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Aprender de los fracasos
Evolucionar hacia él «todavía no» es mucho más que cambiar los términos de la calificación, es promover la «mentalidad de desarrollo», asumiendo consideraciones pedagógicas.
Ajustar la exigencia de una tarea al nivel de competencia de la persona que la va realizar no es nada fácil. De hecho, es frecuente equivocarse en este cálculo y proponer retos inalcanzables, ¿cómo los afrontan nuestros alumnos?
La profesora Carol Dweck ha analizado las diferentes reacciones ante obstáculos insalvables, y traslada una pregunta a la comunidad educativa: ¿la escuela enseña a gestionar el fracaso de forma adecuada?
«Todavía no». No es la respuesta a la pregunta, aunque podría serlo. Es la expresión que han empezado a usar en algunos colegios para sustituir al tradicional «suspenso». Un «todavía no» supone «pronto sí» o «con más trabajo sí».
Entiende que el fracaso no es una situación permanente, sino un estado temporal del que se puede salir con la actitud adecuada. La cultura emprendedora lo comprendió muy bien. La quiebra empresarial dejó de ser un estigma hace tiempo. Es más, en el mundo de las startups no eres nadie si no te has arruinado varias veces. «El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia», dijo Henry Ford. Sería una lástima que en la escuela no se pensara así.
Ford tenía lo que Dweck denominó «mentalidad de desarrollo». Concebía el fracaso como una oportunidad de crecimiento personal. La investigadora también encontró individuos con una actitud antagónica, a la que llamó «mentalidad fija», y que conlleva un proceso de hundimiento personal. Es algo así como estar «suspenso», que según la RAE significa quedarse en un estado de desconcierto que impide actuar, hablar o pensar.
Cada una de las 200 bombillas que no funcionaron me enseñó algo que probé en el siguiente intento. Thomas Edison.
Evolucionar hacia él «todavía no» es mucho más que cambiar los términos de la calificación, es promover la «mentalidad de desarrollo», asumiendo consideraciones pedagógicas como:
- Valorar más el PROCESO (la involucración, el esfuerzo y el progreso) que el producto
- Ayudar a VER EL HORIZONTE que se puede alcanzar con un buen trabajo
- Demostrar CONFIANZA y APOYO en los momentos de dificultad
De acuerdo con la teoría de Dweck y parafraseando a Ford, el fracaso de la escuela del «suspenso» no es más que una oportunidad de empezar de nuevo con más inteligencia... con una nueva pedagogía que permita progresar hacia él «ahora sí».
Texto publicado originalmente en la web de la Editorial Magisterio.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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