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Familia, clave en la educación inclusiva

Con talleres de sensibilización y acompañamiento, secretarías de Educación están apoyando a las familias de niños con y sin discapacidad a entender la educación inclusiva y abrirle el camino.

Diciembre 20, 2018

¿Y qué les digo a los papás? Fue la pregunta que le hizo la directora del jardín infantil a Mónica Cortés cuando se entrevistó con ella para ingresar a su hijo Alejandro. “Lo mismo que cuando llega un niño nuevo”, cuenta Cortés que respondió porque simplemente no existía razón alguna para que los padres supieran que su hijo tiene síndrome de Down. “Y fue una experiencia enriquecedora para los niños, el colegio y las familias”, afirma la actual directora ejecutiva de AsDown Colombia, que recuerda cómo cuando Alejandro se graduó del prescolar, todos los padres se pusieron de pie para aplaudirlo.

“Los derechos no deben variar en relación con la discapacidad. No hay que transformar a los niños, ellos tienen unas características definidas, unas fortalezas y las posibilidades para desarrollarse como personas en una sociedad”, explica la directora, quien lleva trece años trabajando con instituciones, docentes y padres de familia en educación inclusiva.

Y es que sin duda el rol de la familia es clave en la inclusión educativa de los niños y niñas con discapacidad. Son los familiares quienes activan el proceso, sea desde la educación inicial o desde la educación primaria. De hecho, y de acuerdo con varios de los docentes consultados, cuando la familia conoce el derecho que tiene su hijo a ingresar al sistema educativo y entiende que este tiene un papel dentro de la sociedad, se convierte en aliada de las instituciones educativas y el proceso del estudiante suele ser exitoso.

Emilse Zarate, docente de la Institución Educativa Técnica Agropecuaria La Buena Esperanza en Turbaco (Bolívar) recuerda cómo cuando propusieron llevar a los estudiantes con alguna discapacidad a las aulas regulares, los padres de familia se opusieron. “Nos pedían que los dejáramos en el aula especial. Tenían temor porque ellos mismos los creían diferentes e incapaces de aprender como los demás niños y niñas en el aula”, afirma.

El temor ha ido desapareciendo con la realización permanente de talleres de sensibilización para padres los cuales, con el apoyo de la Secretaría de Educación Departamental, buscan concientizar sobre el derecho a la educación de las personas con discapacidad, la educación inclusiva y la creación de condiciones pedagógicas y sociales favorables para su aprendizaje.

 

El conocimiento abre el camino

El Decreto 1421 de 2017, con la cual Colombia reglamentó la atención educativa a la población con discapacidad en el marco de la educación inclusiva, hace responsables a las secretarías de Educación de “fortalecer a los establecimientos educativos en su capacidad para adelantar procesos de escuelas de familias u otras estrategias, para efectos de vincularlas a la formación integral de los estudiantes con discapacidad”.

“Las alianzas y el trabajo con las diferentes entidades, oficiales o privadas, han sido parte de nuestra estrategia y nos han permitido eliminar barreras. El Deceto 1421 nos dio un mayor impulso y la guía en el trabajo con las familias”, dice Claudia Romero, docente del Instituto Educativo General Santander, en Yumbo Valle.

Los talleres de sensibilización que se organizan a través de la escuela de padres buscan acompañar a las familias de los niños, con y sin discapacidad, para fortalecer el proceso de formación, involucramiento y liderazgo. En ellos también se busca que formen redes de apoyo y procesos de movilización y participación social en lo local.

En su experiencia, como madre y como Directora de la AsDown, Cortés concuerda en la creación de redes como algo vital que sirve de apoyo a la familia. “Nada saco con ir a comprar siempre a la tienda y no preparar a mi hijo para ello. Lo que hice fue hablar con el de la tienda, para que le explicara más despacio las vueltas que daba, por ejemplo”, afirma. Además, explica que las familias deben trabajar en otros dos temas específicos. El primero está relacionado con un cambio de visión “que vean más al niño y no su diagnóstico”, y el segundo, comprender que los niños son parte de la sociedad y es necesario prepararlos para ello.

 

Compromiso de parte y parte

La reciente norma deja claro el trabajo mancomunado que deben desarrollar familia e instituciones. El fin de todo es que los estudiantes con discapacidad puedan articular su proyecto de vida de manera autónoma, conozcan y accedan a la oferta de educación técnica, tecnológica y superior disponible, de emprendimiento o formación para el empleo formal.

“Las familias son fundamentales en lograr al máximo que la inclusión de sus hijos e hijas sea una realidad en las instituciones educativas. Son copartícipes del PIAR (Plan Individual de Ajustes Razonables),  ellas conocen a sus hijos y por tanto pueden hacer aportes enormes en la definición de esos ajustes y en la identificación de estrategias de comunicación, entre otros. Son corresponsables y por tanto facilitan procesos de articulación con salud y participan en la conformación de redes de apoyo”, afirma Alicia Vargas Romero, de la Dirección de Calidad del Ministerio de Educación.

El PIAR define también las estrategias de trabajo para las familias durante los recesos escolares, en un principio de corresponsabilidad y de esta forma se facilitan las transiciones entre grados y niveles. El Decreto 1421 ordena que una vez elaborado se realice un acta de acuerdo con los compromisos que se adquieren frente a las situaciones particulares de cada estudiante y debe ser firmada por el acudiente, el directivo de la institución educativa, el docente de apoyo y los docentes a cargo, quienes tendrán una copia para su seguimiento.

Esa acta de acuerdo se constituye en el instrumento que permitirá a la familia hacer el seguimiento, el control y la veeduría a la garantía del derecho a la educación inclusiva de su hija o hijo.

 

Discapacidades cognitiva, la más alta entre los estudiantes

En Colombia se reconocen siete categorías de discapacidad: física, auditiva, visual, sordoceguera, psicosocial (mental), múltiple e intelectual-cognitiva, siendo esta última la que supone uno de los mayores retos.

De acuerdo con Alicia Vargas Romero, de la Dirección de Calidad del Ministerio de Educación, para agosto del 2017 la matrícula de estudiantes con discapacidad intelectual-cognitiva representó el 51 % de la matrícula total de estudiantes con discapacidad (ECD) y para agosto de 2018 subió a 53 %. Le sigue, con un 7 %, la discapacidad psicosocial.

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