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Para redescubrir su valor público, las universidades pueden aprender del movimiento de cultura libre
La investigación, el conocimiento, la información y la cultura deberían ser bienes universales sin fines lucrativos.
La cultura de aceleración y cuantificación que posiblemente define la investigación académica contemporánea está estrechamente relacionada con la sociedad de la información en la que vivimos y las tecnologías que la respaldan. En esta publicación, Dafne Calvo argumenta que los principios democráticos descentralizados del movimiento de la cultura libre proporcionan un modelo de cómo los académicos y las instituciones académicas podrían crear una alternativa a la academia acelerada.
La producción cultural (los procesos sociales implicados en la generación y la circulación de formas culturales, de prácticas, de valores, y del entendimiento compartido) es formada e influenciada por un contexto económico y político al que el sociólogo Manuel Castells se refiere como informacionalismo. Constituyentes del informacionalismo, las nuevas tecnologías proporcionan capacidades sin precedentes para extraer y procesar datos y, por lo tanto, obtener un valor financiero de los mismos, contribuyendo de esta manera al poder de los oligopolios tecnológicos que crean y acumulan conocimientos.
Esto se puede observar en la academia en las múltiples formas en que las tecnologías de la información se han vuelto esenciales para su gestión, tales como: la cuantificación del rendimiento académico, la competencia entre los centros de investigación y los investigadores por estas mediciones y las crecientes cargas de trabajo administrativo asociadas a su generación. En última instancia, este contexto contribuye a la homogeneización del pensamiento y al carácter competitivo de la élite de la universidad a través de la aceleración de los ritmos del trabajo y la reproducción de desigualdades sociales. Aquí, quiero argumentar que la cultura libre, un movimiento que promueve la libertad de modificación y distribución de productos culturales, podría ayudar a abordar estos problemas, ya que los valores que sustentan la cultura libre apoyan la creación colaborativa y el acceso universal a todas las formas de conocimiento.
La academia debe usar software libre. El código libre se articula alrededor de las "cuatro libertades" propuestas por Stallman: 0) para ejecutar el software; 1) estudiarlo y adaptarlo; 2) distribuirlo y 3) mejorarlo y publicarlo. Estas libertades son significativas, ya que subvierten los procesos de producción jerárquicos y liberan el uso de programas de la maximización de beneficios. En la academia, IBM representa un ejemplo instructivo de las restricciones implícitas del software propietario a la producción y circulación de conocimiento. Aunque la compañía es uno de los principales contribuyentes a proyectos de software libre, su paquete estadístico SPSS tiene una licencia de copyright cuyo plan de compra más barato cuesta más de 1,000 dólares por año. Esta imposición implica una gran barrera para aquellos que no pueden asumir ese nivel de financiación. Destaca cómo la capacidad de usar el software depende de las circunstancias sociales, con implicaciones metodológicas si dependemos del acceso al software para replicar estudios previos. Como alternativa, el lenguaje de programación R y el entorno de software libre podrían reemplazar fácilmente el software comercial de IBM, continuar usando SPSS es una opción. La influencia de las universidades significa que su adopción de software abierto podría reforzar el desarrollo de este tipo de código. Además, la elección de programas de software libre no solo contribuye a la adquisición de nuevas habilidades técnicas, sino también al uso crítico de tecnologías fuera de la academia.
1. Los resultados de la investigación deben ser de acceso abierto. Si el software libre se define por la libertad de acceder, contribuir, modificar y distribuir programas de computadora, la cultura libre extiende estos principios a todos los tipos de producción cultural, incluida la investigación académica. Según un estudio en el 2013, las editoriales multinacionales Elsevier, Wiley, Springer, Taylor & Francis y Sage acumularon el 47% de la producción científica mundial. En general, sus revistas imponen tarifas, ya sea en forma de suscripciones, o por el derecho a publicar en revistas de acceso abierto. Como ejemplo, la opción de acceso abierto de Sage cuesta $ 3,000. El acceso y la contribución a la investigación académica están restringidos por estos pagos, ya que no todas las personas y ni siquiera todos los académicos tienen acceso a los fondos necesarios para acceder y publicar en estas revistas. Sin embargo, tales revistas siguen siendo las revistas mejor clasificadas y para que los académicos progresen en sus carreras, están obligados a publicar en ellas. Cultura libre, señala cómo la investigación solo puede tener un impacto significativo, si se distribuye abiertamente.Las prácticas actuales de evaluación de la investigación otorgan el mayor valor a la evaluación académica interna de la investigación a través de la revisión por pares y las citas. Son menos capaces de medir el valor social de la investigación más allá de la academia. Como tal, la comunidad académica debe buscar activamente fórmulas para evaluar la calidad de la investigación sin impedir su acceso universal.
2. El conocimiento debe ser coproducido. Como se indicó anteriormente, la cultura libre se aplica a las prácticas académicas en términos de consumo y difusión, y se conecta profundamente con la producción científica, donde la cultura libre propone contribuciones descentralizadas en esferas no jerárquicas. En investigación, esto tiene su paralelo en la epistemología crítica y específicamente en la investigación de acción participativa. Este método es un proceso de análisis sistemático y controlado, orientado hacia la intervención social e involucra tanto a los sujetos que investigan como a las personas investigadas. La investigación de acción participativa se caracteriza por su objetivo de promover la autodeterminación de los participantes y su orientación hacia el cambio social, que intenta subvertir la "tendencia cosificante" del proceso científico. En las ciencias sociales, este tipo de investigación democrática y transformadora ha sido promovida por grupos y proyectos de investigación internacionales, como Red CIMAS en España y Proyecto de acción de medios e investigación en los Estados Unidos.
3. La investigación debe orientarse hacia la transformación social. La cultura y el software libre no solo abordan cuestiones técnicas o legales, sino que también son subversivos en la medida en que proponen alternativas a las condiciones económicas y políticas del informacionalismo. Sus comunidades a menudo presentan estrategias para liberar el conocimiento de los procesos extractivos de producción y, en consecuencia, sus premisas implican un cambio social.
“A medida que aumenta la competitividad y disminuye el tiempo de reflexión y creatividad para definir la academia, el trabajo colectivo se convierte en un ejercicio de resistencia”
La cultura libre aporta una visión política de la actividad académica, ya que analiza críticamente la mercantilización de las prácticas de investigación. En la actualidad, el conocimiento corre el riesgo de ser capitalizado al invertir en software propietario para el análisis; al imponer tarifas por descargar artículos científicos; tomando decisiones metodológicas y teóricas según las tendencias más citadas. La producción, consumo y distribución de productos científicos inspirados en la cultura libre ofrece soluciones prácticas y alternativas a estos problemas. La difusión más amplia posible del conocimiento lucha contra el conocimiento que sigue siendo un dominio exclusivo de las élites; la reflexión sobre otros enfoques metodológicos y teóricos garantiza la presencia de diversos puntos de vista, y los nuevos criterios para la evaluación de la investigación podrían subvertir las métricas cuantitativas. Finalmente, a medida que aumenta la competitividad y disminuye el tiempo de reflexión y creatividad para definir la academia, el trabajo colectivo se convierte en un ejercicio de resistencia.
Contenido publicado originalmente en LSE la licencia Creative Commons.
Traducido por Daniela Saavedra Rodriguez.
Imagen Mimi Thian on Unsplash
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