Usted está aquí

Autobiografía: del cómo preparar un curso académico

Pensar sobre cómo el maestro prepara sus cursos académicos, es fundamental para mejorar la docencia.

Febrero 12, 2016

Hace unas semanas un profesor, estudiante de maestría, me hizo estas preguntas: ¿cuándo usted va a orientar un curso como este (era un curso sobre epistemología y educación) cómo lo diseña y prepara? ¿En qué teorías se basa? ¿Desde qué horizonte pedagógico actúa? Esbocé una breve respuesta, que el estudiante pareció agradecer, y pronto caí en la cuenta que poco había reflexionado sobre las preguntas formuladas. Intentando continuar con esos interrogantes puestos desde aquel día, deseo teorizar sobre el cómo preparo un curso académico.

No me considero un ejemplo a seguir, simplemente he querido compartir algunas rutas que me funcionan cuando oriento mis cursos. También con este pequeño ejercicio he querido poner en práctica eso que Guillermo Hoyos afirmaba: filosofar es pensar en voz alta. Así, hacer teoría educativa (pedagogía para otros) también es pensar en voz alta.

Teorizar sobre educación, he dicho en repetidas oportunidades, debe tener su fuente en la reflexión sobre las prácticas. En ellas reside un potencial interpretativo que el pedagogo debe considerar para fortalecer su quehacer. En consonancia con lo anterior, presentaré una reflexión autobiográfica sobre mi práctica docente que, al sistematizarla, me ha dado motivo de reflexión y teorización.

Al programar cualquier curso académico, independientemente del nivel, siempre pienso primero en las didácticas que deseo desarrollar y lo que deseo que suceda en mis estudiantes. Así, lo primordial es proponerme algunos retos para optimizar, según la naturaleza del curso, los procesos de enseñanza y aprendizaje y, fundamentalmente, el que yo como maestro pueda disfrutar el curso que voy a orientar. Luego y solo luego, pienso en las temáticas.

De esta forma, durante varios años he arriesgado y experimentando sobre mi propia práctica, intentado innovar con artilugios didácticos que me permitan sentirme siempre vivo como profesor. Estrategias como la Cartografía Social Pedagógica (CSP), videoclips, exposiciones fotográficas, historias de vida, ensayos académicos, lectura silenciosa de libros, entrevistas, pequeñas investigaciones, entre otras tantas, han nutrido mi historia didáctica.

Estas experiencias, que he ido sistematizando paulatinamente, me han llevado a reflexionar sobre mi propia práctica y, a partir de allí, poderla investigar. Solo cuando esto está más o menos claro, he acompañado la indagación sobre la práctica de otros colegas, para así proponer alguna interpretación académica sobre las relaciones entre teoría y práctica.

Con base en esta mi historia didáctica, nacida de la experiencia, poco a poco he encontrado en diversos referentes conceptuales rutas para pensar aquello que hago. Así, autores como Carr, Kemmis, Grundy, Gadamer, Aristóteles, Feire, Dewey, Boaventura de Sousa Santos, Bourdieu, por solo citar algunos, me han permitido darle algún referente teórico a esas acciones salidas del aula.

También he encontrado rutas para comprender mis prácticas en tendencias como la sistematización de experiencias, las pedagogías críticas, la pedagogía hermenéutica, la pedagogía de la acción, la hermenéutica filosófica, la etnografía, la Investigación Acción Educativa, el Aprendizaje Servicio (ApS), los estudios de caso, las Comunidades de Práctica, la cibercultura, la cultura digital, por ejemplo, en las que momentáneamente me siento identificado y aun cuando he descubierto que intento no quedarme mucho tiempo en esos lugares epistemológicos, también es cierto que los revisito de vez en cuando.

Ahora bien, todo este balance me devuelve a la pregunta inicial: ¿Cómo preparo un curso académico? He aquí unas pistas nacidas de mi propia experiencia, en las que la didáctica y la evaluación ocupan lugares privilegiados. Los pasos generales de esta preparación son:

  1. En primera instancia, siempre pienso sobre en el producto final que deseo que entreguen los estudiantes: video, Cartografía Social Pedagógica, ensayo, historia pedagógica, historia de vida, animaciones en la web, narrativas transmedia, por ejemplo. Luego, decido sobre alguna de las opciones consideradas en función del lugar, acceso a recursos y características  de los participantes en el curso.
  2. Posteriormente reflexiono y propongo el tipo de aprendizaje que quiero que alcancen los estudiantes; aquello que deseo que lleguen a hacer, más allá de repetir unos conceptos. (Algunos llaman a eso aprendizaje por competencias).
  3. Seguidamente, diseño la evaluación a realizar, asignando los porcentajes y fechas. Considero que tener claridad sobre la evaluación es vital, pues quedan las reglas claras desde el inicio.
  4. Solo entonces reviso los contenidos que deseo que se trabajen y que ayudarán en el desarrollo del curso. Selecciono estos contenidos en función de las capacidades que considero deben tener los participantes del curso. Siempre intento ir a las fuentes directas y evito los comentaristas.
  5. Finalmente elaboro el Syllabus en el que se presentan los alcances del curso, las metodologías, los horizontes epistemológicos, antropológicos y pedagógicos, las temáticas a trabajar, los criterios evaluativos, las referencias bibliográficas, entre otras tantas cosas. Este esbozo se dialoga y ajusta el primer día de clase con los estudiantes.

Ahora que lo pienso, estos pasos son el producto de mi experiencia acumulada como maestro en diálogo con las propuestas teóricas de autores y tendencias filosóficas o pedagógicas.

No me considero un ejemplo a seguir, simplemente he querido compartir algunas rutas que me funcionan cuando oriento mis cursos. También, con este pequeño ejercicio, he querido poner en práctica eso que Guillermo Hoyos afirmaba: filosofar es pensar en voz alta. Así, hacer teoría educativa (pedagogía para otros) también es pensar en voz alta. En este caso, cuando pienso los asuntos concretos y prácticos que tienen que ver con la preparación de mis clases y cursos, puedo escudriñar los horizontes teóricos que emergen de allí.

Para finalizar, no sobra una respetuosa exhortación: y usted, querido colega, ¿cómo prepara sus clases? Y una vez pensado en eso, ¿cómo puede teorizar sobre tales acciones?

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
Gran Maestro 2004
Promedio: 4.5 (8 votos)
Estadísticas: .
Sandra Cecilia Suárez García
Gran Maestra Premio Compartir 2013
El cuerpo habla y la danza puede ser el camino para la exploración del ser y el medio para liberar las palabras que se encuentran encadenadas.