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El corazón de un docente

La experiencia de la maestra Liliana Malagón en su aula de clases y fuera de ella.

Mayo 5, 2017

Mucho se ha escrito sobre el corazón del ser humano, tanto científicos, médicos, poetas y escritores en general han escrito innumerables escritos acerca de su composición anatómica, y otros de forma filosófica o poética han escrito y atribuido a la capacidad de amar y albergar sentimientos de compasión, empatía, amistad entre otros.

Como docente en ejercicio y reviviendo las experiencias que he tenido a lo largo de mi carrera como docente, quiero exponer algunos de las experiencias u sentimientos que alberga mi corazón desde el punto de vista de mi profesión.

Hace ya un par de años experimente la gran experiencia de trabajar muy lejos de casa, más específicamente en un municipio llamado Inírida, capital del departamento del Guainía, pero ¿por qué quiero relacionar mi experiencia en este lugar con el corazón de un docente? Precisamente lo hago porque fue allí en este lugar donde mi corazón se llenó de muchas satisfacciones y ratifique el amor que siento por mi profesión.

Al estar tan lejos de casa no solo valoras el calor de tu hogar, sino que cada experiencia que vives se vuelve más significativa, al llegar a este lugar pude evidenciar el cariño que muestran los estudiantes de este lugar apartado de Colombia por sus maestros, como al terminar cada clase y con una mirada radiante te dicen “ profe, gracias por la clase”, tal vez puede parecer curioso como palabras tan sencillas puedan llenar tu corazón, pero en el día a día ver como el interés de tu materia crece y evidenciar su interés por querer conocer más te llena de orgullo.

Dadas las condiciones de este municipio para algunos estudiantes no les será fácil acceder a la educación superior por lo cual su paso por la educación secundaria será el último escalón de su vida académica, por ese motivo es que trabajar en pro de ellos se vuelve tan satisfactorio.

Cada clase se convierte en un reto, para el docente en dar lo mejor de sí y para el estudiante en absorber todo el conocimiento que le sea posible abstraer.

Todavía tengo fresco en mi memoria una charla con una estudiante y la forma como se expresaba acerca de sus capacidades para las matemáticas: “profe yo soy muy negada para las matemáticas y creo que nunca voy a poder con ellas” esta expresión me dejo muy inquieta y a la vez me reto a intentar demostrarle a esta niña que no tenía porque pensar de esta forma, aunque yo podía entenderla perfectamente ya que en mi vida de estudiante pude experimentar esta misma frustración. Al pasar de las clases pude observar como la actitud de la estudiante fue cambiando notablemente, como sus habilidades para el álgebra fueron aflorando como si hubiesen estado dormidas. Fue en este ejercicio diario de mi profesión que pude observar el papel tan importante que tenemos como docentes en la vida de nuestros estudiantes, como una palabra, un consejo un estímulo a tiempo puede marcar la diferencia.

Al llegar el final del año escolar la gratitud de esta estudiante y de muchos estudiantes más llenaron mi corazón de una alegría y orgullo. Aunque entre mis planes no estaba contemplado regresar al siguiente año a este lugar si podía estar tranquilo por el hecho de saber que en mi paso por este lugar había dejado huella en mis estudiantes.

Recuerdo con un poco de nostalgia el día que regresé a mi hogar como llegaron al aeropuerto varios de mis estudiantes, a despedir a algún familiar o simplemente porque querían despedir a sus profesores. Con cariño se despedían y preguntaban: “¿profe usted va a regresar el otro año?”,

Sin poder prometer que regresaría puedo decir que Salí con mi corazón lleno de gratitud, porque, aunque ellos no lo sabían, yo también aprendí muchas cosas de ellos, como su amor al estudio, como algunos de ellos que Vivian a las orilla del rio dejaban a sus familias para internarse en un colegio y poder culminar sus bachillerato.

Esta es una de las experiencias más significativas de mi vida como docente y sé, con plena confianza, que cada maestro, sin importar el lugar en donde trabaje, tiene un corazón lleno de gratos recuerdos, experiencias que han dejado satisfacción y orgullo de esta profesión.  

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Laura María Pineda
Gran Maestra Premio Compartir 1999
Dar alas a las palabras para que se desplieguen por la oración y vuelen a través de los textos para que los estudiantes comprendan la libertad del lenguaje.