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Vientos de paz en Colombia

Si bien hemos aprendido de otros procesos de paz, hoy el país es visto como una sociedad de avance en relación a procesos civilizatorios.

Julio 2, 2017

La semana que termina fue de grandes noticias, pero una de ellas fue quizás la más importante en tantos años de guerra para nuestro país. Dejar las armas a un lado,  significa empezar a repensar la construcción de este país de otra manera. La posibilidad de soñar una patria distinta tiene que ver con nuestros hijos y nuestros nietos, pues son ellos precisamente los que deben vislumbrar un país menos cruel, distinto a esa patria de dolor, aquella que nos tocó vivir a nosotros por tanto tiempo.

El mundo tiene los ojos puestos  en Colombia ya que se están construyendo otras formas de vida, de aprender a cohabitar este territorio en medio de las diferencias. Pero no sólo es Colombia, también este planeta se debate en muchas partes en medio de la guerra y el conflicto.  Por ejemplo mientras oriente se desangra, mientras sus diferencias se rodean  entre el odio y la sangre,  un país de Sudamérica se convierte en un  espacio de esperanza. ¿Cómo es posible entonces que mientras académicos, víctimas, líderes y gobernantes piensen en la paz, haya otros que se nieguen a una oportunidad distinta? Creer en la paz de Colombia después de 53 años de violencia, significa creer en el futuro, quizás y de manera más certera, en el futuro de las nuevas generaciones.

Este proceso de paz es un ejemplo para el mundo, si bien hemos aprendido de otros procesos de paz, hoy Colombia es vista como una sociedad de avance  en relación a procesos civilizatorios de paz.  Un ejemplo es el  caso de la misma Irlanda del norte cuyo proceso de paz duró más de cinco años,  con una historia de más de 500 años de guerras religiosas.

Esta generación y los protagonistas de la paz  en Colombia han puesto sus esfuerzos en otro país distinto. El proceso de paz, más que la firma de un libro y unas intenciones, es un derecho y una oportunidad que como seres humanos  y como colombianos debemos darnos. La voz de  las víctimas, la voz de los de las familias y las generaciones azotadas por la guerra hoy reclaman otras oportunidades para vivir,  para soñar, para jugar, para educar desde otros  escenarios, son los escenarios de la paz y la esperanza.

Los maestros actuales somos generaciones que hemos vivido en medio de  la guerra, muchos hemos enterrado nuestros muertos víctimas del conflicto armado y quienes no lo han hecho, han llorado la muerte de otros compatriotas. Nuestro compromiso hoy es con la paz, con la educación que desde las escuelas construyen otras formas de vida y de convivencia, a mis colegas  maestros,  les digo que la tarea es dura,  pero que aquí empieza otra era para nuestro país,  porque se vienen vientos de paz.

La  cantante colombiana Martha Gómez, originaria de la ciudad de Girardot Cundinamarca, nos regala una hermosa canción que condensa todo el sentir de millones de colombianos. Por eso, todos los esfuerzos, toda la inteligencia y toda la imaginación deben estar encaminadas a construir un mundo distinto, un mundo menos cruel, que cada vez se  debe alejar más de los horrores de la guerra que tanto dolor y lágrimas ha causado.  Para ustedes de Martha Gómez; un segmento de la canción:  “Para la guerra nada”.

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Maestro Ilustre del Premio Compartir 2017.
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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.