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La práctica pedagógica como fortalecimiento de mi vocación docente
La única forma de sentirte satisfecho es hacer un gran trabajo y eso sólo es posible amando lo que hacen. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando y no se detengan.
De las prácticas educativas docentes se espera mucho, ya que en el maestro ha caído la responsabilidad de formar a los ciudadanos que la sociedad demanda, pero la práctica educativa es una acción muy compleja por diversas situaciones; dentro de las cuales destacaría la diversidad en las características de los alumnos, enfocándonos en los modos de aprender, la diversas tareas que tiene que realizar el docente durante un día de clases, la influencia contextual, las situaciones impredecibles y, por supuesto, la forma de enseñar del profesor.
En esta etapa de mi vida, he considerado que la docencia es lo que realmente me apasiona, es esa chispa que enciende mi diario vivir y me permite hacer lo que más me gusta, interactuar con los niños. Es aquí donde en mi proceso de formación como maestra, permite tener ese acercamiento con la primera infancia: las prácticas.
En este primer paso, tuve la autonomía de elegir la escuela en la cual quería desarrollar mis prácticas, decidí cambiar de contexto y vivir una experiencia diferente en una escuela rural, donde encontré una diversidad de problemáticas y experiencias que me permitieron visualizar este proceso como un reto.
La Práctica Pedagógica Investigativa que se implementa en mi escuela de formación I.E.D Escuela Normal Superior María Auxiliadora, me permite desarrollar diferentes estrategias para trabajar los contenidos temáticos y generar en los niños un aprendizaje significativo, basándome en los saberes previos de los estudiantes, para que sean ellos mismos los constructores de su propio conocimiento, encontrando diferentes estilos y ritmos de aprendizaje, y es ahí donde evoca esa creatividad, innovación y entusiasmo para hacer de la clase, un mundo en donde los niños puedan sumergirse en la búsqueda del conocimiento.
Despertar y sentir esa alegría de todos los niños al llegar a la escuela, ese entusiasmo por aprender cada día más y ese anhelo de dejar huellas en cada uno de los corazones de mis estudiantes, me permite seguir luchando en la profesión que en un futuro no muy lejano desempeñaré y podré darme cuenta que esto es lo que realmente quería.
La escuela que se anhela lograr es una institución educativa en la que los alumnos desarrollen competencias para la vida, esto quiere decir que los niños adquieran y tengan la capacidad y la habilidad para desenvolverse de manera adecuada en su vida diaria, resolviendo cualquier situación problemática que se le presente y es ahí donde la práctica permite reflexionar acerca del quehacer pedagógico del docente.
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