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El aprendiz emprendedor y su búsqueda de educación de calidad (Parte I)

El futuro pertenece a los aprendices autónomos que asumen su educación como emprendimientos con calidad.

Agosto 31, 2016

A medida que la sociedad evoluciona y que las tecnologías se desarrollan consecuentemente se hace más natural que sean los aprendices quienes toman las riendas de su educación. Así pues, se reducirá la importancia del docente orientado a dar clases magistrales y que se considera el centro de los procesos educativos.

Lo que da viabilidad al nuevo modelo de educación conducido por las necesidades del aprendiz es que éste asuma la iniciativa de ser el conductor de su proceso, que de alguna manera se revela ante la educación prescriptiva dominante actualmente. Con suficiente proactividad como para gestionar con autonomía las decisiones que conlleva el avanzar en su educación. El docente seguirá siendo clave pero como tutor-facilitador, ya no como aquella persona que mantiene las llaves de acceso a los diversos contenidos. La tendencia va apuntalada en el aumento de la disponibilidad de mejores recursos para el aprendizaje, tanto digitales y como analógicos.

El docente seguirá siendo clave pero como tutor-facilitador, ya no como aquella persona que mantiene las llaves de acceso a los diversos contenidos.

Concentrémonos ahora en aquel que desea conducir su educación como parte de su proyecto fundamental de vida. Se trata de personas con una madurez apropiada para cada etapa de su vida y con la capacidad para gestionar adecuadamente sus pasos en este campo. Dejemos para otra ocasión las consideraciones de contexto que hacen que una persona asuma un emprendimiento como este. Valga sí aclarar que la autonomía en este aspecto se estimula o inhibe desde diversos ámbitos y en momentos concurrentes. Desde el hogar, hasta en los ambientes laborales, pasando por todas las instituciones que conforman el sistema formal de educación. Se entiende que para algunos tomar el control de estas actividades resulte más cuesta arriba que para otros y que los criterios de lo que se acepta como “adecuado” son debatibles, pero eso será motivo de otras discusiones. Asumamos que esas salvedades están superadas.

El primer asunto a dilucidar es establecer el objetivo de la educación y para así marcar el norte de las decisiones que siguen como consecuencia. Luego enmarcaremos ese objetivo macro, genérico, empleando algunas dimensiones que sirvan para establecer criterios de calidad que orienten las ejecutorias del aprendiz[1].

Revisemos algunas definiciones de los objetivos de la educación promovidas por organismos internacionales con el fin de identificar un rumbo lo suficientemente amplio e incluyente como para que sea compartido y útil para esta tarea que nos hemos fijado.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que el objeto de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favoreciendo la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos. Posteriormente, la misma ONU, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, agrega que también debe desarrollar el sentido de dignidad y capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre. Para completar el perfil de los objetivos de la educación añadiremos los que incorpora UNICEF en la Convención sobre los Derechos del Niño. Allí se instituye que se debe inculcar al niño, a las personas en general cuando ampliamos el horizonte, el respeto del medio ambiente natural, de su identidad cultural, su idioma y sus valores, y el respeto de los valores nacionales y de otras civilizaciones.

Ante unos contextos que no son controlables del todo por el protagonista del proceso podemos anticipar que la calidad no está enteramente en sus manos.

De manera que con esas tres fuentes se cubren objetivos asociados a los derechos humanos fundamentales, a factores vinculados con el desarrollo humano y el fortalecimiento de la participación en sociedades libres y, finalmente vinculando la educación de manera integral con el medio ambiente, las culturas y los valores que las conforman. Acojamos como aceptable esta fórmula compuesta.

Es de destacar que la empleabilidad o, alternativamente, el espíritu de emprendimiento, están consideradas como una resultante de todas las características mencionadas. Están supeditadas a la configuración generada al procurar los objetivos mencionados.

Partimos de estar ante una persona con las inquietudes y vocaciones que lo impulsan a educarse y que se traza la misión de tener control de su aprendizaje. Ante unas contextos que no son controlables del todo por el protagonista del proceso podemos anticipar que la calidad no está enteramente en sus manos. Sin embargo, se pueden reconocer las condiciones externas que caracterizan a la educación y, de esta manera, desarrollar estrategias alternativas que compensen las carencias que se detecten. Esto puede significar, por ejemplo, realizar actividades adicionales sobre una o varias de las falencias reconocidas.

Se entiende que hoy día hay una franca minoría de hogares regidos por padres con maneras de pensar como las de Sir Ken Robinson o Roger Shanck (ambos optaron por educar a sus hijos en casa y prescindieron de las escuelas, entre otras cosas) y los formaron bajo el paradigma de la autonomía para aprender. Análoga desproporción se encuentra en los sitios de trabajo pues es extraño hallar empleadores innovadores en este sentido. Sin embargo, un aprendiz modelado para conducir su educación ha de ser apto para detectar si sus entornos se desempeñan dentro de parámetros de calidad reconocidos y actuar para que se hagan los ajustes requeridos cuando se perciba alguna desviación significativa.

En el artículo citado, elaborado por UNESCO Santiago, se establece que la calidad en la educación se mueve dentro de cinco dimensiones. Estas son relevancia, pertinencia, equidad, eficacia y la eficiencia. Todas las revisaremos en una próxima columna pues ésta ya agotó el límite de su extensión. Completaremos el análisis con unas conclusiones sobre las posibilidades que tendría un aprendiz emprendedor para incidir en estas dimensiones.

[1] La motivación para explorar este tema surge de la revisión de “Tecnologías digitales al servicio de la calidad educativa. Una propuesta de cambio centrada en el Aprendizaje para todos”. Publicado en 2016 por la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe. (OREALC/UNESCO Santiago)

http://www.unesco.org/new/es/santiago/resources/single-publication/news/...

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Docente-investigador de la Universidad Central de Venezuela
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Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer