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Comunidades de reflexión docente para mejorar la evaluación formativa

Una reflexión sobre los principios básicos de la experiencia de transformación en las prácticas evaluativas y sus finalidades.

Mayo 16, 2021

Este post recoge la experiencia acompañando comunidades profesionales de aprendizaje durante un periodo de 4 años en el colegio Mare de Déu del Carme (El Prat de Llobregat, Barcelona), los Institutos Diocesanos de Las Palmas de Gran Canaria y, más recientemente, el colegio Infant Jesús de los Jesuitas en Barcelona.

En todos los casos se trató en las comunidades docentes la implementación de la evaluación formativa (que ha sido explicada en publicaciones anteriores desde diferentes ángulos, si bien nos quedan aun varios asuntos por tratar).

Estos 5 puntos no pretenden ser una guía de actuación, sino una reflexión sobre los principios básicos de la experiencia de transformación en las prácticas evaluativas y sus finalidades.

o   La relación con los valores profundos de la institución. Reorientar la práctica evaluativa hacia su función reguladora y no sancionadora o meramente certificadora supone un cambio importante. Implica una manera nueva de gestionar la convivencia y las relaciones entre los docentes y los estudiantes basadas no en el control y el poder que otorgan las calificaciones y/o la cultura del cumplimiento, sino en otras cuestiones mucho más difíciles de lograr como son la confianza, el respeto mutuo y la alegría de poder estar juntos para aprender. La empatía y la comprensión profunda de la situación del otro son también valores que llevan a una evaluación para el crecimiento de las personas, incluyendo sus aprendizajes. Cuando estos valores están en la cultura diaria de la institución, la evaluación formativa crece en un terreno abonado.

o   Ciclos de tiempo largos. Una transformación del calado de la evaluación formativa implica un cambio profundo en los marcos mentales de la comunidad educativa, tanto docentes como alumnos y sus familias. Nosotros hemos comenzado por los profesionales. Cualquiera que tenga contacto con el ámbito educativo sabe que los centros son lugares donde hay muchas rutinas instaladas y maneras de hacer difíciles de cambiar. Los ciclos de transformación hay que plantearlos a largo plazo. En un período de menos de 3 años no tiene sentido plantear un programa de transformación de la evaluación que aborde con profundidad las cuestiones, más allá de un mero cambio de instrumentos de medida y otros aspectos formales. Aun no sé cuánto tiempo puede llevar y vislumbro variables que pueden determinar el ritmo del cambio, como los conocimientos previos de los docentes en pedagogía y didáctica, la cantidad de estrategias abiertas en las que el centro trabaja simultáneamente y el liderazgo e implicación en el programa del equipo directivo del centro.

o   La participación de todos los docentes. El proceso de transformación debe ser inclusivo y acoger a cada uno de los docentes del centro con sus mochilas pedagógicas, sus ilusiones y sus preocupaciones. Es habitual encontrar docentes más reflexivos que otros, con marcos mentales de diferente flexibilidad o con diferentes vivencias emocionales del cambio en el ámbito profesional. Hay que trabajar con todos. La experiencia muestra que cuando son los docentes quienes toman las decisiones sobre la estrategia a trabajar (por ejemplo: vamos a ofrecer un feedback solo cualitativo en este tipo de tareas), implementan los cambios a modo de prueba y los comparten con los compañeros se produce una mejora importante en el empoderamiento. Además, las mejoras se extienden con más facilidad y profundidad.

o   El enfoque de la práctica reflexiva. La experiencia nos revela también cuán necesarios son los espacios formales de encuentro reflexivo entre compañeros docentes. Es uno de los aspectos mejor valorados del programa. Por ello es necesario generar los espacios dentro de la organización para que esto pueda suceder dentro de la cotidianeidad del trabajo escolar. También es importante que el tiempo esté gestionado de manera sensata: dando lugar a que todo el mundo pueda mostrar los aspectos más relevantes de su puesta en práctica e implementando maneras de ofrecer feedback de calidad entre compañeros, que puede incluir una observación entre pares. En nuestro caso, además, se ha contado con el asesoramiento externo trimestral para las orientaciones nuevas de las prácticas y para conocer la investigación sobre los temas tratados.

o   La sistematización de los cambios a nivel de centro. Por último, una vez acabado un ciclo sobre una estrategia de evaluación formativa (según su complejidad, el ciclo puede ser anual o bianual), conviene realizar una sistematización de la práctica para todo el centro. Los docentes proponen en un documento marco los aspectos a cambiar, con orientaciones concretas, referencias a la investigación y ejemplos de su propio testeo en el aula. La finalidad es proponer la extensión de la práctica al resto del claustro.

Los 5 puntos descritos arriba son reflexiones sobre la experiencia de acompañar durante varios años a comunidades de docentes. No cabría en ningún post todo lo que, como consultora acompañante, he podido aprender con ellos, y que comparto a veces también con los lectores del blog la Plataforma Internacional de Práctica Reflexiva. Mi agradecimiento a todos.

Este contenido fue publicado originalmente en el blog del portal aliado nuestro Práctica Reflexiva.

 


Imagen facebook.com/IE-RURAL-LAS-LAJAS

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Consultora en el ámbito de la educación. Miembro del equipo de apoyo de la PIPR.
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Gustavo González Palencia
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