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Radio Sutatenza, un hito de la educación rural en Colombia
Este es un breve recorrido sobre el rol pedagógico de Radio Sutatenza en las zonas rurales de Colombia y un análisis sobre los desafíos actuales de la educación rural.
Radio Sutatenza se creó en el año 1947 por iniciativa del sacer - dote José Joaquín Salcedo, quien al llegar a Sutatenza (Boyacá), consciente de la necesidad de alfabetizar a los campesinos (que para ese entonces representaban al 61,3% de la población del país, de acuerdo con la información del censo de 1951) y de las condiciones particulares de la geografía colombiana, vio en la radio un medio eficiente de educación para llegar a estas zonas de difícil acceso.
Las primeras emisiones de esta escuela radiofónica impartieron lecciones de catecismo, lectura, escritura y matemáticas. En 1948 se inauguró oficialmente la emisora, que recibió de la General Electric Corporation algunas donaciones, entre las que se cuentan receptores de radio, un transmisor, una antena y diferentes accesorios que hicieron posible su funcionamiento. Más adelante recibió la financiación de entidades como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (Gumucio, 2001).
Dada la importancia de la emisora para brindar educación a la población rural colombiana, fue fundamental la distribución de equipos radiales de Ra - dio Sutatenza que los campesinos podían adquirir a través de las sedes de la Caja Agraria en los municipios rurales. Posteriormente, con la amplia difusión de los radios transistores, que por su pequeño tamaño era muy fáciles de transportar, la posibilidad de educarse fuera del hogar se convirtió en una real oportunidad educativa (Uribe, 2018).
Radio Sutatenza se consolidó a través de la Acción Cultural Popular (ACPO), una fundación religiosa que bajo su lema “La educación nos hace libres” ideó distintos mecanismos de formación para disminuir las brechas entre la calidad de vida urbana y la rural. Entre estos, además de las escuelas radiofónicas, se encuentran la publicación del periódico El Campesino, de circulación nacional, y los Institutos Sutatenza, que se encargaban de la formación de los líderes comunitarios. Estos últimos eran quienes complementaban el proceso educativo que efectuaba la emisora, pues acompañaban de manera presencial a los campesinos profundizando en los temas que se explicaban en la emisora. Además de estos multiplicadores, se contaba también con material de apoyo, que eran las cartillas que guiaban las clases (Fundación ACPO, 2019).
Las temáticas de las lecciones iban desde la enseñanza de la matemática y del lenguaje hasta aspectos de la de la vida cotidiana, como las costumbres y problemáticas del campo. También se buscaba la promoción de temas que mejoraran la calidad de vida de la población rural como los hábitos de higiene y la planificación familiar.
A medida que los campesinos se alfabetizaban empezaron a enviar cartas, coplas y poesías a Radio Sutatenza, las cuales eran leídas en la emisora y también recibían una respuesta escrita. De manera que para 1954 se había establecido una “red de correspondencia” que también se sumó como un mecanismo de formación a los que ya existían.
Más adelante, ACPO realizó una serie de alianzas con instituciones públicas y privadas para que Radio Sutatenza se replicara en todas las regiones del país, logrando un alcance nacional. Adicionalmente, se convirtió en el referente de educación rural para algunos países en América Latina como Chile, Argentina, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela y Nicaragua.
Terminando la década de los ochenta, la cobertura de Radio Sutatenza se redujo como consecuencia del desplazamiento de las poblaciones rurales hacia la ciudad que produjo la violencia y de la llegada de otros medios de comunicación como la televisión y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
La última transmisión de la emisora fue en el año de 1994, cuando falleció el padre Salcedo y Radio Sutatenza se convirtió en distintas emisoras comerciales. No obstante, la ACPO continúa funcionando con las escuelas digitales campesinas que ahora aprovechan los nuevos recursos tecnológicos. Radio Sutatenza en el año 2017 recibió por parte de la Fundación Alejandro Ángel Escobar el Premio Solidaridad por su labor en la educación del campesino y destacar al campo colombiano como un eje central para el desarrollo del país.
La puesta en marcha de iniciativas nacionales y territoriales muestra una necesidad apremiante de implementar acciones específicas para el mejoramiento de la educación rural que responda a la deuda histórica que ha tenido Colombia con las poblaciones rurales y que rompa la reproducción de los ciclos de conflicto armado y violencia del país. Como se observará más adelante, la presencia del conflicto armado en la ruralidad afecta la prestación del servicio educativo en la medida en que la infraestructura educativa —que tiene un alto costo para el país— queda en medio de los enfrentamientos; se dificulta el desarrollo e implementación de estrategias de calidad; se impide la asistencia de los estudiantes a las escuelas; y lo más importante, se propaga el miedo y la desesperanza en los maestros, afectando su desempeño en las aulas y sus posibilidades de desarrollo profesional.
Así las cosas, la educación en la ruralidad requiere con urgencia la implementación de reformas de tipo estructural e integral que permitan organizar los esfuerzos que se realizan desde las entidades del Estado, desde las instituciones educativas y desde las organizaciones no gubernamentales y civiles. Estas reformas exigen el compromiso político en todos los niveles del Estado, desde el nivel nacional hasta los niveles territoriales, y una inversión económica suficiente para costear los dos billones que aproximadamente cuesta una reforma de este tipo (MEN, 2018). Estos dos factores son el insumo clave para realizar las transformaciones de la arquitectura institucional del sistema educativo para responder a las necesidades de la educación rural.
Este artículo hace parte del estudio ‘Docencia rural en Colombia: educar para la paz en medio del conflicto armado’, realizado por Fundación Compartir.
Descargue el estudio completo.
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