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Alas para escribir

La escritura de los estudiantes colombianos podría estar pasando por un momento crítico.

Diciembre 1, 2015

Cuenta Piedad Bonnett en su última columna publicada en El Espectador, que se encuentra preocupada por el nivel de escritura de los niños colombianos. Dentro del texto, ella afirma que: “(…) el nivel de escritura de los estudiantes colombianos es pésimo. Un verdadero desastre. Y esto lo afirmo después de leer casi un centenar de cuentos ¡que son ya los elegidos como finalistas entre más de 30.000! Cómo serán los otros, me pregunto”[1].

Y sinceramente, no podría estar más de acuerdo. Quizás no he llegado a ser jurado de concursos literarios, pero he observado frecuentemente interacciones en redes sociales, textos en línea, comentarios e incipientes artículos fallas de ortografía, coherencia, sintaxis y gramática que dejan mucho que desear del nivel de escritura de nuestras nuevas generaciones. Puede ser, quizás, una afirmación apresurada y con un fundamento que no dista más allá de la intuición, pero, ¿Y si es cierto? ¿Qué estamos haciendo para que nuestros jóvenes escriban mejor?

Aunque puede ser dispendioso enseñar puntuación, ortografía, y gramática, entre otros elementos que integran la buena redacción, lo más importante es poner a prueba dicho conocimiento.

Durante mi vida adulta, vi como en el ambiente laboral personas con mucha experiencia y altamente calificadas, cometían faltas básicas a la hora de escribir y sus textos para comunicarse con sus colegas eran difíciles de entender debido a lo confuso que resultaba para ellos plasmar las palabras en forma ordenada. No se trata que cada persona sea un escritor consagrado, pero está claro que un nivel básico de redacción es vital para el mundo profesional y la vida diaria en general.

Aunque puede ser dispendioso enseñar puntuación, ortografía, y gramática, entre otros elementos que integran la buena redacción, lo más importante es poner a prueba dicho conocimiento. Son necesarias en el aula actividades que promuevan la práctica de la escritura pero que además, cuenten con la retroalimentación apropiada para que los estudiantes reflexiones sobre sus errores y puedan corregirlos a tiempo.

Escribir es una actividad omnipresente, sobre todo en una era tan digital como la que vivimos. Las redes sociales han hecho de la escritura una necesidad para comunicarse. Un post de Facebook o un tweet, pueden ser medios útiles para practicar la redacción. Inclusive, a pesar de su corta extensión, el arte de mesurar las palabras y decir lo correcto con pocos caracteres es todo un arte.

Pero, a nuestros jóvenes quizás no parece importarle dominar dicha arte o no parece importarles. Son necesarias entonces, actividades que motiven este interés en escribir bien y en darse a entender de la mejor manera, usando apropiadamente todas las pautas de redacción. Involucrar en clase herramientas digitales como las ya mencionadas redes sociales o los blogs, podría servir para este propósito. Inclusive, ejercicios de escritura colaborativa podrían ayudar a que los pupilos compartan sus ideas y visibilicen entre sí distintos estilos de expresión.

También es necesario el apoyo a los docentes, puesto que la labor de enseñar a escribir no debe ser algo que deba pasar desapercibido en las escuelas. Los maestros requieren capacitación en este campo para poder ser mejores ejemplos para sus estudiantes. Asimismo, el tiempo para calificar y retroalimentar ejercicios de escritura debe ser mayor que unos cuantos minutos al final de clase. Podría ser interesante organizar talleres y concursos, pero para ello, debe existir disponibilidad en la agenda de los ocupados profesores.

Por último, no está de más en pensar en los beneficios de la escritura que va más allá de la simple comunicación. Escribir es un ejercicio que estimula la creatividad y que sirve para potenciar pensamientos afines con la innovación y la imaginación. Nuestros estudiantes requieren más ejercicios para lanzarse a la ventana de la escritura con las alas apropiadas y sin temor alguno de caer.

[1] Fuente de la cita textual: www.elespectador.com/opinion/una-triste-radiografia

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Comunicadora social y periodista
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Melva Inés Aristizabal Botero
Gran Maestra Premio Compartir 2003
Abro una ventana a los niños con discapacidad para que puedan iluminar su curiosidad y ver con sus propios ojos la luz de la educación que hasta ahora solo veían por reflejos.