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¡Abre los ojos, abre un libro!
Los índices de lectura en Colombia son bajos. Debemos abrir los ojos y los libros para que futuras generaciones mejoren esta cifra.
Una parte significativa de la cruzada educativa consiste, además de ofrecer educación de calidad, en mejorar los hábitos de sus ciudadanos para acceder al conocimiento. Históricamente, el libro ha sido un mecanismo eficaz para profundizar en un tema pero, es además una forma de entretenimiento que se ha visto opacada gracias a la popularidad creciente de otros medios en nuestra sociedad.
Sin embargo, históricamente en Colombia no nos hemos destacado propiamente por leer mucho. Según una cifra del DANE entregada en 2014, el promedio de libros leídos en el país se encuentra entre 2 y 3 por año[1]. Una cifra baja con respecto a la cifra de otros países de la región, como Argentina o Chile, donde en promedio se leen 5 libros por habitante cada año.
Por supuesto, la dotación de libros no necesariamente garantizará que a todos les guste leer. No por tener miles de ejemplares a la mano, un niño sentirá un inmenso deseo de leer en lugar de por ejemplo, ver televisión o jugar un videojuego.
Las razones para la baja afición por la lectura son diversas. Primero, está el problema de la inequidad del acceso y distribución de los libros en las regiones del país. Regiones rurales y apartadas tienen menos material disponible que por ejemplo, ciudades y cascos urbanos. También está el tema del costo de los libros, cuyos precios pueden llegar a ser astronómicos e inaccesibles para una parte de la población que cuenta apenas con los recursos necesarios para subsistir y tiene otros problemas más prioritarios. La falta de bibliotecas públicas solo ayuda a agravar el anterior componente, puesto que aquellos ciudadanos que podrían leer a bajo costo no saben ni tienen dónde hacerlo.
La campaña del Ministerio de Educación llamada “Leer es mi cuento” busca, a través de componentes estratégicos, ayudar a que los índices de lectura suban desde una etapa temprana. Hasta el momento, se ha realizado una campaña de donaciones de libros para fortalecer la dotación de las bibliotecas escolares públicas y además se impulsan maratones de lectura desde las escuelas para que cada vez más niños sean adeptos a la lectura.
Por supuesto, la dotación de libros no necesariamente garantizará que a todos les guste leer. No por tener miles de ejemplares a la mano, un niño sentirá un inmenso deseo de leer en lugar de por ejemplo, ver televisión o jugar un videojuego. La clave está quizás en la difusión de historias apasionantes que ayuden a que la lectura sea una puerta fascinante a conocer todo tipo de mundos diferentes, desde los deportes hasta la ciencia ficción.
En el 2014, Nancie Atwell se hizo acreedora al Global Teacher Prize (también conocido como el Nobel de la Enseñanza) por su trabajo como docente y aseguró que sus estudiantes leen entre 40 libros al año: “Su secreto radica en que "la biblioteca del aula está llena de historias interesantes de escritores serios que los alumnos tienen tiempo para leer en el colegio, y también se espera que lean de noche en casa", resalta. "Mientras la mayoría de los norteamericanos solo leen de seis a ocho libros al año, mis alumnos leen 40 libros", agrega. En una entrevista en la revista Newsweek presumía de que sus alumnos "van desde niños disléxicos a sofisticados jóvenes críticos literarios"[2].
Las historias interesantes quizás no son los clásicos de la literatura que a veces parecen para algunos ‘ladrilludos’ y difíciles de digerir. Sin embargo, leer no se trata de un hábito que deba ser aprovechado en contenidos banales o vacíos. Leer debe ser el portal a nuevos mundos, casos asombrosos y experiencias fantásticas que estimulen la imaginación y los sueños de nuestros niños.
Pero, leer es un hábito que se adquiere también en casa. Por lo que la tarea no es solo del Ministerio, colegios o docentes. Papás, mamás, familiares, amigos y adultos de todo tipo deben emprender también la cruzada personal de leer más como parte de los hábitos para enriquecer su cultura y conocimiento. Con un entorno lector y ávido por saber más, muy seguramente, se podrá avanzar más rápido en llegar a la tan anhelada calidad educativa.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.- 267 lecturas