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Un sueño: una vocación trazada con papel y lápices

Ser profesor es un trabajo que demanda poner el cuerpo, la mente y el corazón en eso que se hace.

Junio 28, 2017

Ser maestro es una oportunidad de vida muy hermosa. Hace tiempo leí una reflexión, la cual nos demuestra una vez más que no es una ocupación sencilla, y que en muchas ocasiones es la menos agradecida, pero a pesar de todos esos factores que debilitan la motivación existe algo más trascendental, el amor por enseñar, por despertar cada mañana y pensar en una estrategia innovadora para los pequeños, esa en la que se sientan felices, en la que no importa si las fuerzas se agotan con tal de dejar en ellos grandes aprendizajes, es por ello que procedo a mostrarles un poco de la reflexión que me demostró la importancia de ser maestra, en la cual se refieren al docente como un ser especial.

Ser profesor es una vocación, es responder a un llamado que se confirma con ese ardor en el alma que se siente entrando a cada clase, ser profesor es un trabajo que demanda poner el cuerpo, la mente y el corazón en eso que se hace. Es planificar, corregir, reflexionar, acompañar, liderar, promover, desafiar…

Ser "el o la profe" es un derecho y un deber, ambos tan nobles como tristemente erosionados por la indiferencia y algo que se nos escapa y no podemos entender. Ser profesor es hoy correr de un lado al otro, queriendo tener mucho más tiempo del que disponemos, es buscar cómplices en cada uno y llevarlos a un lugar inexplorado.

Ser profesor no es sencillo, requiere de mucho estudio y entrenamiento, se necesita ser buen escritor, poeta, artista, malabarista, un poco sabio, un poco loco, algo de actor y bastante de director de orquesta, ser profesor es estar dispuesto a contagiar e inspirar, a hablar desde uno y a escuchar muchas veces más.

Ser profesor es no desesperar, no rendirse, es apretar el puño y seguir, es confiar y estar convencido del valor profundo de los sueños, de sus sueños. Ser profesor es trabajar en equipo, jugar de cinco, parar la pelota y respirar, es también tomar las decisiones más difíciles, es hablar con los padres, es visitar las casas, es ser parte de una comunidad y abrazarla.

Cuan bella es esta profesión, cada día que despierto, me encuentro viviendo este gran sueño, en el que yo soy quien transforma las realidades sociales y la vida de todas esas pequeñas personas que en tan poco tiempo se vuelven desconocidas.

Es esa la única desventaja de esta bella ocupación; cuando salen de la escuela, universidad o cualquier tipo de estudios, olvidan por completo a la persona que dio todo por ellos, sus maestros, pero eso finalmente no importa. 

En nuestros corazones tenemos la satisfacción de saber que cambiamos sus vidas, que los formamos y los guiamos por camino correctos, ayudamos a aterrizar sus ideas y aprovechamos al máximo toda su potencialidad. Cada uno de ellos estará guardados como grandes tesoros en nuestros corazones, llevando consigo todos aquellos recuerdos de cuando cometían errores, cuando respondían con asertividad o cuando ganaban una prueba. Con todo esto dicho, cabe resaltar que todos esos momentos quedan impregnados en nuestras mentes como un recuerdo que día a día sigue siendo ese bello sueño.

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Escrito por
Estudiante del Programa de formación Complementaria de la Escuela Normal Superior María Auxiliadora (Santa Marta).
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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.