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El currículo, la columna vertebral

El diseño curricular nos plantea la aplicación del saber pedagógico y de nuestro tacto educativo, para entender cómo y en qué momento debemos hablar de determinado tema.

Abril 17, 2019

Si se pudiese condensar en un elemento la aplicación de la reflexión pedagógica, sumada a las disertaciones didácticas y el entendimiento y apropiación del contexto escolar, tendríamos como resultado una construcción curricular robusta pero sobre todo, coherente. Y eso, coherencia es lo que está ausente en la práctica pedagógica soportada en la aplicación de currículos inertes, descontextualizados y poco atractivos, tanto para los maestros, como para los estudiantes. 

Y hablar de columna vertebral es un símil que se adapta de manera perfecta para dejar entrever, cómo la escuela ha pensado históricamente en las vértebras, en la médula, y las superficies articulares, pero no en el conjunto que construye una estructura perfecta de la columna como centro de soporte del cuerpo. 

Al igual ocurre con el currículo, en muchos casos los maestros solo generamos elaboraciones pedagógicas individuales, no existe comunicación entre áreas de saber aunque todas las posibilidades están sobre la mesa, hay un margen de conformidad preocupante con el apego estricto a un modelo de enseñanza transmisionista, donde se toma al pie de la letra de los libros de texto los contenidos llevados a clase. 

El diseño curricular nos plantea la aplicación del saber pedagógico y de nuestro tacto educativo, para entender cómo y en qué momento debemos hablar de determinado tema. La pregunta un poco castiza es ¿Cómo les vendemos a los estudiantes la idea? ¿Qué hacemos para que ellos crean que toda mi cantaleta es importante para su vida? Y para nosotros, ¿cómo construimos currículos con contenidos agradables para ser enseñados? 

Es aquí donde emergen elementos fundamentales como:

  • Revisión y reestructuración. La construcción de un currículo, contextual e interconectado es una labor de grupo, como tarea debería elaborarse una revisión anual y un replanteamiento total con una periodicidad máxima de tres años. Esto si se tiene en cuenta el margen de actualización del conocimiento en la sociedad actual
  • El trabajo diario. Los currículos se construyen a partir de la duda, cada día más se debe apuntar a que estas preguntas sean interdisciplinares, para esto la concreción de espacios de discusión y formación entre pares en la escuela es fundamental 
  • La transposición didáctica. La traslación del conocimiento científico al conocimiento escolar no es un proceso menor y debe ser asumido con la rigurosidad que el ejercicio implica, en primer lugar, el docente- investigador debe tener un dominio absoluto sobre su área de estudio, y en segundo lugar, este debe tener un conocimiento extenso de estrategias didácticas que permitan la transformación de los contenidos curriculares en tópicos de análisis menos complejos. Frente a estos dos aspectos es necesario plantear una sinergia que permita relacionar el conocimiento “complejo” y la habilidad del profesional de la educación para generar espacios de enseñanza-aprendizaje efectivos para el aula.

Lea el contenido original publicado en la página web de la Editorial Magisterio.

 


Imagen:Designed by ijeab / Freepik

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Coordinador de contenidos pedagógicos en la Editorial Magisterio.
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