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El cerebro: una máquina de Soñar

Nuestra supervivencia depende de una máquina virtual que necesita soñar el mundo externo.

Junio 6, 2018

A Nelson Bruno, mi Padre, Gran regalo de la vida.

Mirando por la ventana veo a un niño en el parque.

Absorto en su juego sonríe, da botes, habla todas las voces de los personajes que fluyen por su mente. Es fácil sentir simpatía y empatía al verlo.

Los animalitos también juegan. Los cachorros de león se corretean, se muerden de mentiras. Los expertos dicen que se están preparando para la caza, es decir para su futura supervivencia de adultos. Por lo que el juego es vital.

Para el neurocientífico Rodolfo Llinás el cerebro, “una máquina de soñar”, nos permite la cognición que según sus propias palabras es “la capacidad que tenemos de imaginar a tal punto que podamos movernos inteligentemente”.

Para Él también los cachorros sienten felicidad al jugar, son capaces de imaginar. Tienen conciencia. Imaginan y se mueven. Necesitan meter el mundo que los rodea en sus cabezas.

Los niños imaginan y se mueven. Su mundo está lleno de formas y colores, son artistas innatos. Se dedican a ser genios. El mundo que están construyendo en sus cabezas es más amplio y más complejo que el de los cachorros de león. Y seguramente muchísimo más que el de los pájaros que según Llinás también pueden jugar, realizar creaciones artísticas y hasta reconocerse en un espejo.

Y como son genios preguntan todo el tiempo. Más que saber, buscan entender. No en vano Llinás nos recuerda que “al cerebro le encanta comprender”.

Es curioso que los adultos tengamos que estudiar y reflexionar acerca de estos aspectos.

Pareciera que nos han convencido de que ese maravilloso mundo de la infancia debe disiparse como parte del hecho de crecer.

Pero Llinás, un niño grande que  se ha metido en un laboratorio por decenas de años a descifrar los secretos de esa masa de menos de kilo y medio “atrapada en un ataúd de hueso e incapaz de saber de su propia existencia” nos grita que la educación, por el contrario, debe preservar, acompañar y favorecer lo que ya existe de semilla en el infante. Hay que mostrarle el mundo en contexto, es decir enseñarle a descubrir el mundo con sentido.

Lo dice desde su ciencia materialista: nuestra supervivencia depende de una máquina virtual que necesita soñar el mundo externo. Una caja de resonancias que funciona como una orquesta, es decir con su propia música.

El análisis transaccional dice que en nuestra psiquis coexisten tres dimensiones básicas: Niño, Adulto y Padre. Esto es, que crecemos y nos convertimos en adultos pero seguimos siendo niños y hay en nosotros un Padre que no sólo podrá cuidar de nuestros hijos sino del propio niño interior. Alentémoslo a que nos dé los permisos que quizá nunca tuvimos para jugar, para crear. Para construir o ampliar el camino de nuestra libertad interior. Nunca es tarde.


Imagen Vector de Fondo creado por brgfx

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Escrito por
Ingeniero eléctrico y profesor de matemáticas, o mejor, Niño, Adulto y Padre, convencido de que nunca es tarde para construir nuestro camino a la libertad interior.
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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.