Usted está aquí

Otra evaluación docente es posible

Una propuesta de evaluación docente debe definir sus finalidades para clarificar qué quiere: establecer baremos, rankings y datos que justifiquen salarios, despidos o acceso a determinados puestos.

Marzo 12, 2019

El reciente anuncio en los medios de comunicación de que el Consejo Escolar del Estado ha propuesto al Ministerio de Educación español que realice evaluaciones a los docentes ha sido recibido con recelo por una buena parte del profesorado.  

No quedan nada claro, de momento, las finalidades de dicha evaluación más allá de la vaguedad de “introducir planes de mejora”. Tampoco ayuda a generar confianza la propuesta de que sean los alumnos de Secundaria quienes evalúen al profesorado a través de encuestas anónimas, como ya se hace en algunos centros privados y, desde hace años, en la universidad.

A nivel internacional, el ámbito educativo formal se debate entre la tendencia de la rendición de cuentas (accountability), practicada desde hace años en el mundo empresarial y en los países anglosajones en el ámbito educativo y su tendencia opuesta: el empoderamiento de las comunidades profesionales, basado en la confianza y la responsabilidad compartida, que es lo que se practica en el ámbito educativo en países como Finlandia.

En este marco, una propuesta de evaluación docente debe definir sus finalidades para clarificar si lo que quiere es establecer baremos, rankings y otros datos que justifiquen subidas salariales, despidos o acceso a determinados puestos o si, en cambio, desea potenciar comunidades docentes empoderadas que se desarrollen profesionalmente con una evaluación contrastada con criterio científico.

Tras determinar la finalidad de esa evaluación, a continuación, convendría establecer unos estándares o criterios consensuados que sirvan de referente para la práctica docente. En este estudio de la OCDE se puede leer una comparativa de los que utilizan los países o regiones que los han desarrollado ya.

En España hay alguna propuesta como la desarrollada por Marchesi y Pérez en 2018. En el mismo estudio de la OCDE se recoge también una comparativa de estándares de aprendizaje para el alumnado, que sí   existe en la normativa española y para los directores de centros escolares que tampoco existe en la norma española.

Lo que carece totalmente de sentido es lanzarse a hacer unas encuestas al alumnado (o a quien sea) sin tener claro cuáles son los criterios de la profesionalidad docente. Podemos encontrarnos en esas encuestas enunciados como “el profesor llega puntual a clase” o “el profesor domina la materia”, cuestiones ambas que debería controlar una jefatura de estudios, dirección o administración correspondiente en lugar de trasladar su comprobación a los chavales de 12 años.

Hay encuestas en las que se pide al alumnado una valoración del control del aula por parte del profesor o sobre su competencia digital, donde el alumnado interpreta libremente lo que significa esto y puntúa del 1 al 5. Todas ellas son cuestiones en las que se podría recabar información por otros medios, como la comprobación documental, la realización de un portafolio profesional docente, la observación directa en el aula por parte de un experto o un colega, el acompañamiento profesional por parte del equipo directivo o reuniones profesionales basadas en práctica reflexiva.

Hay alternativas válidas a unos cuestionarios cuya inutilidad ya ha sido demostrada en estudios (Uttl et al., 2017, Kornell y Hausman, 2016), realizados en primeros cursos universitarios. El sesgo puede ser aun mayor si se aplican a alumnos más inmaduros, sin entrar en la paradoja ética que supone intentar educar a los alumnos en la responsabilidad de sus actos y sus palabras al tiempo que se piden anónimamente opiniones particulares.

Quizá la evaluación docente produce tanto rechazo porque la evaluación que se conoce y practica con los alumnos de manera generalizada es una evaluación calificadora, sumativa y selectiva, no orientada a la mejora sino a la certificación y practicada de arriba abajo. Cierto es que en los últimos años se han dado pasos importantes en lo que respecta a la clarificación de los objetivos de aprendizaje y criterios de evaluación, así como en la diversificación de los instrumentos (esto de manera más tímida). Pero aún queda mucho camino por recorrer para lograr una evaluación que sirva para aprender y si no, pregunten a sus alumnos qué es para ellos la evaluación.

Otra evaluación es posible tanto para el alumnado como para el profesorado. Del mismo modo que una evaluación formativa de los alumnos (orientada a la mejora del aprendizaje, que involucra y pone como protagonista al alumno, cualitativa, basada en el feedback) es más eficaz, atendiendo a lo que dice la investigación, los mismos principios de la evaluación formativa podrían aplicarse con los profesores para ir hacia un modelo de desarrollo profesional docente basado en comunidades profesionales con responsabilidad compartida. La evaluación docente no ha de ser una evaluación “a” los docentes, sino “con” y “para” ellos.

 


REFERENCIAS

Estudios sobre evaluación docente:

 

Estudio sobre competencias profesionales:

  • Centre of Study for Policies and Practices in Education (CEPPE), Chile (2013), “Learning Standards, Teaching Standards and Standards for School Principals: A Comparative Study”, OECD Education Working Papers, No. 99, OECD Publishing. http://dx.doi.org/10.1787/5k3tsjqtp90v-en (consultado 11/01/2019).
  • Estudio sobre la técnica de la observación en el aula para la evaluación del profesorado:
  • O’Leary, M. (2011). “The Role of Lesson Observation in Shaping Professional Identity, Learning and Development in Further Education Colleges in the West Midlands.” Tesis doctoral, Univesity of Warwick, September 2011. https://www.researchgate.net (consultado 11/01/2019).
  • O’Leary, M. (2014). Classroom Observation. A guide to effective observation of teaching and learning. Londres: Routledge. ISBN: 9781136316753

 

Referencias para saber más sobre evaluación formativa:

  • Hattie, J. (2017). Aprendizaje visible para profesores. Maximizando el impacto en el aprendizaje. Madrid: Paraninfo. ISBN:9788428338608.
  • Sanmartí, N. (2007). Evaluar para aprender. Barcelona: Graó. ISBN: 9788478274734.
  • Wiliam, D. (2011). Embedded Formative Assessment. Bloomington (UK): Solution Tree Press. ISBN: 9781934009307.
  • Wiliam, D. (2018). Creating the schools our children need. Learning Sciences International. West Palm Beach (FL): Learning Sciences. ISBN: 9781943920334.

 

Lea el contenido original en el blog de Práctica Reflexiva.

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
Consultora en el ámbito de la educación. Miembro del equipo de apoyo de la PIPR.
No hay votos aun
Estadísticas: .
Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer