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La calidad de la educación artística: un reto por asumir
Los maestros de arte estamos llamados a motivar, apoyar y orientar mediante la educación artística el camino que toman los impulsos creativos de los estudiantes.
Hace 250 años nació el extraordinario compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los símbolos más preciados de la cultura occidental. En el marco de las celebraciones realizadas todo este año en su nombre, se han llevado a cabo múltiples reuniones para reflexionar sobre la educación artística, siendo muy significativa la ‘Primera Conferencia Mundial sobre Educación Artística: Desarrollar las Capacidades Creativas para el Siglo XXI’ realizada por la División de Arte y Cultura de la Unesco y el Gobierno de Portugal.
En ella participaron casi 300 maestros de las artes seleccionados por convocatoria abierta (entre estos seis colombianos) provenientes de más de 60 países, así como científicos y representantes de asociaciones internacionales de educadores de las artes y de los ministerios de Educación o de Cultura de casi todas las naciones. Este encuentro significa que se empieza a legitimar en el mundo entero el valor formativo de la educación artística.
De hecho, los trabajados presentados allí apuntan a evidenciar su papel esencial en el desarrollo integral del individuo y por ende en el ejercicio pleno de su dignidad, de su libertad y de su derecho a participar en el diálogo intercultural que se requiere hoy para fomentar la vitalidad y riqueza cultural de las comunidades.
Igualmente se llama la atención sobre cómo la escuela en gran parte del mundo, ha excluido el aprendizaje de expresiones tradicionales y así se han perdido para las nuevas generaciones valores fundamentales de su identidad cultural. Se ha empobrecido la diversidad cultural.
El “Mapa de Carretera” acordado por las naciones participantes en este encuentro destaca la necesidad urgente que tienen los niños y jóvenes del mundo de desarrollar habilidades creativas, sensibilidad estética y conciencia de pertenencia a un contexto cultural particular a través de la educación artística, puesto que los equipa para tener una posición crítica ante el mundo y adquirir compromisos que tiendan a la cohesión social, algo de vital importancia en el panorama social y cultural.
Además, la sociedad contemporánea demanda, cada día más, trabajadores creativos con habilidades comunicativas. Sin embargo, señala el documento, la debilidad de la educación artística que se imparte en las instituciones no permite hacer los debidos aportes para que contemos con ciudadanos creativos, capaces de promover la paz y una cultura del respeto a la diferencia, lo que garantizaría un futuro sostenible.
Ante esta situación, la estrategia principal que se propone consiste en elevar la calidad de la educación artística, lo que se entiende como una educación relevante para el estudiante, promotora de valores universales, equitativa porque practica la inclusión más que la exclusión y garante del ejercicio de los derechos humanos.
Se subraya que el dominio de lenguajes artísticos permite a los estudiantes explorar y compartir aspectos profundos de su existencia y coexistencia; que la experticia y el desarrollo de la expresividad artística incrementan significativamente las habilidades para comprender, valorar, apreciar a los otros y comunicarse, y que la educación artística debe verse más como práctica y experiencia, que como creación de objetos en sí mismos, por lo tanto se deben enfatizar tanto los núcleos comunes entre las artes, como la interdisciplinariedad. La conclusión entonces es que la educación artística debe ser obligatoria en el currículo de todas las naciones.
El aporte de América Latina y el Caribe a este evento mundial se plasmó en la “Declaración de Bogotá”. En líneas generales el diagnóstico de nuestra región señaló que las políticas de Estado en nuestros países le dan muy poca importancia a la educación artística y hay un divorcio entre las áreas de educación y cultura.
Esto es evidente en el escaso valor cognitivo que se le da a esta área, en el débil apoyo académico y financiero que reciben los maestros de arte, en el desconocimiento de la pedagogía de prácticas tradicionales para la protección de la identidad cultural, en las pocas publicaciones de experiencias significativas y en la pobre participación de artistas en los procesos educativos.
Como alternativa, se plantea una serie de tareas consecuentes con las deficiencias encontradas y se propone desarrollar la calidad de la educación artística para promover la sensitividad, la creatividad y el sentido crítico de nuestra infancia y juventud, con miras a la construcción de un futuro en el que cuidemos nuestro patrimonio natural y cultural y fortalezcamos la solidaridad entre nosotros y el respeto a la diversidad cultural.
*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.- 777 lecturas