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El rezago de las regiones
Se habla de calidad educativa, pero la estrategia parece estar más centralizada y deja de lado a las regiones del país.
Solo cuando me fui a vivir a Bogotá, me di cuenta de la excesiva centralización de mi país. Crecí en Barranquilla, que de todas maneras es una ciudad grande en comparación a los miles de pueblos, municipios y veredas que existen en todo el territorio nacional. Sin embargo, conforme alguien se adentra en el país, va viendo un degrade trágico del abandono que sufren las regiones externas al centro.
Colombia parece que fuera varios países en uno. Pero ciertamente, quienes están en los bordes, afrontan la desigualdad y desidia del centralismo que por años ha reinado. No hay nada de malo en tener un gobierno central, el gran inconveniente radica en que el desarrollo solo se privilegie para aquellos que viven alrededor de la capital, mientras que los más de 40 millones de colombianos que no viven ahí, tienen todavía condiciones que parecen sacadas de otro planeta.
Un ejemplo de ello se da con la educación. Se habla mucho de calidad educativa pero acaso, ¿Estas estrategias se enfocan en que la educación sea de la misma calidad en toda Colombia, sin importar la región? ¿Se busca que cualquier estudiante tenga fácil acceso a la calidad educativa sin que ello le implique una movilización costosa?
En el caso de la educación superior, las cifras de acreditación educativa hablan por sí solas: “Bogotá y Medellín concentran más de la mitad (51 %) de las instituciones de educación superior de alta calidad. Un escenario preocupante que ha impulsado a algunas de estas universidades a autoevaluarse y acelerar el proceso para mejorar su oferta”[1].
Colombia parece que fuera varios países en uno. Pero ciertamente, quienes están en los bordes, afrontan la desigualdad y desidia del centralismo que por años ha reinado. No hay nada de malo en tener un gobierno central, el gran inconveniente radica en que el desarrollo solo se privilegie para aquellos que viven alrededor de la capital, mientras que los más de 40 millones de colombianos que no viven ahí, tienen todavía condiciones que parecen sacadas de otro planeta.
Al mismo tiempo, la oferta de universidades públicas se concentra al interior del país. En el caso específico de la región Caribe, de los miles de jóvenes que aspiran a estudiar en las pocas instituciones públicas de la región, solo algunos pasan. Ante esto, un artículo reciente de El Espectador afirma lo siguiente: “(…) Y no lo son porque el presupuesto no es tan amplio y eso se debe, en gran medida, a que la educación en Colombia ha sido muy centralizada, señala la académica. No en vano, las mejores instituciones se encuentran en lo que denomina el Triángulo de Oro: Medellín, Cali y Bogotá”[2].
Y eso es solo por mencionar el ejemplo de la región Caribe, donde crecí y tuve toda mi formación. Al llegar a Bogotá, solo realicé algunos cursos, pero ciertamente siempre estuve agradecida de poder tener mi educación base en Barranquilla. No estoy segura si todos mis compatriotas pueden decir lo mismo, y si hay muchos que hubieran preferido estudiar en otra ciudad como Bogotá, Cali o Medellín, ello significa que algo estamos haciendo mal.
Hoy el llamado es a buscar que la calidad educativa sea algo igualitario en toda Colombia. Al igual que el progreso, la calidad educativa no debe ser centralizada ni el privilegio de unos pocos. Programas como Ser pilo paga ayudan, pero obligan a que muchos emigren de su hogar es un indicador fuerte de dónde está la calidad educativa. ¿Y si en lugar de solo buscar que la calidad educativa sea una realidad, nos preocupamos también porque sea accesible para todos los jóvenes colombianos? Nada como saber que podrás estudiar con los mejores docentes y en el mejor programa muy cerca de tu hogar y de tu tierra.
[1] www.elespectador.com/noticias/educacion/universidades-de-alta-calidad-una-tarea-pendiente-regio-articulo-621776
[2] www.elespectador.com/noticias/educacion/el-mal-momento-atraviesan-universidades-publicas-el-car-articulo-621767
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