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Educación e identidad ciudadana
Un ejemplo de cómo las instituciones educativas pueden responder a las necesidades de formación de los jóvenes en situaciones adversas es el caso de Colombia.
Las instituciones educativas tienen el compromiso de reconocer y responder a la diversidad individual de los alumnos, sus necesidades, la forma de relacionarse entre ellos y a la dinámica social que viven en sus comunidades.
También es necesario que promuevan estrategias de justicia social, entendimiento multicultural y de tolerancia. Las diferencias sociales, culturales e individuales influyen en el aprendizaje y en nuestros propios conceptos de educación inclusiva, equidad, educación especial, problemas de aprendizaje y discapacidad.
Un ejemplo de cómo las instituciones educativas pueden responder a las necesidades de formación de los jóvenes en situaciones adversas es el caso de Colombia. El conflicto armado en ese país ha dejado más de seis millones de personas víctimas, donde los niños y los adolescentes son los más afectados, debido a que viven en su mayoría en zonas rurales y han tenido que desplazarse a zonas urbanas para escapar de los grupos armados.
“Las instituciones educativas deben promover estrategias de justicia social, entendimiento multicultural y de tolerancia, para enfrentar de mejor manera situaciones adversas como el caso de Colombia.”
Las instituciones educativas en Bogotá reciben a todos los alumnos desplazados que llegan solicitando inscripción (sin exigir ningún documento de identidad) y los ubican en el nivel en el que el alumno menciona que cursaba, pues estos jóvenes no tienen forma de presentar ningún documento oficial que acredite los estudios realizados.
Por tanto, es obligación del Estado diseñar e implementar políticas públicas que garanticen el acceso, permanencia y calidad educativa a los niños y adolescentes víctimas del conflicto armado. El reto es muy grande porque los docentes deben tener las herramientas para dar la atención y orientación pedagógica a esos estudiantes debido a que deben procurar la inclusión del alumno en el sistema educativo y que como víctimas de esta movilización obligada no se sientan discriminados.
Todos los alumnos independientemente de la situación social por la que estén atravesando, deben recibir un trato justo como personas, por esta razón, la escuela debe proporcionarles todas las herramientas necesarias para su desarrollo académico y además apoyarlos psicológicamente tanto a ellos como a sus familias.
Es importante ofrecer programas con actividades extracurriculares (quizás con actividades que los alumnos realizaban antes en sus propias comunidades) para garantizar de esta manera su derecho a la educación.
“Tenemos que educar para enseñar a los alumnos a reconocer la diversidad del ser humano como una fortaleza y crear en ellos un compromiso de acción ante situaciones de injusticia, marginación y desigualdad.”
En una investigación realizada por la Secretaría de Educación en Bogotá Colombia se establecen tres vertientes a enfocarse: inclusión, escuela-desplazamiento y gestión pedagógica. Para el desarrollo se propone la implementación de una ruta de atención pedagógica, dividida en 6 fases relacionadas entre sí, con el fin de generar procesos de transformación institucional en torno a la inclusión de los estudiantes víctimas del conflicto armado en Colombia por medio de la cual se enseña y se propicia una cultura de paz para desechar todo discurso de odio.
Aunque sigue siendo importante el planteamiento y desarrollo de nuevas tecnologías, debido al contexto, hay situaciones donde cobra peso la formación integral de los alumnos como ciudadanos del mundo.
Conscientes del impacto que las decisiones gubernamentales tienen en los contextos educativos, nuestros alumnos serán los líderes del futuro por lo que debemos promover una cultura de no corrupción y de paz.
Te invito a que participes como docente responsablemente en la construcción de una comunidad solidaria, es decir, a educar para vivir en sociedades plurales, multiculturales, fortaleciendo el sentido de ciudadanía, reconociendo la diversidad del ser humano como una fortaleza y creando en los jóvenes un compromiso de acción ante situaciones de injusticia, marginación y desigualdad.
El futuro que nos tocará vivir dependerá de los líderes que encabecen las instituciones y naciones. Es por esto que debemos buscar formar líderes con las competencias y voluntad de construir un mundo con mayores oportunidades para todos.
Lea el contenido original en la Editorial Magisterio.
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