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La constitución de la subjetividad

La subjetividad, entendida como singularidad y modo de existencia, se constituye básicamente a partir de la relación consigo mismo y con el otro.

Abril 15, 2016

La categoría de subjetividad se debate todavía en grandes encrucijadas. Desde su negación o desestimación por algunas perspectivas fisicalistas y eliminacionistas apoyadas en una visión positivista de las neurociencias, que asumen que lo que no puede ser aprehensible por los métodos experimentales no existe o no es posible hablar sobre ello; hasta las concepciones fenomenológicas que asocian la subjetividad con una consciencia inefable e inaccesible, una especie de vida interior paralela al mundo real formado por nuestras experiencias privadas sin posibilidad de comunicarse ni compartirse; la subjetividad es puesta en entredicho por tirios y troyanos.

No obstante, entre esos dos extremos, la subjetividad sí tiene sentido estudiarla si la entendemos como aquella instancia que nos posibilita diversas formas de entender las maneras como hemos sido producidos, los recursos que tenemos para transformarnos, y de comprender no sólo cómo hemos llegado a ser lo que somos, sino en lo que seguimos deviniendo de cara al futuro.

Si se acepta esta definición -siempre provisional y susceptible de resignificación-, la subjetividad contemporánea tendría las siguientes características:

  1. Se expresa en las formas de relación consigo mismo.
  2. Es nuestra singularidad, nuestros modos de existencia, el sentido que le otorgamos a los usos de nuestro cuerpo, incluidas las prótesis tecnológicas que empleamos para su proyección.
  3. Expresa las formas de sujeción/desujeción en que nos relacionamos con el otro, con las instituciones sociales y con el universo de significados que nos rodea.
  4. Es la potencia de devenir otro, de metamorfosearse en ese alguien que siempre quiso ser, de hacer realidad esa ficción de sí mismo, de materializar esos posibles irrealizados.
  5. Es la puesta en práctica de los diversos procedimientos de autoexamen y reflexividad: juzgar (se); narrar (se); observar (se); expresar (se).
  6. Es la autoridad de la primera persona, de ese yo que sabe que sólo a través del diálogo y el lenguaje es posible discernir los juegos de verdad que se movilizan en cualquier acto comunicativo consigo mismo y con los demás.

Con base en estas características ¿cómo entender la constitución de la subjetividad?

La subjetividad se constituye y se forma como intersubjetividad, esto es, que nuestra singularidad, nuestro sí mismo, es, ante todo, un acontecimiento relacional, un hecho vinculante que nos posibilita interactuar de diversas maneras en tanto que tiene múltiples posiciones y voces frente al otro y frente a nosotros mismos.

“La subjetividad sí tiene sentido estudiarla si la entendemos como aquella instancia que nos posibilita diversas formas de entender las maneras como hemos sido producidos, los recursos que tenemos para transformarnos, y de comprender no sólo cómo hemos llegado a ser lo que somos, sino en lo que seguimos deviniendo de cara al futuro”.

No podemos reducir las subjetividades en formación a procesos unilaterales. No existe, ni es posible, una determinación unívoca de lo social a lo individual, ni tampoco lo contrario. Por tanto, lo que determina el paso de una fase a otra de la subjetividad, no es tanto la adquisición de una habilidad o competencia, ni la complejización de sus estructuras cognitivas, sino cierto tipo de relaciones que el sujeto realiza con el medio que en ese momento son dominantes, y que confieren al comportamiento del niño o la niña unas formas de representación y de acción particulares.

Esta forma de entender las subjetividades en formación es coherente con la idea de variabilidad, cuyo presupuesto fundamental es que el conocimiento puede ser representado en diferentes formatos, y, en consecuencia, depende del tipo de contextos (y de relaciones sociales e interpersonales) en que se desenvuelven los individuos; a la vez que posibilita entender que las transiciones  de la subjetividad se realizan en periodos de tiempo restringidos, cuyas fases son recurrentes y no necesariamente dependen de la edad o de la competencia adquirida para resolver un problema en un momento determinada.

Es por esto que se puede hablar de trayectorias subjetivas simultáneas en la infancia, es decir, que los niños y las niñas pueden asumir diversas formas de sentir (se), pensar (se) y relacionar (se) simultáneamente, sin contradicciones lógicas ni incoherencias afectivas o sociales. O, dicho de otra forma, la subjetividad en formación puede desplegarse de tantas formas posibles como el niño o la niña en su creatividad y pluralidad de horizontes, en sus conflictos afectivos e interpersonales, así como en las relaciones que son dominantes en ese momento. Por tanto, hablar de subjetividades en formación implica hablar de trayectorias subjetivas múltiples y simultáneas, de experiencias singulares cuyas diferencias no son reductibles a la edad o a una estructura cognitiva, sino, por el contrario, deben entenderse como reorganizaciones sucesivas que el niño o la niña hacen de esas experiencias; de evoluciones e involuciones que dependen desde dónde se les mire, de contextos y relaciones sentidos y pensados desde el deseo y la fantasía, desde el juego y la creatividad.

Desde el punto de vista educativo, la constitución de la subjetividad resulta fundamental no sólo porque la formación de sujetos resulta imprescindible para la construcción de un proyecto de nación, sino porque entre sus tareas principales deben incluirse aspectos tan importantes como las corporalidades en todas sus expresiones (sexualidades, acicalamientos, prótesis tecnológicas, etc.); la lucha por el reconocimiento identitario y la redistribución material de la riqueza, el reclamo por la igualdad y el respeto por la singularidad, las reivindicaciones por los derechos culturales, el debate por la despatologización de la neurodiversidad y los comportamientos y estilos de vida diferentes; en fin, por todo aquello que busque la expresión de lo humano en todas sus manifestaciones.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Doctor en Educación. Magíster en Sociología de la Educación
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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.