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De la pedagogía del grito a la del amor
Transformar por medio del amor permite acercarse al estudiante y conocer sus miedos para acompañarlo y estimularlo.
En la escuela es normal escuchar a los maestros impartiendo órdenes, planeando clases, revisando evaluaciones, proponiendo proyectos y usando un tono de voz muy fuerte, en donde, en ocasiones, llegamos, por qué no decirlo, a desesperarnos. Toca, en ocasiones, afrontar nuestros temores y mostrarnos fuertes ante esas personitas que tenemos a nuestro cargo.
Día a día nos enfrentamos a grupos de niños que vienen con temores, miedos e inseguridades generados por esta sociedad que se ve enfrentada a cambios sociales, en la cual los padres deben salir a laborar, dejar sus hijos a cargo de un familiar o una tercera persona.
El colegio es el lugar en donde comparten más tiempo, interactúan con sus pares, intercambian juegos, actividades y por qué no decirlo terminan siendo más que alumnos: terminamos involucrando no solo conocimientos sino también emociones.
Durante mi experiencia pedagógica he descubierto que ser tan estricta y metódica no es el medio para educar y cambiar esta sociedad, es importante transformar por medio del amor, que te permite acercarte al estudiante y conocer sus miedos y ayudarlo por medio de la motivación y el estímulo diario.
Por ejemplo, después de escuchar una y mil pataletas, tener los zapatos pisados y algo despeinada, recibes un beso y un abrazo de ese personaje que te dice: “seño, te quiero mucho, perdona mis groserías”.
Ante esas frases es imposible ser tan fuerte. Empezar a ver resultados a mediano plazo te permite seguir trabajando, tratando de romper esquemas y seguir contribuyendo a esta sociedad que, día tras día, se fractura más por no tener tiempo para amar, pero sí para exigir resultados inmediatos.
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