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Ecos del silencio Chiribiquete: patrimonio vivo del conocimiento upichia asociado al cuidado de la biodiversidad
Un proceso de investigación sobre territorio tradicional, que ha venido apoyando Tropenbos Colombia en los últimos años con conocedores de diversas etnias en Caquetá, Mirití y Apaporis.
La serranía de Chiribiquete es uno de los lugares más antiguos en la historia upichia y nadie se ha preocupado por explicar su significado. Para la presentación de esos lares son necesarias algunas precisiones geográficas, por medio de una elaboración cartográfica que defina áreas de los relatos estructurales del arte rupestre, con el fin de sustentar las explicaciones acerca de los yacimientos pictóricos de Chiribiquete.
Desde un comienzo esta tradición se ha vuelto un misterio etnohistórico, lingüístico y antropológico, que despertó la conciencia ancestral de los grupos aledaños al sector. Es importante aclarar y conocer que en el mundo de la humanidad, es difícil mirar de una sola manera las regiones de nuestro territorio. En el caso de la serranía de Chiribiquete, ¿quiénes conocen los principios chamánicos de esos lugares? Supongo que nadie.
Es importante visibilizar la información de todos los hallazgos en estos lugares, para descifrar lo que esos recuerdos anuncian, antes de que se conviertan en un área de simple comercio o de exploración de los ecos del silencio. Queremos que el conocimiento tradicional upichia sea otro instrumento para su protección y conservación y para crear un nuevo sistema de información, valoración y respeto de estos lugares, difíciles de reponer si se llegan a destruir. Sus riquezas arqueológicas no dependen de la protección ni de la conservación humana, sino de una protección espiritual. Además, por miles de años, Chiribiquete se ha venido conservando ecológicamente y la presencia humana puede afectar su tranquilidad y generar la pérdida de estos hallazgos.
La serranía y las figuras que ella posee, tradicionalmente orientan las diferentes tareas de manejo y cuidado del territorio. Nos ocupamos de proteger la espiritualidad de las figuras para que no desaparezcan de sus lugares de origen, mediante acciones preventivas en determinados periodos del año. Abordar su plan de manejo no es fácil, pues son procesos limitados: desde un comienzo se ha permitido única y exclusivamente la participación de los conocedores de los linajes mayores, heredados de los ancestros.
Si otras culturas no lo han entendido, es porque nunca se ha presentado información escrita, o tampoco se ha hablado del tema de las expresiones y conceptos sobre este importante lugar. Por eso, es necesario crear un diálogo y debatir sobre los diferentes hallazgos pictográficos para entender sus anuncios y para que esas otras culturas pueden avanzar hacia una clara comprensión del tema. Contar con el conocimiento upichia es una prioridad para entender su manejo; es algo que todos deben aprender para el manejo participativo de la serranía y para que los sucesos de las antigüedades reposen sin ninguna clase de amenaza. Hay que proteger y cuidar las pinturas rupestres para que puedan perdurar unos siglos más, son recuerdos que no tienen repuesto y pueden desaparecer definitivamente. Entonces, ¿dónde está la espiritualidad de todos los recuerdos de sucesos de las antigüedades? Abordar las relaciones espirituales no es fácil, así sea desde cómo se contemplan estos lugares y desde los significados de las figuras y de los hallazgos. De esto proviene el conocimiento upichia que ilumina y refleja los poderes de la espiritualidad sobre el mundo que le corresponde; el reflejo de la espiritualidad de cada momento de la existencia es lo que permite la relación chamánica entre el mundo material y el inmaterial, y los conocedores tradicionales no programan nuevas formas de vida ni nuevos caminos para seguir.
Exigimos el cumplimiento de las reglas para contemplar estos lugares mediante los indicadores de cada época del año, ya que otros nuevos tipos de manejo asignan riesgos al plan de manejo ambiental y de cuidado de los lugares espirituales: por un mal manejo desaparecerían los beneficios que aportan al servicio de la espiritualidad chamánica, entonces, de nada servirían las acciones preventivas en determinados periodos para protegerlos; a los malos manejos se les puede buscar solución sobre la base de la resistencia y la perdurabilidad de los espíritus que disponen el cuidado de estos lugares.
Los hallazgos existen desde hace mucho tiempo y las diferentes historias que se escuchan revelan el sentido de pertenencia cultural, pero sólo sirven para entender lo que significan esos lugares con sus pictografías en las rocas. Su importancia real está en la espiritualidad de cada cosa, que es la que define su plan de manejo. Por esta razón, nuestra obligación es proteger y cuidar los lugares y si se llegan a perder no habrá poder espiritual que lo detenga y, mucho menos, que vuelvan a aparecer.
La preservación del conocimiento ancestral y chamánico debe ser una clara preocupación para la humanidad, porque se trata de lugares de donde proviene la propiedad intelectual, la espiritualidad, la visión, el sonido, la palabra y los soplos. Son conceptos de manejo especial de los lugares espirituales, como en el caso de la serranía de Chiribiquete “Mejeimi meje”: ecos del silencio. Esta concepción solo la conocen los chamanes de linaje mayor, porque son los que la manejan directamente y los que analizan las condiciones de las espiritualidades, meditan y piensan en cómo solucionar las fallas geológicas, si se deteriorasen algunos lugares que ocupan parte de los hallazgos. Las figuras no son pinturas finas como muchos creen: son espíritus que se manifiestan de esa manera y con su presencia allí hacen cumplir las funciones ecológicas del lugar.
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