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Quiero estar aquí

La experiencia como docente de un estudiante de Formación Complementaria en Santa Marta. 

Noviembre 9, 2017

Mis prácticas empiezan un mes de mayo y se interrumpen por el paro nacional de maestros de ese tiempo, actividad sumamente prolongada que me impidió terminarlas, aun así, hoy entre amigas, compañeras, mentor, frío y calor indescriptible cuento que no moría ni por irme ni por volver. 

Una serie de acontecimientos y situaciones que oscilan entre la falta de comunicación e iniciativa, no me favorecieron para nada esta primera vez de prácticas y que de paso me arrinconaron hasta el punto de preguntarme ¿Qué hago aquí?

Al pasar del tiempo, el paro se acabó, volvieron las clases y el momento de retomar la praxis del ser maestro. Al contrario de mis compañeras yo no gritaba de la emoción, yo solo era ¿Es en serio? ¿Otra vez? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, quien puede juzgarme, cuando vengo de un estado de confusión donde mis expectativas se me caían una detrás de otra, empapándose de lágrimas y mareas de miedos, un clima del que cualquiera en su sano juicio quisiera escapar.

Pero cada experiencia trae consigo cosas muy grandes, que alimentan el corazón y lo llenan de gozo. De ahí que las invitaciones que van de la mano de Dios no pueden denegarse. Prepare un sí rotundo al momento de volver a las prácticas docentes, claro que después de un arduo proceso reflexivo, porque quería mejorar cosas que hasta el paro nacional, no habían sido de mi agrado, pedí más fuerzas de las que creía poder tener, me dispuse en cuerpo, alma y corazón para marcar una diferencia, una bonita diferencia.

Mis nervios recorren mi cuerpo, mi ser, no logro concebir la razón aún como una persona que ríe, se muestra feliz, socializa, si llega de golpe a un lugar se retrae y son más penas que palabras, sociológicamente es normal…¿pero hasta qué punto? Porque por la última vez de prácticas, eso me cerró muchas puertas, en especial la de aprender. Me mentalice, sentir nervios, me gusta hace parte de la emoción, de ser yo, pero no me afectará, aquí voy.

Con la asignación de un nuevo curso, una nueva maestra, nuevos niños, y nuevos espacios, tenía una nueva oportunidad, oportunidad de hacerlo más que bien. En el hilo del destino, bastan mis ganas para que no se rompa, eso traía esta vez, ganas de triunfar.

Son días en los que te vas y vuelves al colegio de práctica, son días en los que lo único que ves son rostros felices, rostro que ansían verte  y que solo pueden enamorarte más de lo que haces, entonces ¿por qué no hacerlo más que bien?

No sé, creo que en cada profesión existe un factor motivante que lleva a la persona que labora a un estado de plenitud debido a la tranquilad y paz que le produce estar ahí, hacer todo con el corazón y más que nada visionarse por muchos años allí, contribuyendo a la sociedad de la forma más bonita que se pueda, eso puede que sea así, no estoy segura, de lo que sí estoy es que nada como la profesión docente, donde ese factor motivante, son rostros que entre la diversidad y la misma sonrisa  te hacen querer dar todo de ti, para construir además de conocimientos, personas, felices.

No importa el horario, las clases, la interdisciplinariedad, el currículo, el proyecto de aula, los conflictos, el estrés o las malas notas, ellos siempre estarán ahí diciéndote “Vamos profe” y ese mi querido lector, no se su empleo, su puesto, pero no hay y no habrá una nunca una motivación más grande, mis alumnos, llámense bebés, niños, hijos, sobrinos o nietos, una vez cruzan al salón son con todo el respeto, míos y es el regalo más grande.

Comprendí que no es de segundos, decir “Sí, sí quiero” es de toda la vida, de experiencias, de hacerlo realidad, de convencerse de que si se puede, de explorar en el campo de llenarse de glorias y alegrías, de borrar la neblina de la decepción y dibujar el  arcoíris de miles de sonrisas, de  adorar el sol de las excelencias para reafirmar con certeza que sí, se quiere estar ahí.

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Escrito por
Estudiante del Programa De Formación Complementaria, primer semestre de la Escuela Normal Superior María Auxiliadora de Santa Marta.
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Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer