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Las preguntas, insumo para trabajar la competencia de indagación

La enseñanza de las Ciencias Naturales debe centrarse en las habilidades que debe tener el alumno para indagar acerca de los fenómenos naturales.

Enero 20, 2019

La competencia de indagación consiste, básicamente, en aplicar el método científico a la solución de problemas. En la metodología de investigación científica, el insumo de partida son las preguntas.

Nuestro desarrollo científico y tecnológico actual se debe, en gran medida, a la curiosidad del ser humano o esa capacidad de preguntarse sobre los mecanismos invisibles que producen los fenómenos naturales.

No tendríamos televisores, celulares y equipos electrónicos de no ser por las preguntas que un puñado de científicos realizaron sobre la estructura interna de la materia. En esencia, ellos no pensaron en televisores, celulares, computadores, sino en cuál es la estructura de las partículas que forman la materia y, en su camino al átomo, aprendieron cómo manipular los electrones.

A modo anecdótico, cuánta gente ha caminado sobre el suelo sin preguntarse sobre el porqué de la coloración de las rocas o qué hay debajo del terreno que pisamos. Quizás hemos sentido el calor del sol, hemos visto el cielo y las plantas, sin preguntarnos qué es el sol, de qué está hecho, las estrellas qué tan lejos están, de qué se alimentan las plantas y nosotros por qué podemos hablar, por qué pensamos. La gente del común vive su vida sin preocuparse por estas cosas aparentemente triviales, pero si pensamos detenidamente no lo son.

Si aún piensa en lo trivial de la vida, imagine dos poderosos chip del tamaño de una célula que provienen de dos edificios inteligentes y estos se pueden fusionar, originando un nuevo chip del tamaño de una célula. Este nuevo chip es capaz de tomar suelo, agua y aire para producir fibras y estructuras que van armando una nueva edificación cada vez más grande hasta crear  una superestructura de 70 metros de altura.

El proceso descrito es el que origina una ceiba, un gigantesco árbol que crece en Suramérica y ni hablar del pequeño chip del tamaño de una célula que da origen a un robot capaz de pensar y crear otras máquinas. No queda duda de lo sorprendente que es el mundo natural, la ficción se queda corta frente al mundo real, no es necesaria.

Son infinitas las preguntas en un mundo cargado de misterios. Nunca tendremos todas las respuestas para la inmensa cantidad de asuntos que abarca la ciencia. En este sentido, la enseñanza de las Ciencias Naturales debe centrarse en las habilidades que debe tener el alumno para indagar acerca de los fenómenos naturales, ya que esto potencia su capacidad para usar datos, leer entornos, analizar y cuestionar información, generando sus propias estructuras de pensamiento e incluso nuevos procesos.

Las preguntas no son solo un asunto de científicos: cualquiera puede preguntarse acerca del mundo, la vida, el universo o de asuntos aparentemente triviales de nuestra cotidianidad. Vygotski se preguntó sobre cómo se da el aprendizaje en las personas; Mario Luna cuestionó las creencias de la seducción; Robert Kiyosaki indagó sobre las claves para obtener riqueza; Daniel Goleman sobre cómo las emociones influyen en el éxito de las personas… Sus preguntas revolucionaron grandes campos del conocimiento y nos llevaron a formas más avanzadas de pensar.

Termino este escrito con unas preguntas surgidas en clases después de hacer un ejercicio con los alumnos en el cual le coloco a escribir veinte preguntas de tipo científicas y socializarlas con sus compañeros. Aclaro que las preguntas de tipo científicas son aquellas que requieren de una investigación científica para llegar a respuestas válidas.

Algunas de estas preguntas:

  • ¿Por qué en las montañas, si están más cerca al sol, la temperatura es más baja comparada con las zonas a nivel del mar?
  • ¿Por qué el electrón si tiene carga negativa no se une al núcleo de carga positiva y continua girando a su alrededor?
  • ¿Por qué los protones permanecen unidos en el núcleo, si al tener la misma carga sufren repulsión?
  • ¿Cómo saben el número atómico si supone que es la cantidad de protones y como pueden contarlos si no se pueden ver?
  • ¿Cómo saben cuál es la estructura del átomo si no puede verse?
  • ¿Cómo se calculó el número de Avogadro?
  • ¿Cómo se calculó la edad del universo?
  • ¿Cómo pueden saber lo que sucedió en el origen del universo?
  • ¿Cómo pueden saber cómo se originó la vida y cuando si no hay fósiles de células primitivas?
  • ¿Por qué el hombre no es peludo y es capaz de hablar a diferencia de los otros simios si comparte un origen común con ellos?
  • ¿Cómo las ceibas de 50 metros o más llevan el agua desde sus raíces hasta sus hojas?
  • ¿Cómo saben la composición química de las estrellas distantes cientos de años luz?
  • ¿Puede detenerse el envejecimiento?
  • ¿Cómo se produce el pensamiento?
  • ¿Por qué hay pobreza en el mundo si adundan los recursos?

La lista de preguntas es más larga, pero el caso es que muchos de esos interrogantes, aunque parezcan obvios, no tienen respuestas tan triviales y transcurrieron muchos años para que fueran respondidos. El mérito de los científicos que los descubrieron es haber visto y meditado sobre asuntos que para la mayoría resultan triviales, asuntos de niños.

Me pregunto cuántos docentes nos hemos hecho estas preguntas al revisar los contenidos de la clase y la invitación entonces es cuestione.

Aún recuerdo a un colega que se preguntaba de dónde sacaron los datos de la composición de la atmosfera primitiva en la simulación realizada por Miller y Urey, un experimento que aparece como evidencia de la teoría de Oparin sobre el origen de la vida y que muy pocos cuestionarían.

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