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La educación: no era el designio, pero se convirtió en la pasión

Lo que aquel febrero de 2010 fue una insignificante noticia se convirtió, hoy en día, en una apasionada labor. 

Junio 27, 2017

Recuerdo aquel crepúsculo del mes de febrero del año 2010 como si fuera hoy.  Mi cuerpo se hallaba en un estado de euforia producto de un paseo por tierras vallenatas donde junto a mi familia celebré la llegada del nuevo año; la vela de la alegría disminuyó su llama después de escuchar: -“Te matriculé en la Normal para que hagas el Ciclo Complementario y no te quedes sin hacer nada”.  Era mi madre, quien después de hablar reflejó una bella sonrisa, al parecer segura de mi futuro. Esa noche mi mente no paraba de deambular entre oscuros caminos, pues era obvio que la pedagogía no era mi plan de vida, pero tampoco podía borrar el regocijo de aquella que con amor me trajo al mundo.

Llegó el día de las clases, sentía estar embarcado en el tren equivocado, pero, no podía deshonrarme, debía mantener la imagen de buen estudiante. Pasaron meses y yo en pie de lucha, mis pensamientos aún seguían siendo los mismos. Entré a la realidad educativa, ya me encontraba frente a inocentes criaturas actuando con forme a su desarrollo psico-motriz, no me sentía a gusto, pero disfrutaba la experiencia; transcurrieron abriles, entre ellos días de luchas, tardes de alegrías y noches de disciplina, hasta que se escuchó -“Se concede el título de Normalista Superior a…”. En ese instante robe la mirada a mi madre y sus ojos se intentaron bañar de lágrimas. No entendía el porqué.

El avance de la tecnología, las computadoras y la reparación de estas mismas era lo que me apasionaba, por lo que decidí buscar el tren hacia esa ruta en la universidad, pero lamentablemente los asientos se encontraban llenos, por lo que debí tomar una decisión rápida con tal de asegurar parte de mi futuro; abordé entonces el vehículo de la odisea educativa, con la ruta a la educación física, la recreación y el deporte. 

Lo que fue desconsuelo, se convirtió en una mañana de prácticas en pasión, era mi segunda realidad educativa, mi mente estaba  madura, pero el miedo me apoderaba, mi alma sentía gozo, pero mi cuerpo no lo reflejaba, la barrera, cayó como espejo roto cuando dos párvulos un apretón me dieron.

Ya no veo a unos simples infantes, veo futuros en mis manos, las ganas de enseñar aumentan, se deben al jolgorio de los niños en el patio, de aquellas palabras inesperadas que reflejan afecto entre docente y estudiante; un: -“buenos días mi querido profesor” o un coro: -“profe lo quiero mucho, nos vemos mañana” es lo que motiva  a este hombre que empezó sin ganas a despertar con gran entusiasmo cada día a las cinco de la mañana.

Han pasado seis años de aquella noticia y tan solo hoy logro entender la sonrisa en el rostro de aquella, mi bella madre preocupada.

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Estudiante de noveno semestre de Licenciatura en Educación Física Recreación y Deportes de la Universidad de la Guajira.
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Rubén Darío Cárdenas
Gran Rector Premio Compartir 2016
Concibo al maestro como la encarnación del modelo de ser humano de una sociedad mejor. Él encarna todos los valores que quisiera ver reflejados en una mejor sociedad.