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Lo que necesitan tus alumnos es buen feedback

Para compensar el sistema y hacerlo más efectivo, se debería poner el énfasis en las estrategias de evaluación formativa dentro del aula.

Junio 28, 2019

Cuando pregunto a los profesores cuáles son las finalidades de la evaluación, la respuesta más común suele ser “averiguar lo que los alumnos han aprendido de manera objetiva”. Se sobreentiende que quien lo averigua es el docente.

A partir de esta idea de la evaluación, me gusta explorar las ideas que tienen otras personas implicadas en el proceso, como por ejemplo los estudiantes, quienes lo asocian inmediatamente a los exámenes y las calificaciones (y el estrés), lo cual ofrece una idea más completa de lo que sucede en la realidad cotidiana de las escuelas desde primer curso de Primaria.

Esta idea de la evaluación se restringe a su concepción sumativa o final, numérica y basada en un instrumento predominante (el examen), con el docente como único agente evaluador.

Merece la pena recordar, una vez más, que es la evaluación formativa (y no la sumativa) la que es altamente efectiva para el aprendizaje de los alumnos. La evaluación formativa es un proceso cíclico con 3 pasos:

  • Recogida de evidencias
  • Análisis
  • Toma de decisiones

La recogida de evidencias se realiza con mucha frecuencia, casi siempre de manera escrita y es acompañada de una calificación numérica. Se dedican muchos esfuerzos a recoger datos que después se analizan poco y rara vez conducen a decisiones concretas sobre qué aspectos pueden ser mejorados. Esto sucede en muchos países, como en EEUU, según se recoge en el reciente informe “The Future of Assessment Practices: Comprehensive and Balanced Assessment Systems“.

Según los expertos en evaluación Susan Brookhart, Dylan Wiliam, Jay McTighe and Rick Stiggins, para compensar el sistema y hacerlo más efectivo, se debería poner el énfasis en las estrategias de evaluación formativa dentro del aula. Recoger datos para luego analizarlos poco y tomar escasas decisiones supone reducir la evaluación a un acto meramente burocrático.

Propongo a continuación algunas estrategias altamente efectivas para cada paso de la evaluación formativa:

  1. Recogida de evidencias. Una primera estrategia consiste en limitar la recogida de evidencias a aspectos que sean relevantes para el desarrollo curricular -conforme a lo que se indique en las normativas. No es necesario preguntar algo muchas veces (por ejemplo, poner el mismo tipo de resta o de análisis gramatical 10 veces). En cambio, sí es necesario hacerlo en el momento adecuado, es decir, cuando hay margen de tiempo para rectificar el rumbo. Por ejemplo: usar preguntas bisagra para conceptos clave, exit tickets, entrevistas breves, etc. Otras evidencias de aprendizaje consisten en realizar determinadas tareas: redactar o exponer cierto tipo de textos, resolver problemas, plantear hipótesis, ejecutar acciones, etc.
  2. Análisis. En todos los casos, conviene no devolver una calificación numérica sino un comentario sobre los aspectos que muestra conocer el alumno y consejos concretos acerca de qué mejorar. A partir de nuestro análisis como expertos, podemos ofrecer un feedback concreto. El buen feedback huye de los comentarios generales y valorativos como “buen trabajo”, “puedes hacerlo mejor” o “esfuérzate más”. En su lugar, expliquemos al alumno qué parte de su respuesta o trabajo se considera un logro y por qué: “El planteamiento del problema considera todos los datos relevantes”; “has comunicado tus ideas mirando al público”; “el texto está organizado de lo general a lo particular”, “has comprendido la diferencia esencial entre estos conceptos”, etc. Además, indiquemos aspectos concretos para que lo haga mejor: “Añade detalles a la descripción”, “revisa los cálculos”, “realiza este nuevo ejercicio para comprender la diferencia entre estos conceptos”, etc. Es mejor poner pocos comentarios y dejar tiempo para rehacer y volver a presentar la tarea para una segunda revisión, porque así se centran en lo que pueden aprender. Así se funciona en la vida real: los trabajos pasan por varias revisiones hasta alcanzar una versión definitiva. Es esa versión definitiva la que correspondería a la evaluación sumativa (carece de sentido hacer la media entre las versiones intermedias). Llegará un momento en que los alumnos aprenderán a dar el feedback a otros compañeros. Necesitan modelos y referentes para poder construir una manera de ofrecerlo.
  3. Toma de decisiones. En este paso, son muchas las estrategias que se pueden emplear, destacando entre ellas lo que hace el alumno con el feedback que se le ha proporcionado –el alumno necesita tiempo para rehacer su trabajo. En el plano del docente, encontramos la diversificación de tareas (conforme a lo que necesita cada alumno), la consulta de material diverso (propuesto por el docente) y la reorganización del aula para atender las necesidades de cada uno (se pueden hacer parejas o grupos de ayuda simultáneos a un trabajo personal o a una explicación del docente a un pequeño grupo).

Todas estas estrategias forman parte de la caja de herramientas de la evaluación formativa y pueden tomar formas diversas según el contexto en el que se apliquen. Para profundizar o conocer más ideas, puede consultar estas referencias:

Lea el contenido original en el blog de Práctica Reflexiva.

 

Referencias:

 


Image by Gerd Altmann from Pixabay

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Consultora en el ámbito de la educación. Miembro del equipo de apoyo de la PIPR.
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