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Retos de la formación ética a nivel universitario: el caso de la desconexión moral

La formación ética de estudiantes universitarios suele ser abordada a través de asignaturas que, la mayor parte de las veces, se cursan durante los primeros semestres.

Agosto 2, 2018

En algunos casos, esto se ve reforzado en el currículo con el estudio de éticas profesionales que suelen enfatizar en las dimensiones legales o deontológicas del ejercicio laboral. No obstante, pareciera que estos esfuerzos no logran cumplir con el objetivo de una verdadera formación ética consistente en ampliar la capacidad de juicio y desarrollar los hábitos necesarios para una adecuada toma de decisiones en las distintas esferas de la vida.

De acuerdo con diferentes expertos como Michael Slote y Joan Tronto esto se debe a diferentes tipos de razones. En primer lugar, el hecho de que tradicionalmente la formación ética se haya desarrollado a través de conceptos (valores, principios, obligaciones, deberes), ya que el conocimiento sobre los mismos no garantiza su interiorización como criterio de acción en la toma de decisiones.

Por otro lado, la estructura tradicional de los programas académicos no garantiza la continuidad en el ejercicio formativo, toda vez que, en el mejor de los casos, los estudiantes cuentan con dos clases con un promedio de quince sesiones por semestre, lo cual suma apenas unas 60 horas dedicadas a la reflexión ética en programas que duran 5 años. En tercer lugar, dado que la formación que se da en el aula de clase no es tan solo aquella que está presente en los documentos institucionales, sino que responde a una serie de prácticas, actitudes y dinámicas no oficiales, hay un espacio de acción que no se suele considerar pero que hace parte fundamental de la formación del estudiante: el currículo oculto.

En ese sentido, una respuesta que ha hecho carrera en múltiples instituciones para abordar estas problemáticas consiste en la transversalización de la ética desde un enfoque plural. Se trata de una apuesta que busca que las diferentes instancias de las organizaciones educativas (directivos, docentes y funcionarios) se comprometan en sus espacios de acción con el desarrollo de una perspectiva ética, de forma tal que a lo largo de su carrera los estudiantes sean partícipes de una experiencia y no solo escuchas de conceptos y doctrinas.

El enfoque plural, por su parte, nutriéndose de las reflexiones de la psicología del desarrollo y las éticas del cuidado señala que, de forma complementaria a los conceptos y su apuesta por ampliar la capacidad de juicio, es necesario promover el desarrollo de sentimientos morales tales como la empatía, la solidaridad, la indignación o el resentimiento, que son móviles de las acciones éticas.

¿Cómo transversalizar la ética de manera efectiva? ¿Qué estrategias pedagógicas se pueden utilizar para ampliar la capacidad de juicio? ¿Cómo desarrollar experiencias educativas que permitan el desarrollo de sentimientos morales? ¿Cuál es el estilo de enseñanza más adecuado para un profesor que desee formar desde una perspectiva ética? ¿Cómo se puede evaluar la ética? ¿Cuál es la formación ética más adecuada para el desarrollo de una ciudadanía democrática? Todas estas preguntas, junto con las problemáticas paralelas que de ellas emergen, deben poder ser resueltas en el marco de cualquier institución que se tome en serio la formación integral.

El propósito de esta columna es reflexionar sobre dichos interrogantes de manera gradual, a través de entregas quincenales, con el objetivo de brindar insumos a los educadores interesados en el tema, al tiempo que se realiza una sistematización de naturaleza divulgativa de algunos resultados de investigaciones personales adelantadas al interior del Centro de Formación en Ética y Ciudadanía de la Universidad del Rosario.  

A parte de los retos ya mencionados, una dificultad que está en el corazón mismo de la formación ética y cuya preponderancia es visible en el marco de la sociedad colombiana, es el fenómeno denominado por Albert Bandura como desconexión moral. Quisiera terminar esta columna con una explicación general de tal fenómeno, la cual será retomada en próximas entregas, con el propósito de plantear la urgencia de una reflexión e intervención ética que le haga frente.  

Luego del descubrimiento y esclarecimiento de los hechos ocurridos en los campos de muerte del este de Europa durante la segunda guerra mundial, múltiples intelectuales dedicaron buena parte de sus esfuerzos a comprender dicho fenómeno.

Una de las preguntas que planteaba Primo Levi, sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz, en su famoso relato Si esto es un hombre al tratar de comprender su experiencia como víctima era: ¿Cómo es posible golpear a un hombre sin odiarlo? Esta pregunta expresa la sorpresa de aquel que no es reconocido y es vulnerado por otro, sin que haya alguna razón u ofensa anterior que explique esa actitud de parte del agresor.

Se trata, así mismo, de una pregunta que de forma paralela interroga al testigo: ¿Cómo es posible que ante el daño a un tercero nadie haga nada? Bien podría señalarse que en la situación límite del campo de concentración el miedo a la coacción explica la ausencia de solidaridad. No obstante, se trata de una situación que no es exclusiva de la experiencia límite, sino que se presenta con regularidad en la cotidianidad.

Uno de los trabajos pioneros en la comprensión de lo ocurrido en el campo de muerte fue la investigación adelantada por Stanley Milgram desde el ámbito de la psicología social. En su libro Obedience to authority: an experimental view, el autor explica que las acciones humanas no responden simplemente a la voluntad y deseos de los agentes, sino que se encuentran mediadas y son influenciadas por factores externos que, de modo sutil, pueden hacer que personas buenas lleguen a realizar acciones moralmente reprochables.

En el caso de Milgram, aquello que juega un rol fundamental para comprender el problema del daño es la obediencia ciega a la autoridad. A través de un experimento el autor muestra cómo, bajo ciertas condiciones, las personas sienten que lo que están haciendo no es su propia responsabilidad en tanto que lo ejecuta como el resultado de la orden emanada por una autoridad que considera legítima.

Lo que explica Milgram es el modo en que los sujetos realizan un desplazamiento o disolución de la responsabilidad al concebirse como piezas de un engranaje. Desde una perspectiva ética, ello es lo que se puede llamar una pérdida de la agencia moral.

Esta pérdida de agencia identificada por Milgram dio origen a una gran cantidad de reflexiones sobre fenómenos similares. Una de las más completas es la realizada por Philip Zimbardo en su texto El efecto Lucifer. El porqué de la maldad. En dicho libro el autor, intentando comprender los crímenes cometidos por soldados americanos en la prisión de Abu Ghraib durante el 2003 para con los reos iraquíes (tortura, abuso, humillación), sistematiza diferentes fuerzas situacionales que explican, sin justificar los hechos, la génesis de la maldad.

Entre estas fuerzas destacan la idea de crear un enemigo común como base de la construcción de identidad, los eufemismos que deshumanizan al otro, la obediencia a la autoridad y la disolución de la responsabilidad. Se trata de un documento, no obstante, que se nutre de la tipología desarrollada por Bandura la cual, en muchos sentidos, es la más completa para entender ese tipo de hechos.

Bandura entiende el fenómeno de la desconexión moral como un empobrecimiento de la agencia moral que se expresa en la falta de remordimiento ante el daño realizado, o bien en la frialdad e indiferencia ante el daño y el sufrimiento provocado por otros. La desconexión moral no es, sin embargo, un proceso gratuito, sino que es el resultado de múltiples creencias y prácticas en las que juega un papel fundamental la interacción social y los estándares morales de la comunidad o el grupo al que se pertenece.

Según el autor, existen diferentes mecanismos de desconexión moral los cuales tienen en común que constituyen mecanismos justificadores que frenan el papel de la auto-regulación o la auto-sanción. 

Los mecanismos expuestos por Bandura son: la justificación moral, el etiquetado eufemístico, la comparación ventajosa, el desplazamiento de la responsabilidad, la difusión de la responsabilidad, la desatención o distorsión de las consecuencias, la deshumanización, el poder de humanización y la atribución de culpa.

Considero que se trata de una tipología profundamente útil para todo educador interesado en formar desde una perspectiva ética, más aún cuando nos hemos comprometido con la construcción de paz en nuestra nación y nos enfrentamos al terrible fenómeno de la naturalización del daño. Vivimos en un contexto violento en el cual las personas son frías ante el sufrimiento del otro, consideran que no tienen deberes morales más allá de su círculo afectivo y no se sienten interpelados ante las demandas del tercero.

Ante tales problemas la tipología expuesta por Bandura nos permite comprender algunas de las razones de dichas situaciones y cifrar posibles modos de respuesta. ¿En qué consiste cada postulado? ¿Se presentan fenómenos de desconexión moral en el aula? ¿Cómo hacerles frente? Estas preguntas serán abordadas en la próxima columna. 

 

Bibliografía

  • Bandura, A. (1999). Moral disengagement in the perpetration of inhumanities. Personality and Social Psychology Review 3 (3). 193 -209
  • Bandura, A (2006) Mechanisms of moral disengagement in support of military force. The impact of Sept. 11. Journal of social and clinical psychology 25 (2). 141 -165  
  • Levi, P. (2013). Si esto es un hombre. Barcelona: El Aleph.
  • Slote, M. (2010). Moral sentimentalism. Oxford: Oxford University Press.
  • Tronto, J. (2013). Caring Democracy. Markets, equality and justices. New York: New York University Press.
  • Zimbardo Philip (2012). El efecto Lucifer. El porqué de la maldad. Madrid: Paidós
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Escrito por
Profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad la Gran Colombia. Filósofo, Magister en filosofía de la Universidad del Rosario. [email protected]
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Henry Alberto Berrio Zapata
Gran Maestro Premio Compartir 2007
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