un rector que explicó su manera de pensar la verdad así: “Es la versión de los hechos, sin la interpretación o manipulación de nadie. Es aquello que se observa con los ojos de la justicia y no permite su inclinación por ningún interés, así sea subjetivo o emotivo. La verdad, es la verdad verdadera (con todo y redundancia).” Esta perspectiva se enfoca en la idea de un pasado claro y único, libre de la manipulación.

Entre las varias definiciones de los rectores, otros patrones llamativos también emergieron del análisis. Varios expresaron que la verdad es saber la razón u origen por algo y es útil para informar al entendimiento del presente. Básicamente, la verdad se conforme de ¨Hechos irrefutables que nos permiten entender la realidad.”

Otros negaron una perspectiva objetiva de la verdad y la definieron como un proceso, una serie de acciones para iluminar hechos o acciones tomados en el pasado. Un número menos grande extendieron esta idea de un proceso a la formación de una narrativa. Por ejemplo, uno escribió que la verdad es ¨la suma de muchas versiones sobre un hecho, acompañadas de datos precisos y que tienen en cuenta las circunstancias de tiempo, modo y lugar.”

Unos pocos también aplicaron palabras conectadas con el nombre y la misión de la Comisión cuando escribieron que la verdad tiene que ver con “esclarecer,” “reconocer a las victimas” o servir para prevenir la repetición. La prevalencia de esta perspectiva indica que todavía hay mucho espacio para cultivar una perspectiva crítica y matizada sobre la verdad a un nivel administrativo en el sector educativo colombiano.

¿Qué nos dice?

Aunque la muestra de este estudio no era representativa, nos ofrece algunas pistas para seguir en el trabajo de apoyar a los educadores colombianos a enseñar la verdad. Primero, una estrategia amplia tiene que ser flexible y atenta a los contextos locales. Se necesitan recursos pedagógicos y materiales, pero también apoyo para aplicar el trabajo de la Comisión en sus instituciones educativas y para abordar la diferencia, el antagonismo, el miedo, el riesgo, el nivel de conocimiento y la incomodidad con estos temas que está conectado con factores adentro y afuera de las paredes del colegio. Los docentes y los rectores necesitan capacitación en el trabajo de la Comisión, el informe final (cuando salga) y su implementación, pero este énfasis pedagógico no puede ignorar los contextos ni la realidad psicosocial.

Conectado con el contexto, apoyar a la pedagogía de la verdad en el marco del conflicto armado tiene que ser un proceso que cruce niveles de la sociedad. Es decir, se tiene que enfocar en los estudiantes con materiales y actividades que les motiven, en las instituciones educativas con recursos materiales y capacitación, en las comunidades con un proceso de sensibilización y fomentación de confianza. Este último punto refiere a la falta de conocimiento de la Comisión y confianza en el estado y sus organismos que serían bases fundamentales para usar el trabajo pedagógico de la Comisión para construir una cultura de critica de pensamiento sobre el pasado y su impacto en el presente. 

Aunque pocos hablaron de todos estos contextos y conexiones, las palabras de un rector capturan esta perspectiva amplia y a través de varios niveles. Respondiendo a lo que le gustaría ver cuando salga el informe de la Comisión, escribió: “1. Comprometer a los actores educativos, empezando por el Ministerio de Educación Nacional y las Secretarías de Educación sobre la necesidad de la Enseñanza del Informe de la Comisión de la Verdad. 2.Convertir el Informe como una herramienta pedagógica para la construcción de Convivencia.3. Reconocer nuestra identidad, ¿quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos?”

Esta respuesta destaca la lección más grande de esta parte de nuestro proyecto: que el trabajo pedagógico sobre la verdad tiene que abarcar recursos pedagógicos y apoyo para entender y trabajar el informe de la Comisión junto con un esfuerzo para animar, apoyar y conectar con los proceso colectivos y psicosociales que penetran a las instituciones educativas.

¿A dónde vamos?

Lo que se presenta en este articulo es parte de un proyecto amplio e iterativo. Al mismo tiempo que estamos analizando y considerando estas perspectivas de rectores colombianos, estamos entrevistando a docentes y programando una encuesta para estudiantes. Con una sola encuesta, un estudio, o un esfuerzo no se puede abordar la complejidad de este reto de construir una cultura pedagógica de la verdad en Colombia. Reconociendo esto, este artículo no se publica para ser una declaración y un fin, sino un comienzo y una invitación. Mas que nada, invitamos a la comunidad de educadores colombianos a estar en contacto y a participar en este proyecto. Con su colaboración, seguiremos en este proceso complicado y iterativo para desarrollar recursos y apoyo para incorporar el trabajo de la Comisión en la construcción de una Colombia en paz, donde se respetan los derechos humanos y dignidad de todos y con futuras generaciones que tienen un reconocimiento critico y honesto del pasado.


Imagen Jose Alonso on Unsplash

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Escrito por
Profesor de política y liderazgo educativo de Marquette University en Milwaukee
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Laura María Pineda
Gran Maestra Premio Compartir 1999
Dar alas a las palabras para que se desplieguen por la oración y vuelen a través de los textos para que los estudiantes comprendan la libertad del lenguaje.