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¿Educamos para el éxito?

El trabajo se ha convertido no sólo en un medio de vida, sino también en la máxima aspiración del ser humano.

Agosto 6, 2019

Desde que Federico II de Prusia pusiera en marcha en 1763 la escolarización obligatoria, nos podemos preguntar:

¿Para qué estamos educando? ¿Educamos para el éxito?

En respuesta a esta pregunta cabe la reflexión que me surgió después de un debate en el aula. Tras preguntar al alumnado cómo se verían de mayores, la respuesta unánime no me sorprendió, pero sí me causó una seria impresión. La clase formaba consenso en una opinión clara: les gustaría ser ricos y famosos. Y ante este escenario nos podríamos preguntar: ¿para esto sirve la educación en nuestros días?

Fueron muchos los críticos que cuestionaban el componente alienante de una educación bancaria¹ propia de una sociedad industrial. Sin embargo, no habiendo dejado atrás estos componentes, la escuela nueva o futura, ¿trae consigo la demanda de las nuevas generaciones?

Ya en 1984, Noam Chomsky decía que:

“se ha producido un gran esfuerzo para tratar de convencer a los jóvenes que son narcisistas”.

Tras una primera fase de creación de tecnócratas pragmáticos, la nueva sociedad demanda agentes del conocimiento que sepan adaptarse a cualquier marco, creativos e imaginativos. Estos individuos, sumidos en la sociedad de la comunicación y el espectáculo, demandan competencias propias para alcanzar el éxito en sus respectivas carreras profesionales. Todos quieren que acabe culminado por una recompensa monetaria sumamente grata.

Así, bajo ese ideal, ¿cumple con las expectativas el papel del docente? El rol del profesor/a en las aulas cambia, debe adoptar un nuevo significado y tal vez sea ese su nuevo papel. El docente debe formar y motivar para que cualquier persona pueda alcanzar su sueño.

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No obstante, ante este marco soberano, me quedo con una frase de Bertrand Russell (1971) que suena hoy ilusoria,

“el objetivo fundamental de la educación consiste en sustituir y alentar cualquier impulso creativo que posea el ser humano”.

De esta forma, bajo esta concepción humanista, considera al niño de igual modo que el jardinero considera a un árbol joven. Es decir, como “algo con cierta naturaleza intrínseca que adquirirá una forma admirable si goza del terreno, el aire y la luz apropiados”.

Para finalizar, nos replanteamos el ideal de fin que transmitimos puede ser un comienzo a la hora de analizar nuestro nuevo rol en las aulas. De este modo, parafraseando a Marx, el trabajo se ha convertido no sólo en un medio de vida, sino también en la máxima aspiración del ser humano.

Al igual, aspiración de lujo y victoria que dejan en el olvido las palabras de Wilhelm von Humboldt, “indagar y crear: tales son los centros de interés en torno a los cuales giran, de manera más o menos directa, todos los deseos de búsqueda del ser humano”.

Lea el contenido original en la página web de la Editorial Magisterio.

Bibliografía

  • Marx, Karl (1844) Manuscritos de economía y filosofía
  • Paulo Freire (1970)  Pedagogia do oprimido. New York: Herder & Herder.
  • RoutledgeFalmer (2003) Chomsky on Democracy and Education, Nueva York
  • Russell, Bertrand (1971) Problems of knowledge and freedom, Pantheon, Nueva York.
  • Wilhelm von Humbolt, The limits of state action, comp. J. W. Burrow, Cambridge University Press, 1969.
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Imagen de mohamed Hassan en Pixabay

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Escrito por
Doctorando en Educación -en la especialidad TIC y Educación a Distancia- en la Universidad de La Laguna.
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Fabián Moisés Padilla De la Cerda
Gran Maestro Premio Compartir 2016
Logré que el aprendizaje del inglés se convirtiera en una alternativa para la construcción de un proyecto de vida y el mejor aprovechamiento del tiempo libre