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Construir de memoria colectiva: una práctica que debe ser ejecutada desde la escuela
La escuela desde siempre ha sido el eje fundamental de la sociedad desde la antigüedad y es en este momento crucial para el país donde esta juega el papel emancipador.
La construcción de memoria colectiva en Colombia es una práctica que debe ser ejecutada desde la escuela, pretender un proceso psicológico que trasgrede la escala del recuerdo individual para convertirlo en un proceso colectivo y en comunidad en Colombia es hablar de la existencia de factores sociales que de manera reflexiva inciden en la construcción de la memoria de la guerra. En la búsqueda de fijar una identidad histórica en el país ha reconstruido e inmortalizado en el papel un capítulo de nuestra historia desgarradora e implacable que no perdona y tampoco olvida.
La escuela desde siempre ha sido el eje fundamental de la sociedad desde la antigüedad y es en este momento crucial para el país donde esta juega el papel de emancipadora, donde se espera exista una etapa inicial en la enseñanza de la memoria colectiva con el fin de reconstruir el pasado y fijarle un rostro a la memoria histórica pero aún más importante crear conocimiento profundo acerca de la cultura y valores de paz.
Joubert (1824) afirma que enseñar es aprender dos veces aunque podrían ser mil veces este razonamiento obedece a lo que se espera nuestro país aprenda acerca de su propia historia, pues no estamos hablando de maestros enseñando a una comunidad a reflexionar, puesto que hasta nosotros mismos debemos aprender una, dos y hasta mil veces lo que está en juego y que a mis ojos es el desafío educativo de este siglo. En la partica educativa colombiana se contemplan muchos aspectos formativos y de carácter obligatorio pero jamás se ha impartido la reflexión y si como maestros no hacemos el ejercicio ¿Cómo impartirlo en la práctica?
El olvido es la identidad que posee mi país justo ahora, pues es la postura más accesible antes de construir una memoria que evoca el dolor y la destrucción que vivimos, que nos trasgrede así en la escala del recuerdo. Inmortalizar es no olvidar pero el recuerdo duele y no perdona según Abad Faciolince (2006) recordar es pasar otra vez por el corazón y en estos tiempos de penumbra significa darle rostro al dolor.
El maestro y la escuela deben adquirir responsabilidades sociales más allá de su quehacer pues la exigencia del entorno siempre marcará la pauta del camino a seguir para el maestro, Colombia necesita con urgencia la reflexión de su propia historia, necesita empezar a fijarle un rostro a su pasado sin dejar de lado la memoria. Muy pocos reconstruyen su historicidad y vuelven sobre ella.
Finalmente, la construcción de paz es una práctica que no debería quedarse en el papel pues este cede a través del tiempo, es capaz de olvidar, mientras que la escuela tiene rostro que es indeleble en el tiempo, perdona y emancipa. La escuela es la que debe volver sobre la historia para darle rostro a la memoria pues, la trasgresión del recuerdo es lo que construye la memoria colectiva.
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