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¿Hacia dónde nos lleva la evaluación diagnóstica formativa?

Si los futuros docentes ven imposible ascender en la carrera docente, esto reduciría la posibilidad de las universidades para ampliar cobertura en las licenciaturas.

Julio 9, 2019

En estos días una conversación por WhatsApp puso sobre la mesa el tema de la evaluación diagnóstica formativa (ECDF); algunos maestros criticaban el papel de los pares evaluadores, se cuestionaba la falta de objetividad y el pago por el número de videos evaluados. De otro lado, se ponía en tela de juicio la clase libreteada, la clase preparada y que en algunos casos se repetía con el mismo curso para que todo saliera bien en la grabación definitiva.

El día del vídeo hay un rito total, todo está preparado y fielmente estudiado. Listos cámara, acción, es el inicio de una clase donde el maestro se la juega el todo por el todo, es el ascenso y una oportunidad para mejorar el salario que sólo ocurre cada tres años.

Hasta los memes ya le han colocado título a la gran película: “Los juegos del hambre”, semejante caos y estrés que la evaluación viene haciendo. Unos evalúan, otros son evaluados bajo la misma pauta que se aplica desde Leticia hasta Riohacha. Desde el colegio más superdotado tecnológicamente de la ciudad, hasta la escuelita enclavada en lo alto de la montaña donde los salones son tablas y las sillas se completan con bloques de madera.

Pero ocurren asuntos interesantes. En esta clase, el profe no tomará tinto, mucho menos usará el celular y como si fuera poco el maestro ya no se sienta, estará dinámico y con un toque de entusiasmo, con una bata blanca que en ocasiones es prestada, ese día aumenta la participación y la interacción permanente con sus pupilos. Pero uno de los aspectos más destacados de estas clases es el derroche de creatividad, de manejo de grupo, una demostración ingeniosa de todo lo que hace el maestro en Colombia para enseñar.

Viene la otra mirada, la del par evaluador, que en su condición de juez se encarga de calificar una interminable pauta, al fin y al cabo los ojos de este maestro tiene que ver también con su quehacer, pues lo que trabaja el colega en el vídeo, quizá es lo mismo que el docente evaluador hace, o haría si se cambiaran los papeles. Los dos roles son de maestros y el lío no está ahí precisamente, está en el sistema y el formato mediático de la forma de evaluar que termina calificando a los maestros en 78, 79 o 79.3… Entonces a donde queda la universidad que los formó; con licenciaturas, maestrías y doctorados acreditados por el mismo MEN y el ICFES. Definitivamente, contradicciones por todos lados.

De todas maneras, el dilema no es solamente el asunto de evaluadores y evaluados, son más bien las condiciones que se han dado para los ascensos de los maestros en Colombia. El monstruo que definitivamente hay que combatir es la norma, el conjunto de directrices que vienen colocando sobre la palestra a los maestros, en un sistema que pone en entredicho su formación universitaria y su misma experiencia. ¿Acaso no es la docencia una profesión digna de todo aprecio y consideración social? Pues son los maestros los formadores de otras profesiones en los ciclos básicos, secundarios y en los altos estudios también.

La profesión docente es la única que se evalúa en este país, ¿o cuándo se ha visto que un médico grabe sus cirugías para que sea calificado, o un abogado al que se le graba su defensa o fallo sobre un delito?, ¿o a un ingeniero que pierda su tarjeta profesional cuando se le cae un puente o un edificio?

Hay que recordar, que se pensó en un principio, en una evaluación que tuviera una mirada autocrítica y comunicativa afín a la práctica docente, desde una mirada participativa y dialógica con el fin de buscar mejoras tanto a nivel pedagógico, cultural, social y económico del docente y por ende a su quehacer diario en las instituciones educativas; pero hoy se ha llegado a una propuesta que instrumentaliza el proceso evaluativo, donde el imaginario social lo ha comprendido como aquel proceso que limita las oportunidades de acción, crecimiento y ascenso. Cuando hay un condicionamiento claro y es precisamente la disposición presupuestal, este aspecto pone en entredicho la objetividad de la que tanto se habla en esta evaluación docente.

De ahí que, la carrera docente en Colombia viene siendo materia de preocupación para muchos maestros en formación, como para aquellos que ya ejercen la profesión, por todas aquellas medidas que se han venido lanza en ristre sobre derechos adquiridos y en materia de ascenso en el escalafón, donde este último se ha convertido en ilusión; porque éstos dependen de la voluntad política del gobernante de turno y no un verdadero instrumento para mejorar la profesión o labor docente, sino una excusa para negar el mejoramiento; ya que nunca ningún maestro es retroalimentado sobre sus aciertos o desaciertos en sus desempeños.

Si los futuros docentes ven imposible ascender en la carrera docente, esto reduciría la posibilidad de las universidades para ampliar cobertura en las licenciaturas, como también atraer mejores candidatos a desempeñar la profesión docente, un oficio loable, digno de reconocimiento y valoración social.

 


Photo by Craig Adderley from Pexels

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Especialista en Pedagogía de la Lengua Escrita.
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Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer