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La educación sexual, un enorme desafío

Ante la contundente realidad que muestra un aumento en los embarazos de niñas y adolescentes, algunos consideran que la educación sexual en el país ha fallado. María Ladi Londoño, reconocida experta en la materia, nos invita a abrir la mirada y revisar nuestra cultura, nuestras políticas y las posturas de sectores influyentes antes de establecer responsabilidades.

Febrero 25, 2016

¿Es responsable la educación sexual del embarazo en niñas y adolescentes? La respuesta es no; simplificar así la complejidad de esta perversa realidad social dificulta su conocimiento. No es una relación de causa-efecto porque la sexualidad y la reproducción, que aún originan la continuidad de la especie en este planeta, están condicionadas por múltiples factores biológicos, sociales, emocionales, culturales, políticos, legales, religiosos, económicos y más. Para hablar de la educación sexual
–que es obligatoria[1] en el sistema educativo colombiano– se debe tener claro para qué la educación sexual y de qué tipo.

¿para qué la educación sexual?

Para alegrar la existencia; para aprender sobre el placer sexual; para aprovechar más el milagro de vivir y el potencial de goce sexual; para el amor; para entender y validar las preferencias sexuales propias y ajenas; para enriquecer la intimidad y el erotismo; para nutrir disquisiciones existenciales; para protegerse de la violencia; para promover la salud y los derechos sexuales y reproductivos; para el respeto por las diferencias y contra la discriminación; para prevenir disfunciones; para promover la equidad sexual y de género; para mejores interrelaciones de pareja y familias; para conocer y tomar decisiones reproductivas informadas, y para asumir, reforzar o reestructurar identidades y roles de género en sus múltiples variantes, entre muchos más fines y enfoques

Qué tipo de educación sexual

Una educación para la libertad y la democracia en la intimidad, que descargue la sensación de culpa e incida en el enriquecimiento sexoafectivo; que estimule la reflexión crítica sobre las prácticas sexuales y el valor para actuar por fuera de estereotipos y prejuicios. Que facilite comprender y hacer rupturas con modelos atávicos de maternidad/paternidad, pareja, familias, aborto, géneros. Que ayude a disentir, a manejar el miedo a salirse de lo políticamente correcto en favor de
la autodeterminación; que defienda la libre maternidad y estimule la búsqueda de nuevas interpretaciones amorosas y sexuales; que promueva la lucha contra la violencia por razón de sexo. Que no sea un freno sino un impulso para el crecimiento personal.

Estilos de aprender y de enseñar hay muchos, pero la educación sexual debe ser innovadora, incluir análisis, compromiso con la realidad social, intervenciones adecuadas para los grupos poblacionales, la modernidad y el futuro, y además fortalecer la autonomía sexual y reproductiva, estar actualizada, basarse en la ciencia sexológica, y tener en cuenta las inquietudes y formas de entender la sexualidad de niñas, niños, jóvenes y demás personas. Porque, con el mundo virtual, la información sobre sexualidad ya no es ningún misterio; correos electrónicos, chats, blogs y redes sociales abrieron nuevas vías al conocimiento y exigen repensar la educación sexual, así como nuevas orientaciones, acompañamientos y debates. A la educación
sexual y sus políticas les corresponde ser dinámicas y mantenerse en expansión —como el universo—.

Por ser aprendizaje de vida, la educación sexual con programas flexibles, debe atender preocupaciones de niñas, niños y adolescentes, y si no las tienen, creárselas. Evitar ambivalencias en sus enfoques de sexualidad, placer y reproducción a fin de no confundir ni desconcertar; proponer mensajes coherentes ajenos a conocimientos librescos previniendo que la experiencia sexual se ajuste a estereotipos de rendimiento o idílicos reproductivos. Validar la dirección que los estudiantes quieran darle a la temática, estimulando debates que amplíen su mundo interno y liberen los límites de las propias aspiraciones. Para abordar en educación sexual la salud y los derechos sexuales y reproductivos, es indispensable trabajar con equidad de género, desprestigiar la maternidad como destino y realización de las mujeres, como imperativo ético o mandato divino y abordarla como una entre otras opciones, ajena a obligaciones esclavizantes y a elogios al sacrificio de las mujeres en favor de esta, aislados de justicia real.

Dos décadas de educación sexual a cargo del ministerio

A veinte años de haberse oficializado la educación sexual en el país, fue muy negativa, debido al cambio de Gobierno, la discontinuidad de las políticas, procesos y estatus del proyecto inicial, que tuvo cobertura nacional y arrojó resultados positivos. En educación la ruptura de dinámicas es perjudicial. No obs tante, es claro que la educación sexual, objeto de fieros ataques, se abrió espacio y actualmente se reconoce como una necesidad. Evaluarla por índices de embarazo temprano indica visión estrecha, ya que este no se da aislado del contexto social, y responde a causas muy profundas, caso en el cual no falla la educación sexual sino los mecanismos que la activan. Fallan el Estado y la sociedad al no amparar la población vulnerable y, entre otros, al subes timar el peso del contexto y las tradiciones arcaicas con mensajes idílicos sobre relaciones de pareja, placeres de la intimidad y el imaginario maternal en todo tipo de discursos, incluso políticos y religiosos.

Es cierto que en estas dos décadas de educación sexual (en las que paralelo al sistema oficial, otras entidades públicas y privadas han hecho múltiples esfuerzos), mucho ha cambiado: actitudes, conocimientos, lenguajes, comportamientos. Ya las cigüeñas no traen bebés, se respeta más la población LGBT; la virginidad es cuento de hadas, las jóvenes no se casan para iniciar relaciones sexuales, la interrupción voluntaria del embarazo se despenalizó en tres casos; los textos escolares no
ocultan la anatomía genital; el lenguaje cifrado casi desapareció, y socialmente se aceptan las uniones libres, por señalar lo evidente entre múltiples indicadores.

Una buena educación sexual es importante para tomar decisiones adecuadas, y revisar proyectos de vida. En lo anterior es esencial la capacitación del personal docente, en cursos no inferiores a 120 horas, con refuerzos sistemáticos anuales. ¿Para qué? Para que se actualicen y logren resolver inquietudes. Para que construyan relaciones de confianza. Bien sabemos que se educa no solo con el discurso sino también con sus actitudes, congruencia y estilos de vida, que cuentan sus ideologías, valores, sentimientos e historias personales. Piénsese por ejemplo, lo que puede ser para una docente abordar el tema de la violencia sexual, el embarazo por violación y el aborto, o manejar casos como estos siendo ella misma víctima de violación y llevar enconado dicho secreto.

Ciertamente la educación sexual necesita mayor fortalecimiento ligado entre otros a: presupuesto, estatus, directivas laicas autónomas competentes en el tema, y voluntad política del Gobierno. De todas formas, el embarazo temprano es un eje temático de la educación sexual.

A la educación sexual y sus políticas les corresponde ser dinámicas y mantenerse en expansión —como el universo—.

Embarazos de alarma social

Imaginar una sociedad con hijas e hijos deseados, nacidos en el momento oportuno y en condiciones apropiadas a la dignidad humana, es ejercicio sencillo porque conocemos lo contrario y su freno al bienestar, al desarrollo humano y social. La miseria se nutre con altas tasas de natalidad, indefensión de las madres, hijos de embarazos por violación, maternidad temprana. Es evidente que los hijos son motivo de alegrías o trampas de pobreza, así como perversión social es el embarazo en niñas de 11 a 14 años, pues se presume violación. Al mismo tiempo, ser madre por violación a los 12 años, además de catastrófico es señal de alarma.

Embarazos tempranos buscados y no buscados

El embarazo en niñas y jóvenes constituye un problema complejo, sea deseado o no, al igual que la maternidad y la crianza. Dimensión aparte es el embarazo por violación. Las causas que estructuran el hecho de la preñez en niñas, lo que hay detrás, no puede entenderse desde la dimensión individual, ni por fuera de los derechos reproductivos, vulnerados continuamente por personas y entidades, cuando su telón de fondo es la violencia: de género, sexual y social. La maternidad en niñas implica riesgos de salud, psicológicos, existenciales, y puede constituir una equivocación de vida ya que solo tiene desventajas. Expectativas y hábitos deberían irse modificando con el avance social y de los derechos sexuales y reproductivos, que
tienen en la Corte Constitucional la mayor protección sin que pueda decirse lo mismo de otras instancias.

Conpes social - 147

Quienes trabajan con derechos sexuales y reproductivos, muy especialmente con embarazo temprano y por violación, deben permanecer alertas a las iniciativas que los contemplen. Al respecto y por su importancia, hacemos una breve mención al documento Conpes Social 147 del 31 de enero de este año, en cuyos “Lineamientos para el desarrollo de una estrategia para la prevención del embarazo en la adolescencia y la promoción de proyectos de vida para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en edades entre 6 y 19 años. Para empezar, debe decirse que por su enfoque más confesional que académico, son pocos los avances, lo que podría ser otra oportunidad perdida para manejar la dura realidad del embarazo temprano.

Desde el ángulo sexológico, el mayor énfasis del documento Conpes es “postergar la primera relación sexual” (en palabras del ex presidente Uribe, “aplazar el gustico”), estrategia que focalizó la atención a mediados del siglo pasado. La apertura a las relaciones sexuales, querámoslo o no, es irreversible; además no son el problema aunque el documento, elaborado con velados moralismos, así lo considere. Problemas son la violencia sexual y contra las mujeres, no usar contraceptivos, la carencia de esperanzas y otros.

Siendo el embarazo de niñas y adolescentes el motivo del documento Conpes, es un atraso que en su enfoque excluyera las sentencias de la Corte Constitucional sobre la interrupción voluntaria del embarazo, herramientas esenciales de obligatorio cumplimiento y muy valiosas, en especial las C-355 de 2006 y T-388 de 2009. Al eludir el aborto lo destaca; la omisión del derecho de niñas y jóvenes a la interrupción legal del embarazo empobrece los alcances del Conpes Social. Para que una  estrategia sobre embarazo temprano funcione no basta con enunciar buenas intenciones ni recursos para impulsarla, sin brindar soluciones como la interrupción legal del embarazo.

 

 



[1] En 1992 con la Sentencia T-440 la Corte Constitucional se pronunció sobre obligatoriedad de la educación sexual en el sistema de educación oficial, origen del Proyecto Nacional de Educación Sexual del Ministerio de Educación Nacional. A los dos años, la educación sexual se convirtió en ley de la República al ser incluida en la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994). De allí en adelante se han dado numerosas reglamentaciones y decretos que la contemplan, así como sentencias de la Corte Constitucional. En 2008 el Ministerio adoptó el Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía. Una historia de avances, retrocesos, estancamientos e impulsos.


*Artículo tomado del periódico impreso Palaba Maestra, en su edición número 30

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Jaqueline Cruz Huertas
Gran Maestra Premio Compartir 2000
Es necesario entablar una amistad verdadera entre los números y los alumnos, presentando las matemáticas como parte importante de sus vidas.