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Una abogada frustrada como maestra en formación
Lo que una maestra en formación puede hacer por la sociedad.
Recuerdo que todo comenzó cuando hice mi primer monólogo de Policarpa Salavarrieta en la Escuela Normal Superior María Auxiliadora y me sentí en las estrellas.
Desde muy pequeña supe que lo mío era defender los derechos de los niños y luchar por los más vulnerables. Supuse que estaria rodeada de abogados, fiscales, decretos, tribunales o incluso de oficinas comunes y corrientes; no creía que yo, una niña que siempre quería estar hablando, liderando, leyendo y actuando estaria en lo que hoy he denominado como una aventura.
Una aventura que inicio en medio de una contradicción; por no tener lo recursos suficientes para estudiar ciencias políticas y gobierno exterior en otra ciudad, me llevo a que volcará mis intereses en la docencia, profesión que deseo ejercer por el resto de mi vida.
Quiero ser esa maestra que salvaguarda los derechos del alumnado, aquella que impulsa la democracia activa en las instituciones, esa que siempre tendrá un compromiso con la formación integral de sus estudiantes, que por medio de sus acciones puede demostrar que un educador puede cambiar el mundo.
El ser docente para mí se ha convertido como en esa herramienta con la que puedo luchar contra la exclusión social, que me permitirá demostrar mi pasión por marcar la diferencia.
En la actualidad el ser maestro es una responsabilidad grande, pues seré formadora de ciudadanos, mediadora entre comunidades, estimuladora de curiosidades y así mismo aquella que ayudará a entender al alumnado las habilidades que posee y el cómo usarlas.
Espero educar en Colombia futuras generaciones que permitan la creación de una sociedad donde todas las personas sean libres, capaces de expresarse y más que nada aceptarse unos a otros viviendo sin conflictos.
Todos los días me doy cuenta que no pude escoger mejor camino que esté, pues quería transformar la sociedad como abogada, pero sé que desde hoy dejaré una gran huella como maestra.
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