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Formación, aprendizaje significativo y colaborativo: primeros pasos de la educación para la paz

La educación, durante un periodo de guerra, debe enfocarse en inculcar en los estudiantes la tolerancia y la empatía. 

Febrero 9, 2018

Para la época, después de haber superado más de medio siglo en una guerra que afectó a la población colombiana, es necesario implementar desde la educación estrategias y metodologías que empiecen a cultivar un espíritu de cooperación y trabajo colectivo.

En los últimos años, el gobierno implementó la catedra de la paz con el fin de tomar conciencia para la conservación, protección y mejoramiento del medio ambiente, calidad de vida, cuidado de los recursos naturales, y la defensa del patrimonio cultural de la Nación, dicha catedra se convirtió en decreto que obliga a todas las instituciones educativas a incluirlas en su malla curricular.

¿Pero es suficiente la implementación de la cátedra de la paz para dar cuenta de una nueva era en el fin del postconflicto? Estudiosos de la educación, como Zubiria, afirman que “Los efectos de la guerra en Colombia no se resolverán creando de manera aislada y desarticulada la Cátedra de la Paz”, Zubiría, J. (2016).

Para el autor, la educación durante un periodo de guerra debe enfocarse en inculcar en los estudiantes la tolerancia y empatía, de manera que los estudiantes empiecen a trabajar y compartir entre ellos mismos, aceptando las tantas diferencias entre unos y otros que nos hacen humanos. 

“Una educación para la paz nos exige priorizar de ahora en adelante el desarrollo y la formación ética, así como las competencias ciudadanas de los jóvenes” Zubiría, J. (2016). Es decir que la educación colombiana debe dejar de concentrase en la instrucción y poner más atención a la formación de personas íntegras, tolerantes y respetuosas con sus semejantes, enseñar competencias ciudadanas que nos ayuden a formar niños y jóvenes capaces de convivir frente a las diversidades de la personalidad humana.

Eso me lleva a tener tres claridades: primero, la cátedra de la paz debe pasar de ser una simple clase magistral en la cual se habla de la historia y lo que debería ocurrir después de ella, sino que debe concentrarse en la formación de competencias ciudadanas; segundo, para que se logre la adquisición de dichas capacidades es necesario “significar” el aprendizaje de las escuelas y por último en el “significar” de ese aprendizaje, es sumamente necesario adquirir la capacidad de trabajar en equipo.

La famosa cátedra de la paz implementada recientemente en los colegios se ha limitado a la instrucción y a la transmisión de conocimientos de las situaciones que acontecieron y lo que debe pasar después del fin de la guerra en vez de empezar a formar a partir de allí el cambio cultural para la traslación hacia una sociedad que practique la paz, y es preciso considerar que, esta situación, se viene dando gracias a que el profesor no ha tenido potestad en la implementación y estrategias en el aula con sus estudiantes, todo debe hacerse de manera tal a como decida el ministerio o el currículo de las instituciones educativas; esta subordinación del maestro y el impedimento de tener en cuenta las necesidades de sus grupos para poder crear metodologías que se acomoden a ellos, conlleva a que dicha materia implementada para la fomentación de ética y valores no llene más sino un espacio,  tal como lo dice Zuluaga (1999) “Esta situación (subordinada) del maestro es reforzada por el estatuto de saber instrumental que difunden las Facultades de Educación para el saber pedagógico, y por la crítica de los intelectuales dedicados a las Ciencias Humanas que [teorizan] desde fuera de la escuela para que el maestro aplique, verifique, mida, siga instrucciones”

Por otro lado, la manera en cómo es preciso que los estudiantes adquieran dichas competencias que permitan dar lugar a la paz, no puede ser de manera aislada, el aprendizaje de estas debe ser significativo.

Tengo la certeza que cuando un niño le halla la utilidad o ve reflejado algún conocimiento en su vida cotidiana, las probabilidades de que dicho conocimiento sea recibido positivamente por él son más grandes, tal como lo ha logrado el profesor Perilla en sus clases de fotografía.

Según él, “la metodología estructurada en propiciar un aprendizaje significativo, colaborativo y la heteroevaluación conllevan una participación colectiva de apoyo, que les permite a los estudiantes obtener resultados con índices mínimos y casi nulos en desempeños bajos, debido a que se prima la participación en los procesos, sin privilegiar el resultado”.

Perilla no nos habla solamente del aprendizaje significativo, sino que también del colaborativo, es la adquisición de la capacidad de trabajar en equipo, que se mencionó anteriormente y que tanto se necesita, según el docente “(…) el aprendizaje colaborativo, permite a los estudiantes asumir diferentes funciones y roles facilitando una dinámica ágil en los procesos guiados por el docente Perilla, G. O. E. (2014).”, se considera que adquirir este tipo de aptitudes es muy necesario a la hora de hablar del postconflicto, la paz empieza desde la escuela y los principales promotores de un país en paz en un futuro son los niños que en este momento están en las escuelas, tal y como lo dice Zubiría “Niños y niñas en Colombia tendrán que conocerse y  comprenderse a sí mismos, a los otros y al contexto. Pero para ello necesitamos desescalar el lenguaje de la guerra y aprender a reconocer y valorar que las ideas diferentes son las que más enriquecen las propias”, es decir, a partir de ahora se debe educar para entender, valorar y respetar las opiniones y convicciones del otro para convivir y trabajar con él en armonía, estos son los primeros pasos de la educación para la paz en nuestro país.

En resumen, para  esta época de fin de conflicto y de grandes cambios a nivel social, de huellas y consecuencias imborrables que nos ha dejado la guerra, es correcto implementar un espacio en los colegios que nos enseñe a entender lo que pasó y lo que vendrá luego, pero también es necesario que dicho espacio se concentre más que en la instrucción, en la formación de capacidades y aptitudes que permitan al estudiante significar su aprendizaje y utilizar todo lo que sus docentes le transmiten en pro de la paz y el trabajo colaborativo, de dicha forma que las próximas generaciones sean tolerantes y respetuosos frente a sus semejantes.

Esta tarea está en mano de todos, padres, docentes y gobierno, sin embargo, es necesario dotar de una cierta libertad al docente que le permita realizar una observación de su población para desarrollar e implementar estrategias de acuerdo con las necesidades de cada grupo. 


Imagen www.suttonandgrove.com

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Estudiante de la Cátedra Maestros hacen Maestros de la Universidad de La Salle.
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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.