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Revolución sin manos

Marzo 25, 2015

…Un sistema que sesga la voluntad y capacidad de saber decidir correctamente, un sistema que hoy señalo como el gran responsable de la indiferencia en Colombia, de la falta de memoria y de la tendencia casi sádica de repetir lo mismo…

A través de diferentes gobiernos se ha  hablado de la importancia de la educación, de los factores y temas a tratar en búsqueda  de que esta sea cada vez más idónea y tenga mayor calidad. No resulta muy difícil, entonces, echar un  vistazo a los antecedentes cercanos de las reformas educativas para darnos cuenta que de una u otra forma nos hablan de siempre de lo mismo.

Hasta ahí bien pudiera ser un texto igual a otros mil en donde se critica a gobiernos impregnados de verborragia, gobiernos que ven en la educación un argumento para llenar la cabeza de sus ciudadanos de información que al parecer a nadie le importa. Palabras socialmente aceptadas camuflan una enfermedad de la que es víctima la educación colombiana. Nos venden la “Novedosa”  idea de hablar de progreso  de eficiencia, desempeño y ambiente escolar como si fueran los grandes descubrimientos de una administración que, al menos por ahora, lo único que ha hecho es reencauchar políticas y propuestas de las que años atrás ya se habían discutido y que quedaron olvidadas o simplemente fueron sepultadas vivas porque no hacían parte del plan de gobierno de una Administración entrante o porque sencillamente nos “educaron” muy bien en indiferencia, desinterés  y falta de memoria.

Sin embargo, alejémonos un poco de ese eterno y desgastado discurso y tratemos de ver un poco más en análisis el tema de la educación. Abordémoslo desde una perspectiva que nos permita, desde lo global, entender un hecho tan simple como que a los gobiernos latinoamericanos, en su mayoría, les conviene dar una educación casi de nivel de adiestramiento canino, con un sistema de premios y castigos que de manera conductista controle la expresión y construcción de ideas por parte de los alumnos y en la los maestros y docentes están casi subyugados a las instrucciones arbitrarias de un gobierno ajeno a las verdaderas necesidades que padres, docentes y alumnos tienen.

Y es que si un gobierno, sea el que sea, le apuesta a una revolución educativa se arriesga a perder la gran cantidad de adeptos o mejor súbditos que apoyan su  maquinaria  y donde la construcción de políticas solo es favorable cuando se busca beneficiar  a unos pocos. Recuerdo entonces temas que vi en el colegio en donde nos hablaban del “Despotismo Ilustrado” y su vínculo en la educación actual  que produce el modelo prusiano, basado en castas y clases.

Para resumirle la historia, vea a este modelo como un mecanismo que buscaba crear súbditos obedientes preparados para la guerra De este modelo copiamos muchas nociones de la escuela actual, como las calificaciones; los exámenes; el sistema de castigos y premios; los alumnos vistos como meros números. En fin, una educación en la que prima la competencia y que va en contra de los valores humanos lo que además en nuestro contexto, traduce en personas desinteresadas por su entorno, totalmente egoístas a las que no les interesa crear un escenario de paz y tolerancia. De esta forma la educación empezaba a entenderse como un proceso mecánico y administrativo, un lugar para crear trabajadores, lacayos de un sistema que manipula a la democracia y en el cual usted y su capacidad de elección valen un tamal.

Veamos el modelo educativo actual y  busquemos responder si tiene coincidencias con ese modelo prusiano que durante tantos años imitamos; si  es un sistema humanizado o por el contrario es un sistema que tiende hacia la homogeneidad y cuya misión es construir una serie de niños idénticos, con los mismos conocimientos; dóciles e influenciables.  Un sistema selectivo y separatista, que elige qué niños podrán más adelante ir a la universidad y cuales se tendrán que conformar con un trabajo precario. Un sistema que se  centra en impartir unos conocimientos generales, iguales para todos, olvidando las preferencias de cada persona.

En definitiva un sistema que sesga la voluntad y capacidad de saber decidir correctamente, un sistema que hoy señalo como el gran responsable de la indiferencia en Colombia, de la falta de memoria y de la tendencia casi sádica de repetir lo mismo, eligiendo a gobernantes que nos dicen lo mismo y nos salen siempre con las mismas; y es que si bien no existe la educación ni la escuela perfecta lo principal es adecuar la pedagogía a cada momento cultural e histórico, buscando la creación de una sociedad en la que convivan diferentes tipos de educación y  penosamente aquí no lo hacemos. 

Así que sin duda el  imponer evaluaciones de manera arbitraria y  que además están sacadas de contexto, es sólo uno de los síntomas que dejan entrever que aún no hay una revolución educativa verdadera. Lo único que están haciendo es vendernos lo mismo, la verdadera revolución educativa empezará sin duda cuando usted deje de “Comer entero”, cuando pueda abrir los ojos y darse cuenta que este es un tema más que  importante y que solo a través de una revolución donde las ideas constituyan la construcción de sociedad, que basada en libertad y amor tenga la base para una buena educación. Solo así  podremos tener una esperanza de cambio envuelta en vientos de paz. En definitiva una Revolución sin manos.

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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.