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Permanencia de docentes y directivos rurales. Calidad de vida en el territorio

Este artículo presenta unas de las causas más importantes que influyen en la permanencia o deserción de los maestros rurales de las escuelas. 

Octubre 28, 2019

Pocos estudios consideran los factores extrínsecos como un condicionante de la permanencia de los docentes. Al parecer, el gran peso que tienen las condiciones salariales en la estabilidad de los cargos de los maestros invisibiliza el rol que tienen las condiciones estructurales de los contextos para promover una mayor o menor permanencia de los docentes y directivos en las escuelas. Sin embargo, al profundizar en la educación rural, esta variable surge como una de las causas más fuertes que originan deseos de deserción en los maestros.

Como se vio en el apartado anterior, la capacidad de consumo de bienes y servicios de los docentes y directivos rurales está determinada principalmente por sus ingresos salariales. No obstante, según lo observado, esta capacidad está mediada por condiciones específicas de cada una de las zonas (rurales y urbanas).

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En este sentido, Ezpeleta y Weiss (1996) en México, Brumat (2011) en Argentina y Montero (2001) en Perú mostraron cómo las condiciones de vida en —términos materiales— de los contextos de las escuelas rurales inciden en el ausentismo de los docentes y en la dificultad de los Gobiernos para consolidar un cuerpo docente para la ruralidad. Esta misma situación es descrita por Monk (2007) al analizar los problemas de reclutamiento y retención de los maestros en las zonas rurales de Estados Unidos, donde se señala la influencia de la dispersión y la distancia de las escuelas con las concentraciones de población, en la rotación de maestros y en las dificultades de contratación, lo cual resulta en una menor proporción de docentes altamente capacitados en estas zonas.

En América Latina, la educación rural se caracteriza por estar ubicada en zonas con altos relieves, ausencia de caminos pavimentados y deterioro de sendas por los picos climáticos, a cuyos retos se les suma la limitada red de energía eléctrica y de agua potable. Esto hace que las escuelas rurales en la región sean un destino laboral que no siempre es aceptado por los maestros y se presente una alta rotación de personal (Brumat, 2011).

Como se observó en el capítulo 1, la ruralidad en Colombia es diversa y contiene distintos grados de profundidad y dispersión. Esto hace que se den múltiples interacciones entre los entornos urbanos y rurales, pero también que se den grados distintos de desarrollo. No obstante, en el país toda la ruralidad reporta unos niveles de pobreza —monetaria y multidimensional— superiores a las zonas urbanas, configurando diferentes brechas sociales. Por ello, para el estudio fue fundamental ponderar el peso que atribuyen los docentes y directivos rurales a la calidad de vida que encuentran en estos contextos rurales —cuyas condiciones de pobreza y precariedad son más evidentes— y cómo ésta se relaciona con una expectativa de traslado o deserción de la carrera.

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La percepción de la calidad de vida de los docentes y directivos rurales está directamente vinculada con la profundidad de la ruralidad en la que se encuentren. Por una parte, los maestros ubicados en territorios rurales con una interacción permanente con entornos urbanos no revelan que la falta de bienes y servicios de sus zonas los motive a desertar, pues pueden trasladarse a las cabeceras municipales o a los entornos urbanos para satisfacer sus necesidades. Sin embargo, por otra parte, los maestros ubicados en zonas más dispersas manifiestan que su permanencia en zonas con alta precariedad de servicios es limitada. Perciben que no esperarán muchos años en solicitar traslado de estos territorios.

En general, se encuentra que estos territorios dispersos se caracterizan por tener problemas importantes de calidad del agua y energía; de hecho, es habitual tener la suspensión de estos servicios diariamente.

“Hoy es un día que no hay luz, no hay agua, la misma parte de aseo no llega. Hasta ahorita estamos trabajando para que haya gas natural” (directivo docente rural, Ciénaga, Magdalena, entrevista, 2018, 1:16:06 min).

“Si él o ella son solteros se van sin problema… el problema es cuando él o ella tienen pareja: que no puedo ver a mi esposo, que no puedo ver a mi esposa, que mis niños… Muy pocos llevan a las familias porque en nuestras zonas rurales todavía carecemos de muchas cosas, son pocos los pueblos que tienen planta eléctrica o energía, por lo general ellos tienen que llevar su agua… entonces nadie quiere arriesgar la familia, tú sabes, la malaria” (funcionario Secretaría de Educación de Buenaventura, entrevista, 2018, 31:00 min).

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En algunos lugares no hay presencia de centros de servicio médico, de entidades prestadoras de salud (EPS) ni de instituciones prestadoras de salud (IPS); solo se cuenta con puestos de salud, donde no siempre está presente el médico, y además cobran el servicio. Asimismo, allí no existen o se encuentran espacios limitados de tipo cultural como escenarios deportivos, bibliotecas y librerías. En el caso de las viviendas, estas se caracterizan por tener una infraestructura deficiente.

“Acá vive uno humildemente: una casa con tablas; algunas tienen piso, otras no. Entonces pues acá ya es diferente la parte física de las viviendas, es distinto y uno tiene que acomodarse a eso” (docente rural 3, Puerto Libertador, Córdoba, entrevista, 2018, 19:58 min).

Frente a las dificultades que encuentran los maestros rurales en lugares dispersos, estos expresan que prefieren tomar distancia de sus familias. El resultado de ello es que muchos docentes y directivos viven aislados de sus parejas e hijos. Para el caso de los hijos, generalmente los maestros prefieren dejar su cuidado bajo la responsabilidad de abuelos o tíos que se encuentren en centros urbanos o ciudades intermedias. Consideran que el mismo contexto donde laboran limita las posibilidades de desarrollo emocional y académico de sus hijos.

“El hecho de que uno tenga que desarraigarse de la familia: uno tiene que dejar a la familia, venirse, y también los factores de riesgo de tener que viajar con tanta frecuencia cansa. Ese es uno de los principales motivos por los que no se da la permanencia del docente rural, a no ser que se arraigue acá con su familia o haga su familia en esta zona” (docente rural 1, Puerto Libertador, Córdoba, entrevista, 2018, 35:36 min).

“El contexto de acá me dio mucho miedo, porque cuando él estaba estudiando acá [el hijo] me empezó a hablar que tal niño me habló de la guerrilla, entonces cuando él me dijo: ‘Yo me quiero ir a estudiar a Popayán’, dije: ‘Mejor lo saco de acá’” (docente rural 2, Argelia, Cauca, entrevista, 2018, 6:26 min).

Dentro de los relatos de los maestros rurales se observa que, aunque el deseo de deserción de los territorios rurales dispersos es latente, en la mayoría de los casos los docentes no abandonan sus cargos. Es frecuente que soliciten y gestionen en las Secretarías de Educación el traslado a zonas rurales con mayor acceso. Para quienes no logran el traslado, esta situación va configurando un sentimiento de frustración que aumenta su malestar docente de manera significativa.

Este texto hace parte del capítulo 4. Permanencia de los docentes y directivos docentes rurales en Colombia, del estudio ‘Docencia rural en Colombia: educar para la paz en medio del conflicto armado’ realizado por Fundación Compartir. 

Descargue el estudio completo.

 

 


Imagen Docencia rural en Colombia: educar para la paz en medio del conflicto armado

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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.