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La magia de los idiomas

Aprender un idioma tiene implicaciones culturales que a veces pasan desapercibidas.

Junio 20, 2016

En Palabra Maestra, hemos hablado en muchas ocasiones del origen de diversos idiomas, con el propósito de entender un poco más cómo funcionan y expandir nuestra curiosidad en esta área. Es un tema apasionante del que personalmente, siempre me gusta aprender más y más. Y a través de varios de mis textos, he querido transmitir esta pasión, no solo con fines informativos, sino también para que más personas se contagien de mi entusiasmo.

El aprender y dominar un idioma es más que una experiencia “interesante”. Hablar un idioma sin lugar a dudas, abre puertas para muchos a nivel profesional y hasta personal. Pero lo que más me gusta del aprendizaje de idiomas es el entender cómo los patrones de la construcción del lenguaje son de cierta forma, el reflejo de la cultura de sus hablantes.

 Desde mi punto de vista, el lenguaje es una especie de “anteojos” que nos ayudan a entender y asimilar mejor la realidad. Es por ello que cuando aprendemos otros idiomas, es como si tomáramos prestados estos anteojos y podemos ver nuestro mismo mundo con una perspectiva nueva.

El lenguaje es uno de los artefactos más importantes de la cultura. A través de las palabras, se hacen explícitas las emociones de quienes se están comunicando. Cada cultura tiene su forma especial de asimilar el lenguaje y, asimismo, cada sujeto elige entre qué vocablos y expresiones usar. Sin embargo, a pesar de esa individualidad, es innegable que factores comunes se repiten en el lenguaje de una comunidad. Por ello, se ven elementos como acentos y dialectos distintivos, inclusive dentro de personas que hablan el mismo idioma. Por ejemplo, en Colombia el dialecto de la costa caribe difiere en muchos términos y expresiones del de otras regiones del país.

Desde mi punto de vista, el lenguaje es una especie de “anteojos” que nos ayudan a entender y asimilar mejor la realidad. Es por ello que cuando aprendemos otros idiomas, es como si tomáramos prestados estos anteojos y podemos ver nuestro mismo mundo con una perspectiva nueva. Esta experiencia inclusive no requiere a veces viajar. Basta con aprender con dedicación y detenimiento un idioma, para no solo entender más sobre esta lengua extranjera, sino sobre nuestra propia lengua.

Así que la invitación, además de aprender otro idioma, es a ver esta experiencia como algo más que una simple herramienta utilitaria. Aprender un idioma es abrir la mente a nuevos patrones, modelos mentales y culturas. No solo por poderse comunicar con personas que antes no hubiera podido al no hablar su misma lengua, sino también por entender un poco más cómo funciona el mundo desde otra perspectiva. Es en el entendimiento de esta diversidad cultural donde yace la clave para un mundo más tolerante, respetuoso y equitativo.

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Escrito por
Comunicadora social y periodista
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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.