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Del liderazgo educativo y otros demonios

Aunque la educación es otro nicho, el liderazgo es el mismo: es necesario estar atentos a los detalles y a los resultados, y centrados en el mejoramiento constante de todo lo que hacemos.

Mayo 19, 2021

El liderazgo es, tal vez, uno de los temas más emocionantes y vagos que nos hemos inventado. Por un lado, es maravilloso ver cómo individuos, iguales a nosotros, se diferencian y brillan y son seguidos por miles para las tareas más admirables, como Martin Luther King, o para las ideas más absurdas, como Hitler.

Más admirable es que dentro del liderazgo hayamos incluido un subgrupo que se refiere a esta tarea dentro de las instituciones educativas. Parece como si liderar un grupo de personas en el ámbito educativo, fuera distinto a movilizarlas en la vida misma.

Seguramente esto se debe, a que en la educación los docentes, estudiantes y padres/madres de familia poco pueden participar en la elección de quienes dirigen o son dueños de un colegio, o tal vez se debe, a que pocas personas interesadas en la dirección o la gerencia se dedican a la educación.

En cualquier caso, sí es real que una persona líder marca de forma determinante la cultura de una institución educativa, abonando un camino para el éxito o para el fracaso de estudiantes y docentes, marcando de forma definitiva la contribución que estos establecimientos brindan al futuro del país y del mundo.

En este contexto, hace unos años empecé una serie de artículos sobre los retos que enfrentamos las personas líderes en educación. Con el tiempo, la mayoría de mis lectores y seguidores pertenecían a otras áreas laborales. Entonces comprendí, que tal vez todo este subgrupo solamente nos separa de esta realidad: la capacidad de liderar e inspirar es la misma en todas las industrias.

El liderazgo ha sido definido como una habilidad, competencia, característica, entre otras, que posee un individuo. Desde mi punto de vista, por medio del cual logra que otros confíen en sus palabras; l@ escuchen; l@ sigan; trabajen y luchen con convicción por una causa; encuentren una razón para seguir en momentos difíciles, y propongan nuevas formas para alcanzar un sueño de manera conjunta. Para Lithwood y Harris (2006), esta capacidad de influencia no parte de la autoridad o el poder y se basa en lograr el consenso para movilizar en las metas comunes.

Para lograr esta tarea de titanes, no basta con tener buenas intenciones, excelente comunicación, inteligencia o carisma, muchas personas tienen estas habilidades o cualidades. Una persona verdaderamente líder, tiene un conjunto equilibrado de muchas capacidades que logran influir en otros para que l@ sigan. Esto hace, que no todos sean líderes ni lideresas; cualquier individuo que dirige no es necesariamente una persona líder. Esto se ha investigado ampliamente, entonces, ¿cómo son los líderes y las lideresas que la educación necesita?

Según la OCDE, con base en las pruebas PISA, el liderazgo escolar juega un rol clave en el mejoramiento de los resultados escolares, ya que influencia la motivación y las capacidades de los docentes, así como el clima y el ambiente escolar. En este sentido siempre me pregunto, y ¿en las otras industrias el liderazgo no tiene un papel fundamental en el logro de las metas? ¿no influencia la motivación y la capacidad de la gente? ¿no afecta de manera fundamental el clima laboral? Creo que la respuesta es afirmativa.

Al parecer esta división empezó, porque se consideraba que la escuela tradicional contaba con directores que centraban su trabajo en el control y la burocracia, y no en garantizar la mejora de la enseñanza y el aprendizaje (Bolívar, 2010). Esto suena casi absurdo, tal vez si le hubiéramos dicho a Steve Jobs que en los colegios las personas líderes no se involucran en lo esencial de tu tarea: la enseñanza y el aprendizaje, se abría reído y habría atribuido a esta realidad el fracaso actual de la educación. Jobs fue un líder que revolucionó la historia, al lograr que su empresa cambiara por completo cómo nos relacionábamos y vivíamos la tecnología; estaba en los detalles del quehacer de Apple, y buscaba la excelencia de lo que llevaban a cabo. Realmente no me imagino ninguna persona exitosa como líder, incluso en los colegios, sin estas características. 

Evidentemente, en una institución educativa la excelencia se resume en que su enseñanza, comunicación, relacionamiento y desarrollo de este quehacer, así como la atención al proceso que lleva a cabo el estudiante dentro del mismo, sean de la más alta calidad. Claro, nada de esto se logra sin los docentes. Entonces, aunque la educación es otro nicho, el liderazgo es el mismo; es necesario estar atentos a los detalles y a los resultados, y centrados en el mejoramiento constante de todo lo que hacemos.

También Bolívar (2010), explica que se habla del liderazgo educativo para lograr mayor flexibilidad en los colegios, para que estas instituciones desarrollen capacidad de adaptación a la complejidad y autonomía y logren constituirse como organizaciones que aprenden. De nuevo, resulta paradójico pensar que esto se necesita solamente para liderar una institución de educación. De hecho, cualquier compañía o empresa que se niegue a cambiar, adaptarse, aprender de sí misma y alcanzar nuevos espacios, está destinada a acabarse (Rodríguez, Barajas y Betancourt. 2020). Como gran ejemplo está Blockbuster y el nacimiento de Netflix. La primera, una compañía que murió cuando no pudo alquilar más películas físicas y la segunda, una compañía que comprendió que el mundo había cambiado y que con el internet podía llegar a más lugares, más personas y con más productos visuales (Henríquez y Caba, 2015).

Se me ocurre entonces, que estos conceptos surgen para ponerles un acento, una tilde conceptual, que rediseñe cómo se lideran estos sistemas y se reestructure la mentalidad de quienes llevan a cabo esta tarea. Tal vez con el objetivo de cambiar la educación de forma definitiva y contundente, después de 100 años en las mismas. 

De todas formas, todas las personas que trabajamos en educación debemos entender cómo se ha definido el liderazgo en esta industria. Para esto, incluyo los conceptos generales a continuación con el objetivo de ubicarnos a todos en la misma página:

Liderazgo educativo: implica ejercer el liderazgo para que todos los esfuerzos de las personas, los recursos y procesos, se orienten a la mejora de la educación que brindan (Bolívar, 2010). En este punto, Bolívar incluye el liderazgo pedagógico, lo cual considero un término adicional. Así que posteriormente incluiré la definición de liderazgo pedagógico.

Liderazgo escolar: es un concepto mayormente acuñado en Chile para brindar orientación a las personas que dirigen colegios, en el desarrollo de un conjunto de prácticas que los lleven a liderazgo eficaz enfocado en la mejora de este tipo de instituciones educativas (Ministerio de Educación de Chile, 2015).

Liderazgo pedagógico (o también llamado instruccional): es el liderazgo enfocado en mejorar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Para esto, la persona líder se involucra y da importancia a la definición de metas; organizar recursos para la enseñanza; manejar el currículo; monitorear la planeación de clases; evaluar los profesores y el aprendizaje, y promover el crecimiento de los estudiantes (Jenkins, 2009).

De nuevo, no me imagino una industria donde sus líderes o lideresas no enfocaran todos sus esfuerzos a la mejora del servicio que brindan (educativo y escolar), o que en un campo específico no buscaran la excelencia de su proceso esencial (pedagógico), tal como es la enseñanza y el aprendizaje en la educación. 

En este punto, es importante mencionar también que Bolívar (2010), explica los variados tipos de liderazgo en la educación, ubicando a las instituciones educativas como agentes receptores de políticas pública en educación, lo cual es una realidad que ciertamente limita su autonomía y flexibilidad. Para el caso de Colombia, en la mayoría de los casos las instituciones educativas sufren con las políticas educativas, pues suelen centrarse en los ideales de un gobierno de turno. Colombia especialmente se beneficiaría, de manejar la educación como se organiza el Banco de la República, donde una junta mantiene el camino y las metas que como país tenemos, mientras una dirección-gerencia (que bien podría ser el/la ministra de educación) posibilita el alcance al largo plazo de esta visión de país, del que tanto adolecemos en educación. Seguramente, en este sentido la educación necesita un liderazgo político-educativo.

Para Bolívar (2010), todos estos términos surgen de definir que el liderazgo en la escuela como un sistema que no está centrado en una persona (dirección), sino en la institución como un todo, con una capacidad construida, conjunta y potente. Desde este punto de vista, entonces el liderazgo en la educación debería incluir a todos los agentes. Tal vez por la falta de reconocimiento de esta realidad, no hemos estudiado el efecto del liderazgo y de los tipos de liderazgo que ejercen en la escuela los docentes, los estudiantes y los padres/madres de familia. Sin lugar a dudas, ellos definen una gran parte de la cultura… y ya sabemos que la cultura se come de desayuno a la estrategia, tal como sabiamente dijeron Drucker y Fields. 

Definitivamente los líderes y las lideresas tienen que conocer su industria y estar interesados en el crecimiento y la transformación de la misma; en este marco, las personas líderes que trabajan en ámbitos educativos deben conocer y navegar con naturalidad los conceptos descritos, reconociendo que forman parte de su realidad. 

Lo más importante siempre será que nos enfoquemos en potenciar nuestras capacidades, y lograr que la educación responda al contexto y contribuya al crecimiento de nuestra sociedad. Esto solo lo logran los/las grandes líderes.

Referencias

 


Imagen Ivan Samkov en Pexels

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Mg. en Administración de Instituciones Educativas del Instituto Tecnológico de Monterrey y directora de bachillerato en el Gimnasio Los Caobos
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Henry Alberto Berrio Zapata
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