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Sobre la universidad y la guerra
La universidad debe seguir fijando posiciones claras y definidas tanto en su organización académica como en sus posicionamientos políticos y culturales frente a las amenazas de guerra.
En la mundialización del mercado el tema de la guerra además de hacerse habitual pareciera que marca solo una ruta de destino, el de la normalización. Y aunque en Colombia hemos dado un salto sin precedentes a favor de la paz, los asuntos sin resolver a nivel político en el posconflicto adquieren una preponderancia muy connotada, ya que continúan sembrando rivalidades y odios donde la única afectada es la sociedad.
En efecto, al involucrarla en disputas cargadas de desinformación y de verdades a medias, cada día quien ve y escucha lo que comunica el noticiero de turno se va quedando sin herramientas para hacer una lectura crítica de lo que se está jugando en el ámbito de la paz.
Pareciera entonces que la única alternativa es la de creer la tendencia de los medios de comunicación. Ante tal panorama, la universidad hoy más que nunca debe seguir fijando posiciones claras y definidas tanto en su organización académica como en sus posicionamientos políticos y culturales frente a las amenazas de guerra internas y/o mundiales.
La universidad colombiana debe ser consiente que al heredar principios centenarios de verdad y libertad no puede plegarse a estructuras dependientes de la fuerza, las cuales tratan de imponer formas absolutas de la administración de la vida a nivel global.
En este sentido, es menester repensar e incurrir en nuevas capacidades que nos distancien de las racionalidades de los años setenta del siglo XX (materialismo histórico), toda vez que solo nos sumergieron en la conflictividad como único horizonte de sentido.
La responsabilidad de la universidad frente a la guerra pasa necesariamente por el posicionamiento de nuevas funciones en el contenido exigible a una institución formadora de talento superior, por ello la universidad debe abrirse al horizonte de la innovación solidaria basada en el uso social del conocimiento y la prioritaria atención de las necesidades del territorio y sus gentes.
El reto de la universidad frente a la guerra presupone la gestación de un nuevo paradigma de pensamiento que permita la lectura de las realidades incendiarias en clave de creación, imaginación y creatividad a través del desarrollo de un pensamiento crítico social basado en el estudio juicioso de las experiencias vividas y de las potencialidades que los fenómenos de guerra produjeron y las ideas que la provocaron.
La universidad tiene frente a la guerra la más alta responsabilidad pedagógica la cual es la transformación de esquemas profundamente arraigados a la cultura como la competencia individual y la dialéctica estrictamente erudita; la universidad debe fundamentar a través de prácticas pedagógicas de excelencia la cultura de la no violencia que incentive la no polarización de las fuerzas involucradas mediante un posicionamiento de los participantes en procesos integrales de desarrollo comunitario y de trabajo solidario.
El manejo académico de modificar las comprensiones y prácticas para fortalecerse a partir de análisis riguroso del uso social del conocimiento y de la tecnología demanda acciones locales regionales y nacionales mediante el descubrimiento de saberes generados por las mismas comunidades en su lucha por la vida y la defensa de sus derechos los cuales resignificados transforman y dan sentido a un nuevo momento del desarrollo endógeno, en ese sentido, la formación de maestros y las condiciones que hoy se exige para su desarrollo están evidentemente muy distantes no solo de la realidad de las escuelas colombianas sino que son el preámbulo de la desaparición de la profesión docente, pues esto señores, no es Finlandia.
“La universidad debe fundamentar a través de prácticas pedagógicas de excelencia la cultura de la no violencia.”
La comprensión de los procesos de desarrollo que de la educación se espera, requiere de un proyecto que organice nuestra participación institucional, y a su vez, presupone tener una aproximación conceptual en los temas sustantivos desde los cuales se pretende actuar, por ejemplo, el papel de la Asociación Colombiana de Facultades de Educación – ASCOFADE ha de ser más que un órgano de representación y agremiación, tiene que ser un centro de pensamiento con incidencia real en la política pública de educación que haga una efectiva defensa del derecho que tienen los niños y las niñas de contar con docentes con una formación pedagógica pertinente que les haga de su vida en la escuela una experiencia de felicidad y realización personal contextualizada y pertinente con la realidad que los circunda.
Así pues, situados en la realidad teórico-práctica y para dar alcance a las propuestas que comprometen la reflexión de la universidad de cara a la proliferación de los conflictos bélicos, la participación institucional, la orientación de la docencia y la investigación son ejes trasversales desde los que es posible empujar la transformación de los esquemas y significados de la convivencia ciudadana y de la democracia como fuentes del proyecto socio-político nacional.
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