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Apoyo a mi profesor pero no su paro

Para quienes andan en el mundo de la docencia, alejados de cualquier forma de victimización o fanatismo ideológico, son claros los factores que han llevado al Magisterio a perder credibilidad y respeto.

Abril 29, 2015

El derecho a la protesta y a parar labores en el sector oficial y privado es válido y democrático, más cuando el año pasado Fecode nuevamente “vendió” al sector docente, como lo ha hecho durante muchos años, creyendo en las promesas electoreras de un proceso confuso de paz y de crear un nuevo modelo de ascenso salarial (que no dependiera de la evaluación), suspender la evaluación docente y revisar las entidades encargadas de la prestación del servicio de salud.

En el tema de la salud y en la escala salarial tienen toda la razón de protestar, ya que al igual que la gran mayoría de los colombianos, el sistema de salud es un desastre de dimensiones catastróficas y en lo salarial los profesores nuevos y los que son provisionales son víctimas de un invento de Fecode y anteriores gobiernos donde los docentes antiguos están beneficiados por pensiones, primas y otras prestaciones que son muy buenas frente a sus nuevos compañeros en el magisterio y en el montón de maestros que trabajan en el sector privado y que en un acto de discriminación no son tenidos en cuenta por el todopoderoso sindicato y el sector oficial.

Estoy de acuerdo que si no se dignifica el rol docente, es muy difícil que se den muchas condiciones para que se trabaje a satisfacción y por ende los docentes oficiales se preocupen por la calidad educativa.

Pero los que andamos en el mundo de la docencia y más que todo en el sector oficial, dejando a un lado los fanatismos ideológicos y la victimización de los sectores tenemos claros que son muchos los factores que han llevado al magisterio a perder credibilidad y respeto.

En primer lugar los personajes que manejan la educación desde el Ministerio de Educación y las Secretarías certificadas no son idóneos y son simplemente cuotas burocráticas que no entienden ni dimensionan las necesidades reales de la educación en las diferentes zonas del país. Asesorarse con doctores con título de Harvard y que miran todo pensando en que todo el territorio nacional es como Bogotá no permite transformar nada.

Por otra parte es hora de retirar con todos los homenajes (que no todos se merecen), los arreglos salariales de ley y demás prestaciones a todos los docentes “Yoya” – en el sector oficial son los docentes con una o dos pensiones que ya están por cumplir su nuevo tiempo de retiro y no quieren hacer nada sino cumplir el horario-  para darle el espacio y abrirle nuevas posibilidades a los docentes jóvenes y con ganas de hacer, innovar y construir mejores escuelas.

Aunque muchos no lo acepten, estas viejas glorias de la docencia nacional, matonean a sus compañeros jóvenes con calificativos como regalado, lambón, etc; porque quieren hacer cosas nuevas y tienes ganas de hacer cosas. Infortunadamente estas actitudes acaban afectando la dinámica escolar y concluyen desmotivando a los nuevos que terminan comportándose igual que esos “grandes docentes”.

Es hora de revisar a las facultades de educación y empezar a ver qué tipo de docente se está formando y sobre todo aprovechar todo el dinero que se invierte en formación y capacitación desde el gobierno y entidades privadas, que lamentablemente no han sido aprovechadas por la gran mayoría de nuestros docentes que siempre se escudan en el “más trabajo”, en las actitudes agresivas con sus capacitadores o las peores cuando se comportan peor que sus estudiantes a los cuales sacan de clase por no permitirles “dictar” clase.

Patético ese mensaje que circula por redes sociales donde dicen que no están dejando de darle clases a los niños sino que les están enseñando a defender sus derechos. Incoherencia al extremo cuando muchos de nuestros niños y jóvenes están siendo vulnerados en su derecho a la educación. Los padres de familia que pagan rutas (porque no todas las rutas escolares son pagas por el estado) también se ven afectados porque tienen que pagarlas completas, los señores de las cafeterías escolares que pagan un arriendo tienen que pagarlo completo o el dinero que pierden las entidades a las que les compran los refrigerios que les brindan a los estudiantes. Por no mencionar a los padres que tiene que ver que hacen con sus niños por la ausencia de jornadas escolares. Defender derechos vulnerando derechos, gran legado de nuestros educadores oficiales.

Para finalizar llama mucho la atención que docentes a los que les pagan todo el año, les dan incapacidades por estrés, los cambian de colegios cada vez que quieren, tiene el puesto seguro así hagan múltiples daños y violenten a sus instituciones y  estudiantes porque los cobijan unos fueros, no respetan a rectores y coordinadores, porque “los docentes somos los que mandamos” como me lo dijo hace poco un profesor en un colegio de Bogotá, defiendan la educación pública a capa y espada y tengan matriculados a sus hijos en colegios oficiales sino en privados: ¿No confían en la educación que brindan?

Un ciudadano del común entiende que un maestro del Magdalena, del Putumayo o de cualquier territorio alejado lo hagan porque no les pagan hacen meses, o trabajan en condiciones precarias para los niños… pero fui testigo de docentes que no querían parar, aunque reconocen que no les cumplen, pero fueron obligados por los sindicalizados.

Señores del Gobierno y del Magisterio, la educación debe dejar de ser un caballo de batalla y debe ser un verdadero elemento constructor de paz, hay que dejar el verso sobre la educación y debemos sentar precedentes de dignificación para todos que realmente influyan positivamente en la calidad educativa. Al final de cuentas hay una verdad de a puño: la educación sola no cambia el mundo; pero sin ella es imposible cualquier cambio.

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Irma María Arévalo González
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