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¿La educación virtual pone en evidencia los errores de la presencial?

El aprendizaje en casa ha dejado ver varias problemáticas que en la enseñanza tradicional no se habían tenido en cuenta.

Abril 21, 2020

Los actuales cambios sociales a nivel mundial que se han dado por la pandemia del Covid-19, han obligado a los sistemas educativos a cambiar sus formas de enseñanza y sus dinámicas para transmitir conocimientos. Es así como la educación presencial ha encontrado en la virtualidad una herramienta de comunicación para continuar con el proceso de enseñanza.

Pero es allí donde esta misma herramienta saca a la luz algunas de las problemáticas que no eran tan  evidentes en la educación presencial ya que, en muchas ocasiones, esta práctica se desarrolla a puerta cerrada, sin permitir que otros actores educativos puedan opinar sobre ella. Se deja todo a la ética del maestro, lo cual no permite una necesaria realimentación, siendo esta última una de las claves del éxito de la educación en otros países, que actualmente se encuentran en los primeros lugares del ranking académico internacional por sus buenas prácticas educativas. 

Es así como el concepto de libertad de cátedra ha permitido que cada docente se enfrente, en muchas ocasiones, a sus propios miedos y errores frente a los resultados que obtenga con sus estudiantes y, en otras ocasiones, donde esas prácticas, que también pueden ser exitosas, no tienen el debido reconocimiento para ser socializadas y replicadas en diferentes contextos.

Es decir, todo lo esencial del proceso pedagógico queda dentro de un aula cerrada y cuando se obtienen resultados negativos, se buscan los culpables de dicho fracaso. En la mayoría de los casos, el docente atañe este fracaso a la irresponsabilidad de los estudiantes, sin revisar y reflexionar si en verdad se aplicaron todas las estrategias necesarias de enseñanza para que cada uno pudiera adquirir y poner en práctica los conocimientos y desempeños con los que tenía que cumplir en los cursos o periodos académicos.

Por tal razón, al surgir un hecho social que obliga a cambiar lo que se conoce como educación presencial, pretendiendo que se convierta en educación virtual, se desconocen aspectos como el saber si todos los actores educativos cuentan con el manejo de estrategias y distintas habilidades, tanto tecnológicas como metodológicas, para que este cambio se dé de forma positiva.

Como resultado de la aplicación de técnicas virtuales de enseñanza, se dan diferentes puntos de quiebre que afectan la dinámica académica, que implican realizar grandes cambios para lograr una comunicación asertiva en el proceso virtual de la enseñanza - aprendizaje. Cambios que se deben dar paulatinamente en el nuevo ejercicio pedagógico.

Algunos de estos puntos de quiebre tienen que ver con el correcto manejo de la conectividad y de las habilidades adquiridas por todos los actores educativos, entendiendo la funcionalidad de los programas ofimáticos para darle un correcto uso de acuerdo con la necesidad educativa que se tenga por cubrir. Así mismo, en muchas ocasiones no se tienen en cuenta los recursos de conectividad con la que cuenta el estudiante en su casa para poder cumplir con las actividades propuestas y de esta manera no quedar excluido del proceso educativo, no por falta de conocimientos sobre el tema a tratar, sino por no contar con las herramientas necesarias para poder cumplir.

Situación que sirve de ejemplo, en algunas ocasiones, en la educación presencial. Al tener a los estudiantes frente a nosotros creemos, como docentes, que cada uno cuenta con todos los recursos necesarios para aprender, sin haber verificado que esto sea real. Esta situación es muy común cuando se cuenta con estudiantes en situación de vulnerabilidad. Entendiendo los recursos, no sólo como los materiales, sino también los preconceptos o habilidades con los que cuente el estudiante para adquirir nuevos conocimientos, teniendo en cuenta que no todos aprenden al mismo ritmo y estilo.

Del mismo modo, se encuentra que la educación virtual exige claridad en los contenidos y, sobre todo, en el lenguaje empleado para que sea entendible por cualquier persona sin ser necesaria una explicación adicional. Al igual se debe tener en cuenta aspectos como la edad cognitiva y las habilidades comunicativas desarrolladas por cada individuo necesarias para las actividades.

A diferencia de la educación presencial, por ser una actividad sincrónica, el docente tiene la oportunidad de aclarar el mensaje y resolver dudas en caso de que no haya sido claro para el receptor. En cambio, en la educación virtual, por ser una clase abierta- es decir, en donde se debe tener publicada, la metodología, estrategias y la forma de evaluación- , exige mayor rigurosidad para el docente en el cumplimiento y unificación del programa académico, siguiendo una secuencialidad por niveles de forma horizontal y una de contenidos para lograr así una verticalidad o hilo conductor entre los diferentes grados escolares.

De la misma forma, el manejo de tiempos que se da en la educación presencial para que los estudiantes realicen una actividad es el mismo para todos, según los horarios de clase a cumplir, desconociendo los estilos y ritmo de aprendizaje de cada individuo, afectando de esta manera la promoción final del año escolar.  Mientras que la educación virtual, al ser en su mayoría de forma asincrónica, ofrece la posibilidad de repasar los contenidos, releer y poder administrar el tiempo para desarrollar cada actividad que le crea dificultad al estudiante. También permite contar con asesoría externa en el caso de ser requerido y así poder trabajar a su propio ritmo y capacidad de aprendizaje, sin limitarse al tiempo que se pasa en el colegio.

Aunque es de aclarar que el manejo del tiempo por parte del estudiante puede ser un elemento positivo si se tiene la disciplina y constancia, también se puede convertir en un factor negativo, cuando el estudiante deja las actividades para realizarlas a última hora. Del mismo modo se convierte en un factor negativo para el docente cuando no pone límites de tiempo para contestar las diferentes dudas que puedan surgir por parte de los estudiantes, afectando así su vida personal. Lo ideal sería el saber poner esos límites al canal virtual de comunicación y lo más importante, utilizar un lenguaje claro y asertivo para disminuir los interrogantes de procedimiento por parte de los estudiantes.

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Por otra parte, la evaluación será el resultado de la planeación y buena ejecución, que incluye la retroalimentación y acompañamiento.  Se debe analizar que el docente haya mantenido buenas prácticas de enseñanza y comunicación, y que el estudiante haya adquirido las habilidades necesarias para poder adquirir los desempeños que se plantean para cumplir con los DBA (Derechos Básicos de Aprendizaje) de cada asignatura.

De ahí que sea necesario cambiar el concepto que se tiene en la educación presencial sobre la evaluación como una actividad inmediata y de única oportunidad. La virtualidad hace posible ver la evaluación como una actividad en la que, de requerirse, el estudiante la puede presentar varias veces hasta que alcance las competencias requeridas para poder continuar con su proceso educativo.

Al igual, se debe entender que la educación virtual no consiste en dejar unos talleres y sólo esperar a que los estudiantes las entreguen desarrolladas sin ninguna gradualidad y acompañamiento. Sería mejor elaborar guías de acompañamiento para obtener mejores resultados académicos y así orientar de una mejor manera a los estudiantes, quienes también, hasta ahora, se están adaptando al cambio.

Si bien es cierto que no todos los docentes están preparados para asumir la educación de forma virtual, se hace necesario estar dispuestos reflexionar y replantear las formas de enseñanza que se deben dar. Al reconocer que existen algunas falencias en la educación presencial, se ve en la educación virtual una oportunidad para superarlas. Además, se podrán adquirir más estrategias y habilidades que sean acordes a las exigencias y urgencias actuales de cambios en las formas de enseñar y de aprender.

(Lea: El auge de la educación virtual en Colombia: Desafíos y nuevos horizontes)

 


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Irma María Arévalo González
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