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El nuevo rol del maestro en los tiempos de “hipertecnológia”
Es importante reflexionar sobre nuestro rol docente y pedagógico en una sociedad llena de contradicciones con una alienante información que imponen los medios de comunicación.
A través de la historia de la educación se reconoce tradicionalmente al maestro y al estudiante como los principales protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje, pero en la era actual del internet, un tercer personaje viene arrebatando protagonismo y es el uso masivo de las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), el cual convierte a nuestros estudiantes en seres “hipertecnológicos”, también llamados por sus habilidades informáticas “nativos digitales” (Prensky, 2010).
Por ello, la misión más importante del docente en la era del conocimiento es retomar el rol de pedagogo. Esto es no monopolizar todos los conocimientos actuales, sino formar al ciudadano gestionando sus principios y valores para la vida.
Para ello se debe formar a los estudiantes para la autonomía en su aprendizaje, en el que ellos puedan seleccionar la mejor información existente y puedan, a su vez, transformarla en saber, de forma que el estudiante se vaya convirtiendo gradualmente en entrenador de sí mismo para el mejor logro de sus aprendizajes en el proceso de su formación integral.
El aprendizaje autónomo es un proceso por el cual el estudiante toma conciencia de sus propios procesos cognitivos (Martínez, 2005). Por ello, es necesario orientar al estudiante a que planifique, revise, monitoree y evalúe su propio proceso de aprendizaje día tras día. Lo cual guarda relación con los planteamientos de la metacognición sustentados a través de la historia de la educación por Flavell en el contexto de la Guerra Fría de los años setenta.
Y en la actualidad, la sociedad del conocimiento con su creciente producción de acceso a las fuentes de información digital, convierte esta data de conocimientos en información caduca muy rápidamente (Duran, 2005, p.97), y esta caducidad de la información condena a los estudiantes “hipertecnológicos” a tener conocimientos volátiles cada día.
Del mismo modo, Pozo y Mateos (2009, p. 63) señalan que si se desea que los estudiantes puedan gestionar su propio conocimiento, se debe hacer que ellos sean cada vez más autónomos en la elección de la información o en la toma de decisiones sobre su aprendizaje, ya sea ante la lectura de un texto, debatiendo quizás un argumento o una posición teórica. Esto implica que, por ejemplo, el estudiante nativo digital debe lograr interpretar una noticia, un video o producir un ensayo en un propio estilo de aprendizaje. Es decir, que puedan ser capaces de planificar, supervisar y evaluar el despliegue de sus propios conocimientos y habilidades.
Por ello, los estudiantes en su entorno “hipertecnológico” no solo deben ser unos hábiles jugadores, sino también entrenadores de sí mismos. Sigamos pensando y comprendiendo que el aprendizaje autónomo no puede surgir espontáneamente en la escuela. El ser autónomo es un aprendizaje que se adquiere progresivamente en sus diferentes espacios y para esto el docente del actual milenio no debe perderse en ser un mero transmisor de todos los saberes en la escuela, sino ser el nuevo pedagogo del siglo XXI que guía, orienta y se convierte en el mejor tutor del proceso de enseñanza-aprendizaje en los espacios propios de la actual globalización.
Prensky (2010) expresa: “los jóvenes de hoy no pueden aprender como los jóvenes de ayer, porque son diferentes sus cerebros y su cultura. La escuela tradicional debe incorporar formatos educativos basados en el ocio y el entretenimiento”. (p.3).
Esto implica que los docentes pedagogos deben saber contextualizar y guiar el estilo de aprendizaje que conlleve a la formación integral de los nuevos ciudadanos, ya que es la clave para comprender a nuestros estudiantes en esta denominada era digital.
Un docente, como en el caso de la enseñanza de la historia, conocedor de su especialidad, conocedor del terreno, hace de guía en un trabajo de campo, en un viaje hacia el conocimiento, pero en este proceso el docente pedagogo va cediendo buena parte de su responsabilidad al estudiante como futuro líder.
Los estudiantes aprenderán unos de otros y decidirán el nuevo camino, pero el maestro pedagogo no deja de seguir orientando ante las dudas de sus estudiantes y va permitiendo que sean ellos mismos quienes fijen el nuevo rumbo de sus aprendizajes y puedan volver a enseñar a otros dentro de un proceso cíclico y dinámico.
En estas fechas especiales, es importante reflexionar sobre nuestro rol docente y pedagógico en una sociedad llena de contradicciones con una alienante información que imponen los medios de comunicación, junto a la complicidad de los gobiernos que desarrollan nefastas políticas educativas, de hecho nada formativas ni reivindicativas para el profesorado.
Es ahí cuando bien vale recordar que es el maestro con su gran vocación quien fortalece asimismo sus propias competencias de educador sin necesidad de esperar tantas promesas, que posterga una serie de cambios y una serie de divisiones en el magisterio, ante ello sigamos construyendo y forjando nuevas generaciones... “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”, en palabras de Antonio Machado, siempre vigente a lo largo de la historia.
Referencias Bibliográficas
Adell, M. (2004). Estrategias para mejorar el rendimiento académico de los adolescentes. Madrid: Pirámide.
Argüelles, D. (2011). Tesis: Modelo para la generación de competencias genéricas a partir del e-learning fundamentado en aprendizaje autónomo. España: Universidad de Nebrija.
Badia, A. (2005). Enseñar a pensar de manera autorregulada y flexible: Aprender autónomamente estrategias didácticas. Editor Francesc López Rodríguez (2005). Venezuela: Grao, S.L.
Prensky,M. (2010). Nativos e Inmigrantes Digitales. Disponible en URL: https://www.marcprensky.com/writing/Prensky.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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