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El sentido ético de la evaluación

Conozca algunos criterios básicos para la evaluación de los Temas Transversales, según el educador Abraham Magendzo.

Febrero 4, 2019

La evaluación de los temas transversales por tratarse de un juicio que se formula en aprendizajes de tipo valórico, afectivo, cívico e intelectual, que implican globalmente a la persona, debe permanecer muy alerta a los mensajes que envía a los estudiantes evaluados. Para un joven no es lo mismo que le digan: “usted no sabe quién fue Miguel de Cervantes”, a que le digan: “usted no tiene interés ni capacidad de conocer la realidad”, o bien, “usted no sabe utilizar lo que ha aprendido”. Evaluar los aprendizajes referidos a estas dimensiones no quiere decir emitir un juicio valórico acerca del otro.

Hay que tener presente también que muchas veces las prácticas evaluativas están atravesadas por otras lógicas, distintas a la propia evaluación, tales como la disciplina y el control. Cuando se está en el aula de clases y frente a cierto grado disciplinario muchos docentes advierten: “este aspecto va a entrar en la prueba”, para motivarlos a que escuchen y se concentren, estamos usando la evaluación para disciplinar, ya no para reunir información en torno a los aprendizajes.

Al evaluar a nuestros estudiantes. Esto no puede dar pie a prácticas discriminatorias, de competencia desleal o de jerarquizaciones entre los discentes, principalmente porque estamos hablando de valores. Al respecto los profesores y profesoras deben estar alertas ante los prejuicios sociales e ideológicos que pueden estar latentes.

Prejuicios raciales, sexistas, políticos, sociales, centrados en las capacidades, o de cualquier otra índole, pueden operar al momento de apreciar el comportamiento o declaraciones de los estudiantes, traduciéndose en discriminaciones totalmente contrarias al mensaje de los mismos temas transversales.

Algunos criterios básicos para la evaluación de los Temas Transversales son los siguientes:

Una evaluación integrada

Muy ligado al principio didáctico de integración, este principio apunta al desafío de evaluar los temas transversales en el marco del trabajo programático en las asignaturas, articulando los contenidos disciplinares y los de índole más valórica.

La evaluación debe dar cuenta de esa articulación apreciando de manera integrada los aprendizajes de dichos contenidos y las dimensiones de desarrollo a que apuntan los temas transversales (afectiva, intelectual, moral y ciudadana).

En la medida en que se comprenda cómo los aprendizajes referidos a los temas transversales se integran a los propios de las asignaturas, la evaluación de aquéllos no será una carga extra, sino que podrá incorporarse a las actividades evaluativas de éstos.

Una práctica colectiva

La evaluación de los temas transversales se formula como una práctica colectiva que demanda un esfuerzo conjunto tanto del estudiantado como del equipo de profesores y que compromete a la gestión de la escuela. Si bien cada docente es el responsable y conductor de los procesos educativos que lidera, por consiguiente tiene a su cargo también la tarea de evaluarlos. En diversos momentos del proceso es necesario que interactúe y promueva la participación de los otros actores educativos.

A nivel del aula, será importante a este respecto conferir voz a los estudiantes, generar conversaciones en que ellos puedan ensayar criterios autoevaluativos, planteando la visión que tienen de su propio desempeño.

En cuanto al equipo de profesores, es preciso avanzar en la generación de espacios de conversación y discusión en que sea posible contrastar las distintas experiencias, debatir y construir los indicadores de logro, en el campo de los temas transversales compartir y criticar instrumentos, articular estrategias.

En esta línea, la evaluación compromete a la gestión de la escuela en tanto se trata de crear espacios de reunión que se instalen institucionalmente como parte de la práctica evaluativa y que respondan a los niveles de dirección, dando cuenta de sus avances. Se trata de una evaluación cuya base está en la escuela, en donde la planificación y puesta en práctica del proceso debe ser llevada a cabo por los actores comprometidos en una innovación educativa.

 

Lea el contenido origina en la web de la Editorial Magisterio.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Profesor de Estado en Educación.
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