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¡Auxilio Maestro! Papel del docente en la sociedad del siglo XXI

Reflexión sobre la labor del maestro de jóvenes desesperados por ser comprendidos y aceptados en la sociedad actual.

Marzo 19, 2017

De la autocrítica y la reflexión interna surgen las siguientes preguntas:

¿Será que los maestros somos dinosaurios reacios a adaptarnos a la nueva era?

¿Seremos los maestros utópicos, soñadores, capaces de comprender el pensamiento libre que anda en la mente de los jóvenes de hoy? o ¿seremos rastro de un desahuciado pensamiento ideológico de una sociedad perdida en el tiempo?

La sociedad actual ha influenciado en el aprendizaje de los jóvenes adolescentes, donde su mayor preocupación no es su preparación para un mundo globalizado, sino su aceptación y popularidad entre sus pares.

Como maestros, hemos entrado a salones de clase, en donde los jóvenes, en su silencio profundo, expresan lamentos de desamor hacia la vida misma. Casos a flor de piel tenemos frente a nuestros ojos, pero en nuestro afán por cumplir con los tiempos y metas propuestas en la planificación propia de los maestros, olvidamos, o peor, invisibilizamos a esos chicos y chicas desesperados, con ganas de gritar y expresarse.

Hoy, a los maestros, la sociedad y las políticas gubernamentales nos han dado un rol más allá del que estamos preparados, estudiado, y de lo que a nivel personal nos hemos propuesto.

Formamos jóvenes que encajen en la actual sociedad absorbente y consumista, olvidando el ser sensible y humano que somos. A jóvenes donde su libertad de pensamiento se trunca por las limitaciones por los deberes impuestos.

El verdadero sentido de la educación, del maestro, es la inspiración de los jóvenes, mediante la construcción de caminos que los lleven a ser felices, a realizarse como personas, como profesionales exitosos, como personas espirituales, creadoras de pensamientos liberadores y aportantes a la sociedad.

La calidad de vida conlleva a diversas connotaciones que depende de innumerables factores internos y externos en una sociedad, pero si queremos que los jóvenes se inspiren deben comenzar por tener claro que sin un medio ambiente, alimentación, y educación adecuada, será casi imposible llegar a que estos hombres del futuro sean socialmente productivos y ante todos felices consigo mismos.

Los maestros tenemos la obligación de entender y comprender la problemática juvenil de este tiempo; no podemos vivir de remembranzas de un pasado mejor. Debemos vivir el ahora, el hoy, que es el que nuestros jóvenes viven. Debemos estar al tanto de sus manifestaciones ideológicas, de su lenguaje verbal, escrito y corporal, de sus necesidades reales. Este entendimiento de su entorno es nuestra fortaleza al momento de crear ambientes adecuados en el proceso de enseñanza – aprendizaje dentro del aula.

Cuando ¡TÚ!, maestro, te apasiones por tu quehacer, cuando encuentres el equilibrio de entre la emotividad y la racionalidad, entre lo planeado y lo necesitado, cuando encuentres la verdadera visión de tu vocación y profesión, se puede afirmar que se ha encontrado el verdadero camino que hay que seguir en la educación del siglo XXI.

La práctica pedagógica centrada en sólo enseñar, en sólo transmitir, en sólo imponer conocimiento, es una forma de generar violencia psicológica sobre nuestros adolescentes, los cuales al final en muestra de rebeldía consciente o inconsciente dejan en segundo plano el objetivo real de la educación que es la formación de seres humanos.

Cuando un estudiante reconoce sus debilidades, reconoce sus fortalezas, y el maestro sabe leer la verdadera necesidad del estudiante, la armonía entre aprendizaje y enseñanza volverá al aula de clase.

En nuestras manos está el futuro de nuestra sociedad, reconozcamos las realidades de nuestros jóvenes, los cuales tienen intereses muy diferentes a los nuestros, somos generaciones diferentes y distantes que coincidimos en un tiempo cambiante, por lo que nosotros los maestros tenemos que adaptarnos a esta nueva sociedad de jóvenes interesados y prestos al conocimiento actualizado.

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Docente de ciencias naturales, física y medio ambiente
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Luis Fernando Burgos
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