El saber pedagógico bien orientado para las necesidades colombianas

Últimamente se ha puesto en tela de juicio si los modelos de aprendizaje europeos o norteamericanos son lo que en realidad necesita Colombia, cuando debemos tener en cuenta que una cosa son los saberes y otra las ciencias, ya que se aplican de manera diferente : uno es más aplicado y el otro es mucho más dogmático.

El saber pedagógico siempre está mucho más orientado en su actuar, es decir; la práctica, ya que tenemos que estar obligados a analizar el contexto en el cual se dan las cosas, si nuestra manera de enseñar o dar conocimiento se expresa para ellos de manera correcta, hay que saber bien el proceso de construcción de saber pedagógico para que tenga éxito.

La verdadera práctica está en los exitosos procesos de reflexión, tal cual pasa con el profesor Motta en sus clases de música, dónde el busco un proceso integral en su enseñanza que incluyó la disciplina, la ética, el arte y la precisión, todo esto en una sola sesión, un proceso que demuestra que, incentivando la pasión mediante los saberes, lo demás viene por añadidura.

 El profesor Motta explicaba en su espacio que muy amablemente nos cedió en el colegio que la importancia de promover los talentos de los estudiantes es mucho más importante que tratar de imponer cosas obligadas, el motor de la pasión mueve montañas, y mucho más cuando el argumentaba que el distrito les puso los ojos encima con mucho interés de colaborar, un saber que traspasa de persona a persona.

Viéndolo desde una praxis social se tiene en cuenta todas las capacidades del ser humano en sí, estructuraciones, representaciones, son cosas que varían en su manera pero que al fin y al cabo progresan y son en sí procesos que ocurren de manera consciente o inconsciente en los procesos pedagógicos de parte del estudiante como del docente también.

También se construye desde el saber teórico, ya que, tanto profesores cómo estudiantes, son generadores de conocimiento y el saber pedagógico como ideal plantea la verdadera práctica respetando el ser en su máxima expresión.

Acentuar nuestras afinidades es el reto más grande que podríamos tener en este siglo pues el siglo XX se fue lleno de guerra, oscuridad y violencia acentuando las diferencias más marcadas que el hábito de la guerra formó en nuestras prácticas educativas. Y si pudimos formar el hábito de la guerra ¿Por qué no podemos acuñar el hábito de la paz y educación en nuestro país? Somos conscientes que hablar en un país herido como este es algo complicado visto desde diferentes perspectivas ya que aún existen vestigios de ese viejo hábito que trajo consigo muchas otras malas prácticas educativas que aún no se han ido del todo.